Juan Carlos Pérez Alvarez

Santoña, el Dunkerque fallido vasco

Si no hubiera habido pacto de Santoña, hoy sería la masacre de Santoña. No fueron muchos, los que había, que se vieron obligados a rendirse a las tropas italianas. El acuerdo, brevemente, respetaba la vida de los gudaris, y de la sociedad civil vasca, y el derecho a muchos a escapar en buques ingleses que se irían dando el relevo hasta completar el cupo, hacia las costas de Euzkadi Norte, el País Vasco francés. Lamentablemente los italianos no cumplieron su palabra y nos entregaron a los franquistas.

Asumimos a través de la gran pantalla ese reclamo de que cuando un grupo expedicionario británico se quedó atrapado entre las terribles fuerzas del Tercer Reich y el mar del Canal Inglés, cuando no pudieron regresar al país, fue el propio país el que acudió en su rescate. Emoción a raudales. Ciertamente no se cuenta que no sólo hubo yates y barcos de recreo sino que se movilizó a la flota pesquera para el fin de, como en una carrera de relevos, del más pequeño, y por tanto accesible a las playas, a los grandes buques, en pocos días, proceder al rescate de soldados británicos y algún francés. Ah, claro, ahora no resultará risible recordar la Marina Auxiliar de Euzkadi, basada en buques pesqueros artillados. Si los ingleses lo usan, bien. Si lo hacen los vascos, bueno… y es que los ingleses saben vender su historia. Bien lo sabe Blas de Lezo y la batalla de Cartagena de Indias, pero esa es otra historia. La cuestión a recordar el 24 de agosto de 2017 es el 80 aniversario de uno de los tristes gloriosos momentos de la historia vasca: la rendición en Santoña.

Seguramente no se crea, pero la guerra civil española se perdió en el primer mes de combate. Luego la cosa siguió, pero las líneas generales ya estaban trazadas. Y sin armas, es difícil ganar una guerra. Solo 40 aviones hubieran salvado Bilbao de caer. Pero no fue posible nada de nada. Aún así hay que recordar que si bien Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Francia y las fuerzas expedicionarias británicas aguantaron 6 semanas de combates frente a la blitzkrieg alemana, las tropas vascas aguantaron 12, 3 meses, frente a la ofensiva final sobre Bizkaia, en un tramo entre Gernika y Bilbao (unos 30 kilómetros). Lucharon, a pesar de estar mal equipados. Y el mismo día que cayó Santander fue el día en que cayó la última localidad de las encartaciones, la villa de Lanestosa. Y es que no fue por no querer luchar fuera de tierra vasca, sino la falta de medios lo que impidió seguir el combate.

Aguirre, nuestro Lehendakari y Ministro (Consejero) de Defensa pretendió trasladar el Euzko Gudarostea a Catalunya, vía Francia. Precisamente estaba reunido con el Gobierno francés en París cuando desde Valencia le denegaron la posibilidad. Y es que la combinación vasca y catalana sobre suelo de Catalunya hubiera podido, según las calenturientas mentes de algunos unionistas republicanos, llevar a derroteros peligrosos de la unidad de España. Se han dicho muchos mitos. ¿Que Bilbao se rindió sin pegar un tiro? Mentira, ahí está la épica batalla en Artxanda, con un Bilbao perdido, los gudaris dando su vida para permitir unas horas más a la evacuación. "De Gernika a Nueva York, pasando por Berlín", libro imprescindible. ¿Que no se volaron las fábricas? Bueno, no era responsabilidad del PNV, pero vamos, que tampoco se volaron empresas en Reinosa y Asturias, y de eso no hay memoria, parece. Y es que tras la guerra, el pueblo tenía que seguir viviendo. Y lo que siempre ha tenido EAJ-PNV es un sentido de pertenencia y de responsabilidad. Y de saber lo que toca hacer en cada momento.

Sin armas, sin aliento, sin salida. Se olvida que el franquismo entró por el escudo hacia Torrelavega, cortando el paso hacia Asturias. Y es que no se pudo llegar, pasado un momento. Y es por eso que en Santoña se rinden fuerzas diversas, de todo signo político. Era una necesidad objetiva. Y es por eso que poco después el Consejo de Asturias declaró la independencia para intentar buscar un acuerdo parecido… pero ya era tarde, muy tarde. 5.000 muertos de saque. Descansen en paz. Si no hubiera habido pacto de Santoña, hoy sería la masacre de Santoña. No fueron muchos, los que había, que se vieron obligados a rendirse a las tropas italianas. El acuerdo, brevemente, respetaba la vida de los gudaris, y de la sociedad civil vasca, y el derecho a muchos a escapar en buques ingleses que se irían dando el relevo hasta completar el cupo, hacia las costas de Euzkadi Norte, el País Vasco francés. Lamentablemente los italianos no cumplieron su palabra y nos entregaron a los franquistas. Ahí Juan de Ajuriaguerra, muñidor del acuerdo, y a salvo en Euzkadi Norte, volvió volando a Laredo, para asumir en primera persona la suerte de los gudaris. Compromiso, lealtad, humanismo. Así es como se construye, desde la firmeza de las convicciones, aplicadas en el día a día, incluso en los peores momentos. No pudo ser, pero el pacto, mal que bien, dio la oportunidad para frenar desmanes que otros tuvieron que sufrir. A nadie le gusta una guerra, y a nadie le gusta tener que rendirse. Pero, de tener que hacerlo, como en todo, siempre hay que buscar el mejor de los escenarios posibles. Y ante eso, con pragmatismo y posibilismo, honremos hoy lo que hicieron nuestros mayores, por mantener la cadena sólidamente unida. Katea ez da eten. Y pensaron que llegarían días mejores. Que un día la noche daría paso a un amanecer. Y ese amanecer llegó, y es gracias a ello que hoy vivimos en la Euzkadi que tenemos. Eskerrik asko, Euzko Gudarostea. Eskerrik asko, Euzko Alderdi Jeltzalea. Eskerrik asko, Euzko Jaurlaritza. Gora Euzkadi Askatuta!

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