Oihane LARRETXEA

REGALOS EMOCIONALES, OTRO CONSUMO NAVIDEñO ES POSIBLE

Hay otras formas de comprar en estas fechas navideñas, la campaña más potente del año. Emaús ha recopilado 165 objetos de tiempos pasados, con historia propia, en su subasta solidaria anual. Lo recaudado se reinvierte para ayudar en la viabilidad del proyecto.

Es fácil imaginarse a una pareja dando un divertido paseo sobre el tándem BH de color azul, a un amante de la música disfrutarla a través del gramófono mientras se toma un whisky en su salón o a una familia de la República Democrática alemana muy pegada a la radio para recibir las últimas noticias de lo que acontecía al otro lado. Los objetos tienen su propia historia y están deseando contarlas.

En esta edición Emaús ha seleccionado 165 objetos para su subasta solidaria; todas recogidas en Gipuzkoa. Se trata de hacer una oferta de consumo sostenible y responsable, que además permita que estos objetos pervivan, y lo hagan en los hogares donde los aprecian. Una forma de consumir alternativa a la espiral actual, explica a GARA Begoña Cabaleiro, en nombre de la fundación.

Según las estimaciones, cada ciudadano de Hego Euskal Herria gastará en esta campaña, unos 90 euros solo en juguetes, al margen de textil y tecnología, dos de los sectores más fuertes. «El consumo hoy es impulsivo, inconsciente y carece de reflexión por ejemplo, sobre los impactos en el medio ambiente o sobre los derechos humanos», considera. En su opinión, estos objetos tienen el valor añadido de ser únicos, y estar cargados de emoción; también de nostalgia y sensibilidad. «Son regalos emocionales», describe Cabaleiro.

Hay cosas variadas y variopintas: juguetes y juegos, bicicletas, libros, comics originales de Flash Gordon, cuadros, objetos de la vida cotidiana, como un molinillo de café, relojes o una cubertería de plata de una señora muy de bien de Donostia; baúles antiguos de viaje, un juego de tres paraguas de la exquisita casa italiana Pasotti o pieles de la mejor peletería de París. Muebles misteriosos, como una caja fuerte de madera: tiene las llaves puestas, pero se ignora la clave de las tres ruedas que permitirían abrirla. Se desconoce, por lo tanto, si está vacía o si, por el contrario, están las joyas de la corona. En Emaús lo subastan con ese morbo añadido. Un bellísimo libro editado en Tolosa sobre rutas por las montañas de Gipuzkoa a través de recortes de prensa. Incluye un magnífico mapa desplegable, incluso un mapa dibujado por el propietario con el camino desde Donostia a Hernio, con las paraditas del bar incluidas, claro. Entonces tampoco había montaña sin un buen hamaiketako…

Todo se ha recogido en domicilios del territorio, se ha trasladado a la sede y se ha hecho la selección. «Cuando llega el camión se aparta lo que a simple vista llama la atención porque puede tener un valor especial o una historia concreta. El historiador Ramón Barea nos ayuda de forma desinteresada a darle un contexto, a determinar qué valor tiene… de esa selección previa hacemos un cribado y a lo largo del año vamos acumulando los objetos especiales».

Pasear por esta sala de subastas es como «estar en la buhardilla de Gipuzkoa», opina Cabaleiro, quien cree que los objetos completan una radiografía inversa de nuestra sociedad: qué hemos sido y de qué nos deshacemos. Según afirma, nos deshacemos de lo relacionado con el mundo militar y religioso, aunque llegan muchos cachivaches de la vida cotidiana.

 

PUJAS A PARTIR DE 5 EUROS, UNA SUBASTA APTO PARA TODOS LOS BOLSILLOS

La subasta comenzó el día 11 y terminará el próximo 20 de diciembre. Participar es muy sencillo. En la nueva sede de Emaús (Mundaiz, 6) están expuestos los 165 artilugios y una urna lacrada por un notario.

Cada objeto tiene un código y un precio de salida. Basta con rellenar de forma anónima una tarjeta con la referencia, el precio a pagar y la fecha y la hora, determinante en caso de empate entre dos personas por un mismo libro, por ejemplo. Se puede pujar por todos los objetos y cuantas veces se desee.

El día 21 el notario abre la urna y se pone en contacto con las personas que se han llevado el gato al agua. GARA