Ramón SOLA
BARCELONA
Entrevue
AURORA MADAULA
CANDIDATA DE JUNTS PER CATALUNYA

«No queremos dormido al fascismo, lo queremos muerto»

Madaula (Mollet del Vallès, 1978), historiadora, es buen reflejo del caudal social de la «llista del president», en cuya génesis estuvo. Conoce muy bien el exilio catalán y el vasco, que ha estudiado. La indignación por la situación le sale por los poros.

Usted es historiadora, así que pongámosle perspectiva al momento. ¿Donde está Catalunya? ¿Esto es un ahora o nunca?

Los historiadores buenos dirían que para saber si algo es histórico hace falta una generación, unos 30 años, pero con las nuevas tecnologías y la velocidad actual esto ha cambiado. Y sí, se puede decir que estamos en un proceso histórico, un proceso de ruptura con España y de nacimiento de un nuevo Estado. No va a ser fácil ni corto, eso sí, pero tampoco lo era en el siglo XV.

¿Cómo observa la República: es una realidad, un sueño todavía, un horizonte...?

Lo que observo es que estamos en una dictadura, o al menos en una ausencia de democracia. No tenemos República porque no tenemos ni gobierno, con unos en la cárcel y otros en libertad vigilada, con una autocensura...

¿Que les responde a quienes les acusan de despertar a la bestia?

¡Solo faltaría! Dicen que al fascismo si se le habla bajito no se despierta, pero es que nosotros queremos matar al fascismo, barrerlo de nuestras calles, no dejarlo dormido. ¿Y esos querían hacer una revolución contra el régimen del 78? Pues vaya... Insisto; no queremos dormido al fascismo, lo queremos muerto. Con esos mensajes, al final así va España: quienes nos atacaron en Blanquerna están en la calle, y nuestro president y consellers en la cárcel y el exilio. Aunque esto no es una cosa nueva, ya había pasado con el PCE. No nos decepciona porque ya lo sabíamos, pero nos indigna. Como nos indigna que nos equiparen con el 155 cuando dicen que las dos cosas son igual de malas.

Entremos en la campaña. Fue una de las promotoras de la lista conjunta, que no prosperó. ¿Qué costes cree que está teniendo la división?

Lo veremos el jueves, porque uno de sus argumentos era que por separado tendríamos más escaños. A mí lo que me duele sobre todo es la imagen de no ir todos juntos, como un frente catalán. Porque ellos sí tienen un único objetivo, que es acabar con los independentistas. Y hay otra cosa: a nivel internacional se entendería muy poco que ganara una lista que no fuera la del presidente de la Generalitat, desterrado al exilio. Un bloque independentista tampoco es algo nuevo, el SNP es una coalición en Escocia. Me molesta que no haya solo una voz, que ahí fuera no se vea que somos los catalanes a una contra el 155.

Es evidente que Carles Puigdemont tiene la legitimidad, pero tendría que ganar además para ser president ¿o no? ¿Lo reivindicarán en caso contrario?

Por supuesto solo tenemos un candidato, porque es el president y está en nuestra lista. Para nosotros nunca ha dejado de ser president, porque estas elecciones las ha convocado otro señor que vive a 600 kilómetros. Pero claro, queremos ganar. Y debiera ser el único candidato a la reelección porque nunca debió salir de la Generalitat.

¿Qué sintió al oír a Pablo Casado (PP) comparar el final de Puigdemont y el de Companys?

Me voy a autocensurar, ¡Casado es muy joven para ser tan fascista! Ese es el problema español; encarcelan a tuiteros, raperos o miembros del Govern y quienes dicen esto o nos atacan en Blanquerna o se suben a un tanque a amenazarnos no tienen ni una multa de tráfico. Todos los presidents de Catalunya salvo los del PSC han sido represaliados por el Estado español con cárcel, con el exilio o con el fusilamiento en el caso de Companys. ¿No han entendido todavía que por mucho que hagan todo eso no van a callarnos ni en la calle ni en las urnas?

Pese a todo ello, Europa no ha defendido a Catalunya, ni siquiera ante los encarcelamientos. ¿Decepcionada? Y ¿cree que es definitiva esa posición?

