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GASTEIZ

La violencia machista, más invisible en la Araba rural

El diagnóstico de situación de la violencia machista en las Cuadrillas de Araba elaborado por la Diputación Foral advierte de la invisibilización de esta violencia en la zona rural del territorio, con casos de mujeres que la han sufrido «durante décadas». La media de edad elevada en núcleos de población aislados y la presión social que en muchos casos padecen las mujeres figuran como principales factores para que la violencia de género permanezca oculta.

Un estudio centrado en la situación de la violencia machista en las Cuadrillas de Araba ha detectado una «preocupante» invisibilización de este tipo de violencia. El diagnóstico, que abarca el periodo 2012-2017, fue presentado ayer en el Artium de Gasteiz durante la jornada organizada por la Diputación alavesa y la asociación Clara Campoamor.

El pequeño tamaño de muchas de las localidades, el temor al «qué dirán» y la elevada media de edad de la población son factores de la zona rural que influyen en el panorama de la violencia machista. Según explicó su autora, Norma Vázquez, todo ello ha provocado, además, «una normalización de la violencia de género» en estas zonas, en las que sólo se percibe como tal el maltrato físico y se obvian otras situaciones, como minusvalorar a las mujeres, el hecho de considerarlas inadecuadas para ciertas tareas o responsabilidades, el control de la economía en los hogares y el trato desigual.

El estudio no incluye datos de la cuadrilla de Gasteiz y se centra en las cuadrillas de Aiara, Llanada Alavesa, Rioja Alavesa, Gorbeialdea, Añana y Mendialdea.

En él se aportan datos de las denuncias recibidas en las comisarías de la Ertzaintza entre 2015 y 2016, con una especial incidencia en la zona de Aiara, que agrupa los principales núcleos de población del territorio tras Gasteiz: Laudio y Amurrio.

Para elaborar el informe también se han recogido testimonios de algunas víctimas, así como de agentes sociales del entorno a los que les llegan estos casos, y en él se advierte de un «cambio de percepción social» que la sociedad tiene de la violencia machista, lo que ha permitido una mejora.

Pero el control social sigue siendo una de las trabas que impiden que las mujeres se atrevan a denunciar y los expertos han constatado que, con una media de edad de 50 años, «las mujeres que sufren el maltrato e inician el camino de salida llevan muchos años enfrentando la violencia».

Recomendaciones para acompañar, prevenir y concienciar

En el apartado de recomendaciones, el diagnóstico ve prioritario trabajar la violencia machista con las mujeres mayores y no exclusivamente por la que sufren por parte de su pareja, sino también la que pueda estar tolerando por parte de otros familiares. Una de las conclusiones que llama la atención es que las víctimas tienden a abandonar su espacio de residencia habitual para poner distancia del agresor, siendo frecuente que muchas se trasladen a la capital. El estudio advierte de que esto supone «un apoyo, no explícito, para con los agresores y no con las víctimas».

Por ello, plantea impulsar acciones de sensibilización y prevención, profundizar en conocimiento de las formas de violencia en colectivos de mujeres con mayor grado de vulnerabilidad y elaborar protocolos comarcales. También considera vital que todas las cuadrillas cuenten con el personal, los recursos, la formación y las herramientas necesarias para la atención a las víctimas.GARA