Hace diez años la telefonía móvil estaba gobernado por compañías como BlackBerry y Nokia y quienes se encargaban de controlar qué móviles debían asomarse al mercado eran las compañías telefónicas. En esta tesitura, los fabricantes debían adecuarse a las necesidades expresadas por la compañías. La irrupción del iPhone subvirtió por completo esta mecánica. Brian Merchant, editor de Ciencia y Tecnología de “Vice”, reveló a “The New York Times” varias anécdotas relacionadas con la leyenda que siempre rodeó la creación del iPhone.

Lo que hoy se conoce como iPhone atendía al nombre de “Púrpura” y según Merchant, autor del libro “The One device: The secret history of the iPhone”, alrededor de “Púrpura” se levantó un muro de secretismo hasta tal punto que fueron contadas las personas que sabían de su existencia. Los ingenieros que trabajaron en su creación lo hicieron en un laboratorio blindado al que únicamente se accedía mediante lectores de tarjetas. La frenética jornada laboral que padecieron estos ingenieros fue agotadora, no se les concedió días de descanso y tampoco pudieron tomarse vacaciones. El laboratorio recibió el nombre de “Dormitorio Púrpura”, lugar en el que se comía y dormía y en el que no tardó en instalarse un olor nauseabundo. Merchant asegura que uno de los ingenieros  le confesó que «creamos una olla de presión con un montón de gente inteligente dentro, una misión imposible, un proyecto en el que la compañía descansara en el futuro».

Apple ha vendido más de mil millones de unidades y señaló a los de Cupertino como la compañía más cotizada del mundo. Fiel a su estilo mesiánico, Steve Jobs anunció durante la presentación del iPhone que tuvo lugar el 9 de enero de 2007 que «hoy vamos a hacer algo de historia. Presentamos tres productos revolucionarios: un iPod con controles táctiles, un teléfono móvil revolucionario y un dispositivo avanzado de conexión a internet. No son tres dispositivos distintos, es uno solo y lo hemos llamado iPhone».