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Analisia | Manifiesto del Partido Socialista Europeo

Hacia una nueva Europa

Las menciones del Partido Socialista Europeo a la necesidad de que los inversores asuman también las pérdidas de los bancos, no sólo sus ganancias, o de que se separen banca comercial o de inversión, constituyen para los autores un importante avance, aunque creen que llegan muy tarde. El hecho más llamativo radica en la dedicación de un apartado específico de este manifiesto al sector financiero. Es significativo porque se trata de un ámbito cuidadosamente esquivado por socialistas españoles y franceses.

El manifiesto «Hacia una Nueva Europa», presentado por el Partido Socialista Europeo ante las elecciones al Parlamento europeo del 25 de mayo tiene algunos aspectos de interés que merece la pena comentar, especialmente ante los recientes posicionamientos de los partidos socialistas español y francés con respecto a las políticas europeas.

El hecho más llamativo radica en la dedicación de un apartado específico de este manifiesto al sector financiero. Es significativo porque se trata de un ámbito cuidadosamente esquivado por socialistas españoles y franceses y que explica, en buena parte, la incapacidad de estos dos partidos de establecer programas de gobierno coherentes.

El apartado indicado, con el título de «El sector financiero al servicio de los ciudadanos y de la economía real», junto a importantes avances, contiene algunos aspectos discutibles, comenzando por la propia valoración de lo sucedido durante la crisis financiera. El documento indica que «los europeos y europeas se han visto obligados a pagar por los errores y la irresponsabilidad de un sector financiero no regulado. El rescate de los bancos ha costado 1,6 billones de euros a los contribuyentes».

Esta argumentación es más que discutible. La cifra de 1,6 billones de euros es sensiblemente inferior a la realidad. La Comisión Europea, ya en 2009, apuntaba a un 13% sobre el PIB de la Unión Europea, sólo teniendo en cuenta las ayudas directas. Pero esto no es lo más importante. El texto del documento parece intentar justificar lo que la socialdemocracia -y otros partidos europeos- han hecho durante estos años con la expresión «los europeos y europeas se han visto obligados a pagar». Como EKAI Center viene explicando desde el estallido de la crisis, esto no es cierto.

La prueba más evidente de que los rescates bancarios no eran algo «obligado» es el propio posicionamiento de las instituciones de la Unión Europea. Ya la Comunicación de la Comisión Europea de 2010 valoraba el proceso de rescate bancario con una frase muy expresiva: «Hay un consenso en que esto jamás debe volver a suceder». Este es también el sentido de la nueva normativa europea sobre resolución de entidades financieras y nada menos que el del propio Manifiesto del PSE europeo que analizamos cuando -probablemente en alusión a esta nueva normativa- plantea que «los inversores deberían asumir también las pérdidas de los bancos, no sólo sus ganancias».

Como otros partidos, lo primero que deberían hacer los socialistas europeos es una autocrítica no superficial, sino de fondo, sobre lo sucedido. Y ello requiere, en primer lugar, reconocer que el proceso de rescate bancario no era algo «obligado» sino una barbaridad que no debería haber sucedido jamás. Una barbaridad que no es producto del error sino producto de una incapacidad estructural de ciertos partidos para hacer frente a determinados poderes fácticos y ponerse al servicio de los intereses generales. Como consecuencia de ello, la socialdemocracia en estados como el español o el francés debería también reflexionar sobre cuáles son las razones estructurales que han impedido a estos partidos hacer lo que había que hacer y defender los intereses generales como deberían haberlos defendido.

Afirmar en mayo de 2014 que «los inversores deberían asumir también las pérdidas de los bancos, no sólo sus ganancias» es, evidentemente, un avance conceptual muy positivo, pero también es un posicionamiento adoptado demasiado tarde cuando, en coherencia con sus objetivos ideológicos, los partidos socialdemócratas deberían haber sido los primeros en impulsar estos planteamientos y no en 2014 sino en 2008.

De especial interés es también la mención expresa del documento de los socialistas europeos a la separación de la banca comercial y la banca de inversión: «Estableceremos cortafuegos eficaces entre la banca comercial y la de inversión». El hecho de que el concepto al menos se mencione es, en sí mismo, muy positivo, especialmente en este momento. Aunque la situación crítica del sector bancario requeriría que este compromiso se asumiera de forma más rotunda y, sobre todo, más urgente. No estamos hablando de un planteamiento de interés «para futuras crisis». Se trata de un mecanismo esencial para permitirnos superar la actual y, sobre todo, para evitar el desastre que para la economía real puede suponer la caída de los grandes bancos occidentales si antes no se adoptan las necesarias medidas de aislamiento de la banca de inversión. Y esto puede suceder en cualquier momento.

La crisis estratégica de los partidos socialistas en estados como el español o el francés tiene mucho que ver con una permanente huida de la realidad, evitando hacer frente a los retos básicos de nuestra sociedad y abandonando las estrategias de desarrollo productivo y de financiación del mismo en manos de los partidos conservadores o centristas y evitando a toda costa profundizar en las cuestiones claves de economía política que afectan al conjunto de Occidente.

Intentar construir «una nueva Europa» e incluso intentar ser verdaderos protagonistas de este proyecto sin asumir los retos fundamentales de nuestra sociedad y nuestra economía es poco menos que imposible. Los socialdemócratas están obligados a superar esa permanente contradicción conceptual si realmente aspiran a continuar siendo un referente de progreso para la sociedad europea.