Javier Orcajada Del Castillo

Inmatriculaciones inmobiliarias de la Iglesia católica

La noticia saltó a los medios y tenía todos los visos de ser una exageración de escaso gusto. El obispado de Córdoba había inscrito a su nombre en el Registro de la Propiedad la Mezquita, dejando de ser patrimonio público. Se valían de subterfugios legales, interpretaciones forzadas de leyes y la connivencia necesaria de las instituciones oficiales que tienen la competencia al respecto. No merece la pena describir el proceso tortuoso que se ha seguido, pero lo que queda para el imaginario de la población es que un monumento de tanta tradición simbolismo y con una historia que se remonta a los orígenes de España, se haya privatizado por la iglesia, inmatriculación se llama técnicamente, usurpando su carácter de lugar de culto de los musulmanes desde tiempos remotos. Además, le han cambiado el nombre, pues ahora se llama Mezquita Catedral de Córdoba, lo que antes era la Mezquita de Córdoba. Tendrá todas las justificaciones legales que sean, pues siempre habrá una ley para apoyar lo que deseen juristas agudos, con la connivencia de jueces sumisos, registradores venales y la eficaz presión de la jerarquía católica. No es algo novedoso, pues en Navarra la Diócesis ha llevado una política de inmatriculaciones masivas que comprenden infinidad de edificios, viviendas, garajes e incluso terrenos, todo ello con poca relación con el Evangelio que predicó Jesucristo. . Todas estas inscripciones de inmuebles a nombre de la diócesis en el Registro de la Propiedad se hace al amparo de una estrecha colaboración entre el Arzobispo y su equipo jurídico, negociado con la Diputación de Navarra y la ocultación de los hechos por el Ministro de Justicia, Gallardón. Curiosamente no se inmatriculan los lugares de culto, pues al manteniéndolos de propiedad pública, serán los organismos oficiales los que se tengan que preocupar de su mantenimiento y reparación, aunque siempre bajo la gestión de la iglesia. Hay que añadir la desmedida campaña de la jerarquía en contra de que les sea aplicado el IBI a los edificios propiedad de la Iglesia, lo que constituye una muestra del espíritu de renovación que pretende exteriorizar para mejorar la imagen excesivamente deteriorada a través de la historia plagada de corrupciones de un clero ambicioso y soberbio, la jerarquía en connivencia con el poder y la nobleza y el Papado de Roma enfangada en guerras y en escándalos sexuales, que una vez más pone en evidencia por medio de las políticas vergonzosas que está llevando a cabo con las inmatriculaciones a su favor de multitud de inmuebles.

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