Uberka BRAVO

Ascenso meteórico del evangelismo en América Latina

Lo que pierden unos lo ganan los otros. El trasvase de fieles que se está dando de la Iglesia católica al evangelismo no para de crecer. Según el Latinobarómetro el número de católicos en América Latina se ha reducido en 10 puntos –hasta el 65%– desde mediados de la década de los 90.

Brasil es uno de los territorios donde ese cambio ha sido patente, ya que desde la década de los 80 ha pasado de un 90% católico al 63% actual. En ese mismo período de tiempo, los evangélicos han pasado de ser el 6,6% al 22,2%. Significativos son también los datos de El Salvador, Nicaragua, Honduras y Guatemala donde entre el 3% y 40% pertenece a alguna Iglesia evangélica. América Latina se muestra terreno abonado para el evangelismo y en África el proceso converso también está en marcha.

La competencia es dura y la designación como papa de Francisco Bergoglio podría responder, entre otras cosas, a intentar frenar la hemorragia católica en el continente americano. De hecho, algunas iglesias católicas latinoamericanas empiezan a adoptar ciertas costumbres de canto y música más propias de las evangélicas. Ejemplo de ello sería Renovación Carismática Católica, que al igual que los evangélicos tiende a organizarse en grupos de oración parroquial.

Definir a los grupos evangélicos es tarea difícil. Tradicionalmente se les ha integrado dentro del cristianismo protestante pero, en la práctica, poco tienen que ver un fiel luterano alemán con un fiel pentecostal de América Latina. Igual que los protestantes, niegan la autoridad del papa ya que la «autoridad final es la Biblia» y al contrario que los católicos no veneran representaciones. Más que adentrarnos en diferencias y convergencias litúrgicas lo interesante es analizar o siquiera echar un vistazo en su aportación al cambio sociológico de la gente.

Dinámico y fervoroso

Las estadísticas muestran que en Latinoamérica también suben porcentualmente las personas ateas y las no creyentes. Sin embargo, el evangelismo se ha mostrado dinámico socialmente y fervoroso en lo referente a su fe, en una época en la que el cristianismo en general sufre una caída de adeptos. Encontramos que para mucha gente evangélica trasciende lo místico para convertirse en seña de identidad y su rol no es solo religioso, sino también social y político. Es en ese campo donde, en general, las diferentes congregaciones evangélicas se han mostrado de lo más fundamentalistas y conservadoras.

En el pasado referendo sobre el proceso de paz colombiano, los evangélicos jugaron un papel crucial en la apretada victoria del «no». Los acuerdos hablaban de «equidad de género» y de la «inclusión de personas de orientación sexual e identidad de género diversa». Parece que ello activó las alarmas de los sectores más conservadores poniendo en marcha una campaña para manifestar que la familia –nuclear y tradicional– estaba amenazada. No solo los evangélicos, pero ellos de una forma notoria, fueron protagonistas de este cometido.

El conocido y activo telepredicador brasileño Silas Malafaia también se ha hecho conocido por ser azote de la expresidenta Dilma Rousseff. Malafaia ha sido interrogado recientemente en el marco de una operación anticorrupción por posible lavado de dinero procedente de la minería a través de iglesias evangélicas. Este, pertenece a la llamada Teología de la Prosperidad, que dice que la bendición financiera es voluntad de Dios. Parece que entre discurso y discurso televisivo tenía tiempo para otros menesteres. Vicepresidente del Consejo Interdenominacional de Ministros Evangélicos de Brasil, no solo se ha implicado en la lucha contra los derechos de los homosexuales y el derecho al aborto, sino que su compromiso conservador le ha llevado a hacer campaña en contra de candidatos del Partido de los Trabajadores y a favor del que venía siendo su principal rival electoral, el PSDB.

En Chile, los evangélicos han crecido a velocidad de vértigo situándose en el 16% del total poblacional y también han saltado a la palestra porque a parte de las donaciones de sus feligreses, se han reportado negocios inmobiliarios e inversión en Bolsa.

Veremos qué influencia tendrá en el continente americano la posición del vicepresidente estadounidense, Mike Pence, también evangélico. El Partido Republicano ha jugado la baza evangélica desde el principio, ya que con un 26% del electorado perteneciente esta confesión, el apoyo que ha recibido de estos ha sido clave: un 81% de los blancos evangélicos apoyaron a Trump en los pasados comicios, según el Pew Research Center.

Contra los procesos de cambio

La conclusión es que el evangelismo juega un papel en contra de los procesos de cambio que se han dado o que se podrían dar en América Latina. Contribuye a su crecimiento la evidente debilidad de la Iglesia católica, que, al parecer, no ha sabido rellenar el vacío que sienten quienes buscan respuestas existenciales, referentes personales y certezas que la vida contemporánea no les da.

Los evangélicos insisten en que la suya no es una creencia heredada sino que son ellos mismos quienes se apropian de su fe, teniendo un papel protagónico en su conversión. Manifiestan sentir mayor conexión con Dios desde que se hicieron evangélicos y sienten su nueva Iglesia más cercana. La fervorosidad es un elemento a considerar como también lo es la sensación de comunidad y el calor humano que recibe un asistente a un grupo de oración y que seguramente un cura católico corriente no es capaz de transmitir en una fría iglesia un domingo cualquiera. Lo cierto es que los evangélicos pueden acabar llorando a moco tendido, experiencia trascendente que difícilmente ocurrirá con el Munilla de turno.

Teniendo en cuenta el crecimiento evangélico podemos afirmar que desde sus posiciones se están reforzando las visiones más conservadoras a nivel social y político. En el ámbito religioso, pudiera ser que estuviéramos asistiendo a una segunda reforma después de la de Lutero, que en términos históricos podría estar dando inicio a un nuevo cisma en las religiones cristianas.