Alberto CASTRO

Alibaba, el gigante chino del comercio electrónico que bate records en la bolsa

La salida a bolsa de Alibaba ha hecho historia. Su oferta pública de acciones en Wall Street le reportó un total de 25.000 millones de dólares. En el día del estreno se alcanzaron los 21.800 millones de dólares, mientras que los seis bancos colocadores ejercieron su derecho para comprar acciones adicionales por valor de 3.200 millones de dólares. Este gigantesco músculo financiero le permite ya convertirse en un serio enemigo de las compañías occidentales.

Las cifras superan a las alcanzadas en 2010 por el Agricultural Bank of China, que pudo captar hasta 22.100 millones de euros. Además, palidecen los resultados obtenidos por otros grandes, en este caso de Estados Unidos, como Visa o Facebook.

La primera era, hasta el viernes 19 de setiembre, la mayor Oferta Pública de Venta (OPV) de la historia al captar 17.600 millones de dólares, mientras que el sitio web de redes sociales obtuvo 16.000 millones de dólares. Los mareantes números logrados por Alibaba tras su aterrizaje en Nueva York han dado un vuelco al ránking de las compañías tecnológicas por capitalización bursátil.

Así, esta empresa fundada en 1999 por Jack Ma en Hangzhou, pasaba a ocupar el día de su estreno el cuarto lugar al valorarse en 227.000 millones de dólares. Solo le superaban Apple (611.000 millones de dólares), Google (400.000 millones de dólares) y Microsoft (384.000 millones de dólares). También se coloca en el undécimo puesto de las corporaciones más grandes cotizadas en Nueva York, por encima de Pfizer, Coca-Cola o Bank of America.

¿Qué es Alibaba?

El sonoro éxito de su salida a bolsa, pese a que el gran público no tenía referencias muy claras sobre su negocio y su implantación, básicamente en el propio mercado chino, da pie a hacerse preguntas sobre las claves de esta efervescencia para una empresa de apenas 17 años. Además, llega sin haber inventado nada, ya que otras compañías norteamericanas, especialmente Ebay, Amazon, Google y Paypal, le han enseñado el camino para llegar a la cumbre del comercio electrónico por volumen de transacciones.

Para empezar, y aquí está lo extraño de su éxito, es una corporación que no tiene implantación fuera de China, aunque sí vende en muchos países. Ahora controla el 80% del comercio electrónico en China, pero espera crecer más después de su espectacular recaudación en la OPV con la adquisición de firmas especializadas en distintos campos de la tecnologia.

La corporación es, básicamente, un «todo en uno» del comercio, el móvil e internet, y desde su fundación ha ido creando un conglomerado de negocios, empresas y servicios que están teniendo un gran éxito.

Entre esas compañías, se destacan, además de Alibaba Internacional (Alibaba.com) -la conocida fuera de China, dedicada al comercio mayorista global-, Taobao -especializada en comercio entre consumidores, parecido a Ebay-, Tmall -web de comercio entre empresas y consumidores para productos de calidad-, Alipay -similar a Paypal- y eTao -buscador de tiendas-. Dispone, asimismo, de servicios en la nube al estilo GoogleDrive. Hace dos años compró la mayor red social china y una firma de internet por móvil. En su web, la corporación destaca diez filiales, aunque tiene muchos más negocios. Los datos económicos son apabullantes. Su plantilla es de 25.000 empleados y el año pasado tuvo un beneficio de 3.500 millones de dólares y unos ingresos de 8.000. En el segundo trimestre de 2014 ya había obtenido 1.990 millones de beneficio.

A través de su plataforma se vendieron en 2013 productos por valor de 248.000 millones de dólares. Hasta 279 millones de personas usaron sus portales para comprar de junio de 2013 a junio de 2014. Los ingresos proceden de las comisiones por las ventas realizadas a través de los portales, del cobro de los anuncios colocados en las páginas y la explotación de los posicionamientos preferentes de las empresas en el motor de búsqueda, al estilo de Google. Los principales socios son, además del propio fundador que ostenta el 8,9%; Yahoo, que tenía un 22% antes del estreno en bolsa; y Softbank, con un 34%.

Hasta ahora todo parece bien encaminado, aunque los más prudentes hacen hincapié en las «particularidades» de una empresa china, lo que, realmente, poco ha importado a los compradores de acciones. En el primer día de cotización ganaron un 38%, al pasar de 68 a 93 dólares. El pasado miércoles su precio de cierre era de 88 dólares.

Precauciones

Las objeciones a este grupo, que opera en Nueva York a través de una filial de las islas Cayman, son varias y de enorme interés.

La primera es la sujeción de los accionistas a un papel irrelevante, dado que el gobierno corporativo de la compañía es cerrado. Cualquier disputa deberá dirimirse en los tribunales chinos, con el consiguiente riesgo de no ser escuchado, según advierten los expertos. Y es que su regulación no admite los estándares internacionales por la propia configuración del sistema. Este obstáculo, junto al origen de la corporación, le impide formar parte del S&P 500 a pesar de su tamaño.

En segundo lugar, muchos analistas ponderan al alza los riesgos geopolíticos y de crecimiento del gigante asiático. Además, creen que su liderazgo en el comercio electrónico dentro de China podría estar comprometido si la reciente alianza formada por el conglomerado inmobiliario Wanda, el principal buscador del país, Baidu, y la mayor red social, Tencent, construye una alternativa eficiente.

En el plano práctico, la plataforma de Alibaba no evita la posibilidad de que los clientes extranjeros sean objeto de estafas cometidas por los proveedores chinos, tal como exponen en internet muchos consumidores internacionales. Frente a estas críticas y denuncias, la compañía esgrime la imposibilidad de verificar cada operación de compra-venta y defiende la eficiencia de su sistema de control con calificaciones de fiabilidad.

En última instancia, se define como intermediario al facilitar el contacto entre compradores y vendedores. Por tanto, no garantiza el éxito de las transacciones, aunque dispone de un departamento para tratar de solucionar las disputas entre las partes si no hay acuerdo. Ahora bien, su intervención no tiene ninguna consecuencia legal.