Xabier Benito
Eurodiputado de Podemos-Ahal Dugu

La UE se ahoga en el Egeo

La Unión Europea ha sido débil ante la deriva xenófoba de los gobiernos de derechas. La cuestión a debate ha pasado a ser si pagamos a Turquía 3.000 o 6.000 millones de euros por los ‘servicios’. Planteamos expulsar a personas con derecho al asilo a un país que no garantiza el cumplimiento de los derechos humanos.

La crisis de las personas refugiadas no es sólo una crisis humanitaria. Si no que también está siendo la crisis de la Unión Europea. La situación actual hace saltar por los aires los supuestos valores en los que, al menos en la literatura, se basaba. Un torrente de sufrimiento venido desde oriente próximo que ha sacudido el ya frágil y cuestionado proyecto europeo. ¿Por qué?

La semana pasada tuve la oportunidad de desplazarme junto con los eurodiputados Miguel Urbán y Malin Björk (Suecia) a los campamentos de refugiados y refugiadas en Dunkerque y Calais, la puerta del eurotúnel camino a Reino Unido. La situación allí es humanamente deplorable y humanitariamente urgente. Unas 8000 personas entre los dos campamentos en condiciones de total abandono. La situación para mujeres y menores es peor, pues son víctimas también de abuso sexual: 7 adolescentes en los últimos 6 meses según las organizaciones que allí trabajan. No es algo nuevo, lo que se denomina ‘la jungla’ de Calais lleva en pie desde 2002 y fue demolida anteriormente en 2009, aunque la necesidad la volvió a levantar. La ONG Médicos sin Fronteras, con la colaboración del Ayuntamiento de Grande-Synthe, abrían este lunes un campamento de acogida con cabañas de madera vacías, sin equipamiento, para 1.500 personas ampliable a 2500. La estimación que hacían era de completarlo a mediados de semana, lo que demuestra la gran situación de necesidad que existe. Es parecida a la alternativa que da el gobierno francés al desalojo de Calais con excavadoras y fuego (sin exageraciones): barracones de containers a 500 metros del campo. ¿Puede un gobierno de Europa ofrecer esto como solución a una familia refugiada de la guerra?

En el mar Egeo la situación es parecida. La actuación desde los instrumentos públicos es mínima: ante 1,25 millones de personas que han cruzado el Mediterráneo la cifra aproximada de fallecidas es de 3.000 personas. Son bomberos y socorristas voluntarios y voluntarias quienes peinan las rutas de Turquía a Lesbos y de Lesbos a Grecia para rescatar a los botes que se hunden por malas condiciones de la embarcación o meteorológicas. La Unión Europea ha desplegado a Frontex, una agencia de control de las fronteras exteriores y sin carácter de salvamento. El problema son las mafias, se argumenta, y hay que luchar contra ellas, como si las mafias hiciesen contrabando de tabaco simplemente. «Estaban mirando desde la cubierta de su puto barco mientras que los pescadores turcos y griegos y nosotros nos batíamos el cobre en el mar» relataba en una entrevista un voluntario de Proactiva, refiriéndose a agentes de Frontex. Además de un nuevo aumento del presupuesto para seguridad en 2017, la propuesta de la Comisión Europea es reformar Frontex en una eufemística «Agencia Europea de fronteras y guardacostas» que no necesitará permiso de los Estados para intervenir, podrá desplegar sus efectivos para retorno de «inmigrantes ilegales», algo que el alto comisionado de la ONU para los refugiados calificó esta semana de «contrario al derecho internacional», y un aumento de la independencia para actuar en terceros países, como Turquía.

Y es que Turquía se va a convertir en el socio prioritario de la Unión Europea para la guarda de las fronteras exteriores de Schengen. Seremos, ahora más que nunca, una Europa fortaleza que externaliza el ‘almacenaje’ de los refugiados y refugiadas que no hemos querido acoger dentro. Lejos quedan las conversaciones sobre reparto de cuotas, lejos o alejadas. La Unión Europea ha sido débil ante la deriva xenófoba de los gobiernos de derechas. La cuestión a debate ha pasado a ser si pagamos a Turquía 3.000 o 6.000 millones de euros por los ‘servicios’. Planteamos expulsar a personas con derecho al asilo a un país que no garantiza el cumplimiento de los derechos humanos como la libertad de prensa o manifestación. Que masacra al pueblo kurdo con armas químicos mientras estos luchaban contra el Daesh. Estos son los socios que la Unión Europea legitima con este tratado. ¿Cómo denunciará la UE y el Parlamento Europeo las violaciones de derechos humanos cometidas en Turquía y en Kurdistán?

Como decía al principio, esto es lo que arrastra al proyecto Europeo al abismo. Lo que convierte a la Unión Europea en un club con distintas normas: unas para la ‘business class’ de los Estados Miembros y otras muy distintas para los turist o los de la bodega. Una UE firme en lo neoliberal pero floja y delincuente con el derecho internacional humanitario. Necesitamos un proyecto común e internacionalista europeo que ilusione y que cumpla con los derechos sociales y humanos dentro y fuera. Porque dentro y fuera es algo que al acercar la vista a la divisoria se difumina, y las personas y familias que ahora son asesinadas en las fronteras no son tan diferentes del escritor y lector de estas líneas.

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