Josu Ibargutxi
Frankismoaren krimenen aurkako Euskal Plataforma

Un hombre justo

«Ustedes los vascos tienen infinidad de razones para ser pioneros en las denuncias contra la impunidad franquista, porque sufrieron mucho tras el golpe militar de 1936 con los bombardeos de Gernika y tantas otras ciudades y pueblos; sufrieron mucho durante la dictadura y el tardofranquismo al lanzar a miles de jóvenes al combate antifranquista… Y también tienen más razones, porque incluso disponen de instituciones más sensibles a la impunidad que en el resto del Estado. ¡Déjense de macanas y anímense a trabajar!».

Son las palabras que Carlos Slepoy, desde su silla de ruedas, nos dirigió a Sabin Arana y a mí tras los primeros días de conocernos en nuestro primer viaje a Buenos, en el año 2012, para indagar en lo que era la que luego se ha venido en llamar «Querella argentina».

Durante estos últimos cinco años la firmeza y la convicción de aquel hombre, que nos impactó desde el primer momento, dio paso a una relación que fue estrechándose hasta acabar tejiendo lazos de amistad más allá de los lazos que la lucha conjunta contra la impunidad va tejiendo.

Carlos Slepoy era un hombre que tenía un gran respeto a Euskal Herria. Durante los últimos años procuraba venir cuanto podía, para explicar la importancia de la lucha permanente contra esa impunidad que resquebraja las bases mismas de cualquier sociedad y de la propia democracia. Su profundo sentido de la Justicia, de sus experiencias en Argentina, Chile, Guatemala…las fue desgranando en jornadas públicas organizadas en el Paraninfo de la UPV en Bilbo; o en el Museo San Telmo de Donostia; o en la Sala Artium de Gasteiz; o en Pamplona… A pesar de sus grandes dificultades físicas, se prestaba a participar en cualquier jornada, debate, reunión… donde se abordara la lucha contra la impunidad franquista.

Saludó y aplaudió sobremanera la iniciativa que ya durante los años 2012, 2013, 2014… originó el apoyo institucional de un gran número de ayuntamientos vascos a la «Querella Argentina», cuyas resoluciones propuso fueran enviadas inmediatamente a la Jueza Servini para que apreciará el apoyo que tenía la Causa 4591/10 que estaba en sus manos. Ello originó el primer viaje de la Jueza a Euskal Herria y a otros lugares del Estado en el año 2014.

Y nos felicitó con gran satisfacción por un hecho que nunca antes se había dado: que una importante institución autonómica del Estado, como el Gobierno Vasco, concediera el Premio René Cassin de Derechos Humanos 2015 a la «Plataforma Vasca para la Querella contra los crímenes del franquismo» por el trabajo que viene realizando contra la impunidad. «¿Víte cómo al final se consiguen las cosas, boludo!?» me espetó.

Su profundo conocimiento de la legislación internacional en materia de Derechos Humanos, de la jurisdicción internacional sobre genocidio y crímenes de lesa humanidad, de la Justicia Universal, hicieron de él un referente jurídico imprescindible. La experiencia personal que le tocó sufrir durante la dictadura argentina, donde fue encarcelado y torturado, y de donde consiguió huir a Madrid a finales de los años 70, le reforzaron sobremanera la necesidad de luchar contra la impunidad. El disparo de un policía español borracho, que le alojó una bala en la columna vertebral dejándolo parapléjico, hizo el resto.

Sus últimos cuarenta años en silla de ruedas no le han impedido continuar en la lucha. Han sido años muy fructíferos para la Memoria Histórica de Euskal Herria y de los demás Pueblos del actual Estado español. Y lo han sido por el tesón de esta Hombre Justo que ha recorrido todos esos Pueblos animando a luchar sin descanso contra la impunidad franquista y todas las trabas y obstáculos pseudojurídicos con los que pretenden ningunearla.

Había depositado toda su esperanza en que, por fin, las instituciones locales y autonómicas dieran un paso al frente en esa lucha contra la impunidad franquista personándose directamente en la denuncia y querella criminal por todos sus crímenes. Animó a que los ayuntamientos abrieran querellas criminales, tanto ante la causa argentina como en los juzgados españoles, por los crímenes cometidos en cada municipio y donde las víctimas pudieran depositar directamente sus testimonios. Hoy ya tenemos un buen número de Consistorios, e incluso Justas Generales, tanto en Euskal Herria como en el Estado, que han decidido personarse y están tramitando sus denuncias.

El hecho de que durante el pasado año 2016 el Gobierno español haya intervenido para impedir en dos ocasiones, abril y octubre, la presencia de la Jueza Servini para interrogar a 19 imputados, y que al final, a través de la Fiscalía General del Estado haya tomado cartas en el asunto lanzando una circular donde se prohíbe a los Juzgados territoriales atender cualquier exhorto del Juzgado argentino para que las víctimas querellantes completen sus testimonios, o los 19 victimarios ya imputados declaren sobre sus posibles responsabilidades, demuestra que esa lucha a la que tanto ha aportado Carlos Slepoy empieza a preocupar a quienes quieren seguir ocultando tantos crímenes. Justamente a todos esos que claman por esclarecer algunos crímenes de ETA al parecer pendientes de aclarar.

Carlos Slepoy ha marcado un camino que, ya sin él, pero con su memoria en nuestro corazón, seguiremos con todas nuestras fuerzas para acabar con la impunidad franquista. Se lo debemos a él, que insistía en que no podía existir una sociedad libre y democrática si no hacía justicia con su pasado dignificando su Memoria. Porque con impunidad nunca habrá democracia.

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