Javier Orcajada Del Castillo

Europa deshumanizada

Ya deja de ser noticia y se convierte en ritornelo aburrido la diaria información de la muerte por ahogamiento de centenares de seres humanos, siempre negros y siempre pobres, que huyen de sus países víctimas del hambre. Mientras, las autoridades europeas democráticamente elegidas no tienen tiempo para preocuparse de esas minucias de personas sin papeles, incultas, que vienen en pateras para aprovecharse de nuestros servicios sociales gratis. La ciudadanía echa en falta algo de humanidad, puesto que son poco cultos, sí, pero personas. La respuesta de las autoridades, después de producirse innumerables episodios en los que perecen como si fueran pescado, como tienen que actuar con justicia y manejan fondos escasos, se limitan a mirar para otro lado, pues se debe mostrar una visión idílica de la marcha de la economía, aunque parece que con escaso éxito para la población, pero con mucho éxito para los bancos, multinacionales, defraudadores fiscales y corruptos. Cuando las autoridades consideran que el umbral de pateras con los ahogados correspondientes se supera, ponen en marcha los aparatos de emergencia y sociales adecuados y así la opinión pública se pacifica y reciben los elogios de la prensa por el humanismo y la eficacia de las autoridades comunitarias. Así incluso potencian las expectativas electorales, aunque sea a costa de vidas humanas. Pero como son negros, pobres y emprenden la aventura en condiciones peores que los animales, se consideran pequeños problemas que no deben perturbar la recuperación económica.. Las vallas de Ceuta y Melilla, es bien sabido, están convenientemente atendidas por guardias civiles preparados en psicología que cuidan con esmero y sin reparar esfuerzos a los que quieren entrar clandestinamente en el Paraíso, curiosamente negros y pobres, muchos de ellos sin oficio ni beneficio y con la aviesa intención de trabajar aquí para vivir. Mientras, se aprovechan de los servicios sociales que gratuitamente les presta nuestro gobierno. Alguna vez habrá que reconocer el generoso y poco difundido esfuerzo de nuestras instituciones sociales y policiales.

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