Beñat ZALDUA
Proceso soberanista catalán

Un Prado a cambio del referéndum

Como suena. Según lo publicado a lo largo del fin de semana por los cándidos defensores de la tercera vía, Rajoy estaría ultimando un ofertón a Catalunya, a la que invitará a renunciar al referéndum a cambio de inversiones y transferencias –la mayoría de las cuales el Estado debería haber hecho ya por ley–, y a cambio de «otra forma de hacer política y de representar al Estado en Catalunya». Rebaja de mercadillo que incluye la celebración de consejos de ministros en Barcelona y el traslado de parte de los museos nacionales (sic) a la ciudad condal. Dicho de otro modo, Rajoy espera que la mayoría parlamentaria catalana renuncie al referéndum por amor al arte. Literalmente.

Aunque Mas no dijo nada nuevo al asegurar que corresponde al Estado proponer una tercera vía entre el estatus quo regresivo y la independencia, la prensa madrileña ha hecho de la frase su comidilla del fin de semana. A ella se suma la «revelación» del delegado del Gobierno español en Catalunya, según la cual hay cauces de negociación abiertos. Puigdemont lo negó ayer, pero aunque fuera cierto, ¿de verdad es alarmante que existan canales de comunicación entre Barcelona y Madrid? ¿Alguien se sorprende? Es sobradamente conocido que el escenario ideal de Puigdemont es un referéndum acordado. ¿Se puede sostener esa demanda cerrando la puerta al diálogo? Las preguntas funcionan a la inversa: ¿Puede Rajoy criticar la unilateralidad catalana sin escenificar una voluntad de diálogo?

Ambas partes necesitan el teatro de estos días para poder escribir el relato del choque de trenes que se aproxima pese a que (casi) todos desearían evitarlo. Por mucho que Puigdemont intentara recular –no tiene pinta después de anunciar el referéndum a bombo y platillo en el Parlamento Europeo–, ERC y CUP no transigirían. Y pensar que, a día de hoy, Rajoy aceptará algo parecido a un referéndum sobre la independencia es como pensar que un consejo de ministros del PP celebrado en Barcelona será más sensible a las demandas catalanas.

De la comedia da cuenta la entrevista que el presidente del Grupo Prisa, Juan Luis Cebrián, dio ayer a “El Mundo”, en la que aplaudió la imagen de un Mas tras las rejas mientras su marca insignia, “El País”, loaba al expresident por volver a abrir la puerta a una supuesta tercera vía.

Los ruidos de este fin de semana, por lo tanto, no parecen más que meros fuegos de artificio o, peor aún, los cimientos de decisiones más duras, que el Estado ya ha anunciado que tomará si Catalunya sigue adelante con el referéndum. Porque el mensaje de Moncloa, más allá de la parafernalia de la muda «operación diálogo», no ha variado: no habrá plebiscito. Para que así sea, Rajoy va a tener que hilar muy fino antes de aplicar inventos inciertos como el artículo 155 de la Constitución y reventar definitivamente las maltrechas costuras democráticas del Estado.