Europa tiene problemas, no solo el problema español; lo hemos visto con los refugiados, con el Brexit, con su propia legitimidad... Los catalanes y los vascos fueron promotores en 1942 del movimiento europeo, cuando estaban en el exilio. Las primeras reuniones de ese movimiento se hicieron en el Casal Català y la Euskal Etxea de Londres, junto con los franceses. A europeístas no nos gana nadie, y menos España, que es quien más multas tiene ahí. Pero es cierto que Europa no ha sido un buen ejemplo, no solo para Catalunya, sino para los pueblos en general. Volviendo a 1942, el lehendakari Aguirre proponía una Europa de los pueblos, pero lo que salió de allí al final fue una liga de Estados y en la que además unos tienen más peso que otros. Somos europeístas, pero está claro que tienen que cambiar. ¿Si es definitivo? No pueden ignorar que parte de nuestro gobierno está exiliado en la capital de Europa. Y la opinión pública europea sí se está posicionando en favor de solucionar el problema catalán. Ha dejado de ser un problema doméstico.

Hemos hablado de decepción con la izquierda española, con Europa... ¿y con Euskal Herria? Por un lado, no se ha puesto en marcha un «segundo frente», y por otro, el lehendakari Urkullu se ha situado como mediador y no junto a Catalunya...

Durante muchos años se nos ha dicho a los catalanes que éramos vascófilos, que teníamos «vasquitis». Yo nunca lo he sentido así; he estudiado el tema vasco pero desde el interés evidente que tenía. Ahora parece que se ha dado la vuelta a la situación y que son los vascos quienes miran con atención a Catalunya. Me gusta más verlo en estos términos que a nivel de gobiernos, porque ahí sí que es verdad que no vemos el apoyo que nos hubiese gustado tener. Hay declaraciones de Urkullu que no nos han gustado nada, muy conservadoras para venir de un partido que se llama Nacionalista Vasco. Declaraciones muy en la línea de defender una Constitución que hace aguas por todos los lados. ¿Decepción? Bueno, yo creo que él quiso hacer una mediación aquel día 26, pero ya sabemos en qué acabó eso; en amenazas.

Miremos al futuro. Si asumimos que se entra en una fase nueva, con plazos más largos de lo que parecía, habrá que ir aumentando las mayorías. ¿Cómo se hace eso?

Ojo, cuando hablamos a largo plazo siempre es para desarrollar la República catalana. No estamos hablando de asentar una autonomía, de un acuerdo fiscal o un Cupo vasco. Aquí hemos venido a hacer un Estado, no a lograr una autonomía más grande. Estamos en la ruptura, y por eso sabemos que pasado mañana no vamos a ser un Estado reconocido por la ONU cuando tienes un Estado en contra.

Pero ¿no le hace falta al independentismo mayoría más sólida, no tiene un problema ahí?

Hace falta mayoría más sólida, pero hace falta sobre todo democracia, y democracia es 50+1. No podemos hacernos trampas en el solitario. Ahora estamos en unas elecciones que se deciden en escaños. Lo ideal sería, por supuesto, también ganar en votos. Y luego sí, seguir convenciendo a la gente de que un Estado es mejor para todos. Y de que el 155 es un desastre; están frenando partidas para comprar libros, ayudar a entidades sociales... Va a afectar a independentistas y no independentistas.

A nivel personal, ¿por qué se ha animado ahora a dar este paso? ¿Pesa el temor a la represión?

A mí no, pero porque soy muy terca. Le explico mi caso. Me doctoré el 18 de julio, precisamente el 18 de julio. Y pensaba irme a Estados Unidos a hacer una investigación sobre vascos y catalanes en el exilio. En ese contexto, lo que ocurre en Catalunya es que estamos todos muy politizados, no porque nos hayan adoctrinado como dicen, sino porque hay motivos y hay una dinámica continua de manifestaciones, cadenas humanas, cajas de solidaridad (algo que solo había visto en el País Vasco)... Y entonces, cuando llegan estas elecciones enseguida empezamos a compartir una preocupación por ir juntos. Nos empezamos a mover, hablo por primera vez con políticos de verdad y resulta que en dos días tenemos 200.000 firmas y en una semana casi 500.000. Pero no logramos hacerlo y entonces me llaman desde Bruselas para decirme que el presidente cree que lo mejor es presentarse con una lista transversal con muchas personas independientes. Y cuando te llaman para el proyecto de tu president y crees en tu país y en la independencia, ¿cómo vas a decir que no? El problema luego es el que has citado; que cuando se lo cuento a mi madre, me dice que estoy loca y que me meterán en la cárcel. Y esto es lo que yo no quiero para mi país, esto no es normal.