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LONDRES
NUEVOS ATENTADOS EN LONDRES Y PARÍS

Atropello islamófobo en pleno arranque de la negociación del Brexit

El último ataque islamófobo en Londres confirma un trimestre horrible en Gran Bretaña e incrementa la inestabilidad política en pleno arranque de las negociaciones del Brexit ayer en Bruselas. La UE marca a Londres los tiempos y las prioridades, los derechos de los ciudadanos europeos y británicos, la frontera irlandesa y el coste de la salida.

Gran Bretaña está atravesando un fatídico año marcado por cuatro atentados y un trágico incendio en menos de tres meses, en un contexto de debilidad política precisamente cuando el Gobierno debería estar en su mejor forma para afrontar las negociaciones del Brexit, que arrancaron ayer en Bruselas. La comunidad musulmana se convirtió ayer en el objetivo del cuarto atentado que sufre el Reino Unido en este tiempo y da un giro de la amenaza yihadista a la islamofobia, agudizando la inestabilidad política.

Tres de estos ataques –22 de marzo en el puente de Westminster, 22 de mayo en el Manchester Arena y 3 de junio en el Puente de Londres– fueron reivindicados por el ISIS y están poniendo a prueba la cohesión de un Estado ya desestabilizado tras el referéndum sobre la salida de Reino Unido de la UE.

El último, de carácter islamófobo y que la Policía investiga como «terrorista», tuvo lugar en la madrugada de ayer, cuando un hombre, identificado como Darren Osborne, de 48 años y procedente de Cardiff, capital de Gales, arrolló con una furgoneta a los fieles que acababan de terminar sus rezos del Iftar, el final del ayuno al caer la noche durante el mes sagrado del Ramadán, y se congregaban frente a la mezquita londinense de Finsbury Park sobre las 00.20 (1.20 en Euskal Herria). Diez personas resultaron heridas. Un hombre que había sufrido un infarto o un golpe de calor y ya estaba siendo atendido por varias personas murió.

El sospechoso, padre de cuatro hijos, fue retenido por diversas personas y arrestado poco después por la Policía. El imán de la mezquita, Mohammed Mohmoud, y un grupo de fieles evitaron que fuera linchado.

Varios testigos describieron cómo el atacante gritó que iba «matar a todos los musulmanes» antes de que una avalancha de ciudadanos lograra inmovilizarlo en el suelo.

El secretario de Estado de Seguridad, Ben Wallace, informó de que el agresor no estaba fichado por la Policía, si bien corroboró «un aumento de la ultraderecha» en el país.

Neil Basu, de la Policía Metropolitana de Londres, afirmó que todas las víctimas son musulmanes y anunció que se desplegarán patrullas adicionales para proteger a quienes celebran el Ramadán.

La mezquita de Finsbury Park, en el norte de Londres, llevaba años luchando por limpiar su nombre, que la identificaba como un nido de extremistas, y en 2015 abrió sus puertas a los no musulmanes como parte de una iniciativa para tender puentes tras los atentados de París.

A principios de este siglo era conocida por ser un destacado lugar de militantes islamistas que acudían a escuchar los incendiarios sermones del predicador egipcio Abu Hamza, que controló la mezquita entre 1997 y principios de 2003 –cuando los propios fieles lo expulsaron– y en enero de 2015 fue condenado a cadena perpetua en enero de 2015 en EEUU, adonde fue extraditado tras cumplir condena en Gran Bretaña.

La mezquita fue allanada por la Policía y cerrada en 2003, y reabierta en 2005, con la misión de alentar la cohesión.

Derechos, frontera y divorcio

El atentado islamófobo de ayer coincidió con el arranque en Bruselas de las negociaciones del Brexit y su primera discusión formal. Los negociadores de la UE y Reino Unido se reunirán una semana al mes a partir de ahora y hasta el 29 de marzo de 2019, la fecha de salida, para avanzar en las cuestiones del Brexit que más incertidumbre generan, como son los derechos de los ciudadanos comunitarios y británicos que viven en uno y otro lado del canal de La Mancha, la frontera entre la República de Irlanda y el norte de la isla y el acuerdo financiero del «divorcio», y que se corresponde plenamente con la hoja de ruta marcada por el bloque europeo.

El negociador jefe de la UE para el Brexit Michel Barnier, y el secretario de Estado británico para la salida de Reino Unido de la UE, David Davis, explicaron que la mayor parte del tiempo fue ocupado ayer por la frontera irlandesa, que deberá ser «lo más invisible posible» para evitar poner en peligro el Acuerdo de Viernes Santo, pero deberá existir para los servicios y mercancías, al quedar Reino Unido fuera del mercado común.