Ion SALGADO
CONGRESO ORGANIZADO POR SETEM HEGO HAIZEA

ECONOMÍA SOCIAL Y SOLIDARIA CON UN ENFOQUE FEMINISTA PARA TRANSFORMAR LA SOCIEDAD

DIFERENTES PROPUESTAS FEMINISTAS DE CONSUMO RESPON- SABLE Y ECONOMÍA SOCIAL Y SOLIDARIA SE DIERON LA MANO EN EL CONGRESO HAMAIKA BEGIRADA, ORGANIZADO POR SETEM HEGO HAIZEA, EN EL PALACIO VILLA SUSO DE GASTEIZ, DONDE TAMBIÉN SE PRESENTARON EJEMPLOS DE PROCESOS ORGANIZACIONALES NO PATRIARCALES.

Precariedad y desigualdad son dos términos que han cobrado fuerza a raíz de la crisis económica, de «una crisis sistémica enmarcada en un sistema capitalista y heteropatriarcal». Así lo cree la profesora de la UPV-EHU Yolanda Jubeto, doctora en Economía, que advirtió de que el neoliberalismo tiene por objeto «concentrar el poder». «Este sistema se basa en el acaparamiento de recursos y bienes comunes, empezando por los cuerpos de las personas», añadió ante los asistentes al congreso Hamaika Begirada, organizado por Setem Hego Haizea en el Palacio Villa Suso de Gasteiz, donde el jueves y el viernes se analizaron propuestas feministas de consumo responsable y economía social y solidaria.

Jubeto compartió mesa con la coordinadora de la asociación de mujeres mayas kaqchikeles (Afedes), Angelina Aspuac, la consultora Natalia Navarro y la investigadora Daniela Osorio, que presentó algunos «elementos comunes» de la economía social y solidaria. Según explicó, se trata de iniciativas horizontales en las que se garantiza la equidad y la producción sostenible. Son proyectos autónomos y democráticos basados en iniciativas locales que pueden participar en redes de fortalecimiento, y que favorecen la transformación social.

Una transformación que debe dar pie a la proliferación de una economía feminista, que no tenga en cuenta solo el trabajo asalariado. «En mi país las mujeres garantizan la alimentación de la familia, que es una especie de cooperativa en la que todos debemos aportar y trabajar en conjunto», destacó Aspuac, integrante del Movimiento Nacional de Tejedoras. Ella lucha para que se reconozca el trabajo de estas mujeres en Guatemala, un estado en el que a día de hoy siguen siendo comunes los comportamientos machistas y racistas. «Nosotras hemos creado pequeños proyectos de generación de ingresos, pero por más que trabajamos hay un sistema económico que no nos deja avanzar», manifestó.

En este sentido, Navarro advirtió de las dificultades existentes para introducir los principios de la economía feminista en empresas, asociaciones y fundaciones. A su juicio, «con el heteropatriarcado no sirve lo que hay», hay que cambiar la cultura organizacional para lograr agentes «capaces de atender las demandas feministas». Cuestionada por los pasos a dar para conseguir una sociedad más igualitaria, indicó que no existe una receta concreta. Se pueden implementar procesos de aprendizaje colectivo o transformacionales, pero no hay una formula que dé el mismo resultado en diferentes lugares.

Algunos ejemplos

No obstante, el público congregado en el Palacio de Villa Suso pudo conocer de primera mano ejemplos de procesos organizacionales no heteropatriarcales, como los impulsados en el seno de REAS Euskadi, Mugatik Gabe, la fundación Entredós o la Red de Economía Feminista. Alicia Rius, integrante de esta red, explicó algunos de los parámetros que han tenido en cuenta a la hora de impulsar este proceso. Entre otras cuestiones, han prestado atención a la redistribución de la riqueza, eliminando las diferencias entre socias y trabajadoras, y han optado por no crecer para «mantener la coherencia». Asimismo, han abierto un debate entorno al placer y al bienestar personal.

En REAS, por su parte, han puesto en marcha la dinámica Bizigarri, que tiene por objeto garantizar la equidad de género. Según indicó Zaloa Pérez, este proceso tiene dos partes: «la elaboración de un diagnóstico colectivo y la formulación de un plan encaminado a desbaratar las desigualdades detectadas». Para ello se ha creado el Grupo Interno de Género, compuesto por personas que forman parte de las diferentes estructuras. El GIG trababa en seis áreas de análisis, entre las que figuran la estructura organizacional y el proceso de toma de decisiones.

Además, en el Palacio de Villa Suso también tomaron la palabra representantes de asociaciones que trabajan para fomentar la equidad en áreas rurales. Rosalinda Santiz, por ejemplo, es una mujer indígena tsotsil que coordina el Centro de Formación y Capacitación para mujeres K’inal Antsetk. Es lesbiana y participa en proyectos creados para acabar con la doble discriminación que sufren las mujeres lesbianas en Chiapas. «Una de las claves es el trabajo, y para nosotras es muy importante el respeto a otra compañera, que puede tener una preferencia sexual diferente», subrayó Santiz, que impulsa una red cooperativas en el sur de México.

Laura Sánchez y César Quinteros, de la Corporación Ecológica y Cultural Penca de Sábila, relataron la labor que realizan con los campesinos y campesinas de Colombia para garantizar la igualdad y la justicia social. Quinteros narró lo difícil que es hablar de feminismo en zonas rurales. «Hay que meter la perspectiva feminismo sin que se den cuenta», señaló, y Sánchez recordó que las tradiciones religiosas son una de las resistencias a las que deben hacer frente a la hora de hablar de los derechos de las personas transexuales y homosexuales. Pero este es un problema que también se da en muchos lugares del mundo, como en el agro gallego, tal y como lamentó Adrián Gallero, uno de los organizadores del Festival Agrocuir de A Ulloa, que aúna diversidad afectiva, sostenibilidad y ecologismo.