Jesús Mª Aragón Samanes
Secretario General Federal del Partido Carlista

Mentiroso y sectario

Es preocupante que, junto a su conmilitón Mayor Oreja, el de la vida plácida vida en la cruel dictadura franquista, se sitúe al lado de los que jalean a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, al grito de ¡a por ellos!

A cuenta del referéndum anunciado por el Govern catalán para el próximo 1 de octubre, Fernando Savater, desde su multipremiada cátedra particular decía que la cárcel les vendría bien a algunos dirigentes catalanes. Dice también que tanto «el nacionalismo vasco como el catalán es el retorno del Carlismo, que ha sido el gran mal de la Historia moderna. Lo que ha impedido que España tuviera una democracia liberal avanzada ha sido la presencia clerical, detestable, separatista de los carlistas». Al decir esto, miente, y sabe que miente. Las ideologías nacionalistas se han incubado, han surgido, y han sido alimentadas por el liberalismo vencedor militar, a sangre y fuego, del carlismo voluntarioso. No ha habido Cortes mayoritarias, ni Gobiernos centrales carlistas desde el nacimiento del Partido Carlista. Esta constatación histórica es tan evidente que pone de manifiesto la desfachatez, hipocresía y resentimiento de Fernando Savater, tal vez porque su ideología liberal, con todo el poder económico y militar en sus manos, no ha podido con el Carlismo.

El Carlismo no es una ideología nacionalista, ni separatista por tanto. Cuando nació el Partido Carlista existían reinos, naciones, regiones, comarcas, veguerías…, claro que sí, como hoy en día, aunque él diga que no existe ni Catalunya ni los catalanes; es tan evidente… que no necesita demostración, aunque si quiere una no tiene más que ir a Cataluña, o leer lo que allí está pasando estos días. Se vive en un lugar en el que viven otras personas con las que se comparten una serie de valores sociales y culturales; cuantos más mejor, pero queridos, no impuestos.

Es preocupante que, junto a su conmilitón Mayor Oreja, el de la vida plácida vida en la cruel dictadura franquista, se sitúe al lado de los que jalean a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, al grito de ¡a por ellos!, que estos días van a Catalunya no sólo a impedir un acto ilegal porque así lo quiere el Gobierno central del PP, sino que también, y como de paso, van a impedir y reprimir derechos humanos y políticos fundamentales como son la libertad de expresión, de comunicación, de reunión y de manifestación pública, animados por los defensores de esta democracia formal liberal que, así, alimenta el fascismo sociológico residual existente.

Tampoco casa nada bien su afirmación de que el problema en Catalunya es la educación y propaganda con su pretensión de que sea el Carlismo el causante, pues ni la una ni la otra han estado en manos carlistas sino que se ha producido en un contexto de democracia «liberal». Si la educación hubiera estado en manos del Carlismo, es seguro que esas imágenes, penosas y lamentables, que reflejan odio y resentimiento hacia nuestros hermanos catalanes, no hubieran sido posibles, otro gallo nos cantaría, y la sociedad española sería más equilibrada.

De todo lo que le parece negativo en España, Savater no tiene que buscar causas fuera de su mundo «liberal», porque la ideología dominante es la suya, la «liberal», que se demuestra impotente para dar una solución positiva a los problemas que ella misma crea.

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