M. ISASI

La llave en las reñidas presidenciales de Chile, en manos del Frente Amplio

El izquierdista Frente Amplio dio la sorpresa en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del 19 de noviembre en Chile al obtener un 20% de los sufragios y esos votos serán determinantes hoy en los comicios para elegir al nuevo presidente entre el exmandatario Sebastián Piñera y el candidato oficialista, el senador independiente Alejandro Guillier. La participación, lastrada por el extendido desencanto por la política, será también decisiva.

La incertidumbre planea sobre la segunda vuelta de las elecciones presidenciales que Chile celebra hoy debido a lo ajustado de la contienda entre el exmandatario Sebastián Piñera y el aspirante oficialista Alejandro Guillier, un escenario que no se daba en el país desde 1999.

La irrupción de la ultraderecha, que deja de ser testimonial siguiendo la tendencia marcada en prácticamente todo el mundo, la debacle de la Concertación y la aparición con fuerza del Frente Amplio en la primera vuelta de los comicios presidenciales y parlamentarios sacudió el mapa político del país, que hoy afronta una jornada electoral en la que la izquierda puede jugar un papel determinante para los próximos cuatro años. Además, supuso un reacomodo de las fuerzas políticas en un polarizado Congreso, dominado por la derecha, con 73 de los 155 escaños, pero en cuyas votaciones los 20 diputados del Frente Amplio serán decisivos.

La tensión y la incertidumbre han dominado el debate político después de que, contra los pronósticos de las encuestas, el empresario y candidato de la derecha unida en torno a Chile Vamos, Sebastián Piñera, se hiciera con el 36,6% de los votos en la primera vuelta y el senador, periodista y aspirante de la centroizquierdista Fuerza de Mayoría (heredera de la gobernante Nueva Mayoría), Alejandro Guillier, lograra el 22,7% de los sufragios. En esa cita, Beatriz Sánchez, candidata del Frente Amplio, que reúne a formaciones de izquierda, movimientos sociales y sectores socialdemócratas, dio la sorpresa al conseguir el 20,2% de las papeletas.

Si de cara a la primera vuelta de hace cuatro semanas casi nadie dudaba de la victoria de Piñera, aunque no fuera tan abultada como los sondeos predecían, nadie se atreve a hacer una apuesta sobre los resultados que las urnas arrojen hoy, porque el panorama es más incierto. Por eso serán determinantes los votantes del Frente Amplio y los jóvenes, desencantados con la política, a quienes no parece entusiasmar esta elección presidencial. Muchos de ellos votaron por Sánchez y no tienen claro a quién elegirán esta vez, pues no comulgan con eso de «votar por el menos malo», ni siquiera saben si irán a votar.

Sin consigna de voto

Gran parte de las catorce organizaciones que integran el Frente Amplio, cuyo poder y capacidad negociadora aumentaron a la par que la presión interna, anunciaron su apoyo a Guillier, aunque una parte se niega a votar a un candidato que promete continuar y profundizar el legado de la presidenta, Michelle Bachelet. Tras días de debate, la joven coalición de izquierda decidió dar libertad a sus votantes, descartando un apoyo directo a Guillier por su ambigüedad en cuestiones que cree fundamentales: un sistema netamente público de pensiones y de la sanidad, una educación de calidad sin ánimo de lucro y la condonación de la deuda de los estudiantes, un impuesto a los más ricos y la convocatoria de una asamblea constituyente para elaborar una nueva Carta Magna. Pero de forma individual sus principales figuras, incluida Sánchez, le han ido manifestando su apoyo, asegurando que se trata de evitar el «retroceso» que supondría el retorno de la derecha al poder.

El oficialista Guillier tiene el respaldo de la propia Bachelet, de la Democracia Cristiana, que durante 27 años ha formado parte de las coaliciones gobernantes, pero que acudió en solitario a las últimas elecciones, y del Partido Progresista del excandidato Marco Enríquez-Ominami, cuya neutralidad en la segunda vuelta en 2009 propició la victoria de Piñera.

Con la ultraderecha

El expresidente, a su vez, recibirá los votos del ultraderechista José Antonio Karst, que obtuvo casi el 8% de los votos y no pide nada a cambio, y de Manuel José Ossandón, estandarte de la llamada «derecha social».

Los sondeos apuntan a un empate técnico, aunque con una ligera ventaja para Piñera, y un 20% de indecisos. La incógnita es saber qué harán los votantes que en primera vuelta optaron por alguno de los otros seis candidatos y el nivel de participación, que no se espera que supere al 47% del 19 de noviembre.

En cualquier caso, la responsabilidad de que Piñera suceda por segunda vez a Bachelet en el palacio de La Moneda será responsabilidad de la coalición gobernante, que se ha mostrado incapaz de cumplir los compromisos asumidos cuando formaron el acuerdo, ahora extinto, bautizado Nueva Mayoría, y de la deriva de sus tres reformas emblemáticas: la tributaria, la de educación y la constitucional.