Javier Orcajada Del Castillo

La huelga de los futbolistas

Una vez más, los jueces se posicionan en contra de la huelga. Curioso el argumento del perjuicio que causaría: ése debería ser para suspender los desahucios o cuando se rebajen los salarios. Puede repugnar que tengan ese derecho futbolistas millonarios que tratan de mantener sus privilegios fiscales para no tributar, pero es un derecho que les asiste, aunque no produzca ese rechazo el que haya banqueros que tributan simbólicamente al tener sus patrimonios en SICAVs. Sin olvidar que las estrellas del deporte lo son porque poseen unas facultades excepcionales que muy pocos tienen y que son valoradas por la sociedad porque le satisface, además de que mueven cifras escandalosas de las que sólo una pequeña parte son sus honorarios, pues la mayor es para los directivos, impuestos y para mantener a la población entretenida y no pida responsabilidades por otros motivos a los políticos y poderosos que necesitan mantener la chusma a raya.

Messi, Ronaldo, Casillas… son artistas únicos con unas facultades exclusivas para realizar una actividad delante de masas manipuladas, dirigidas por unos domadores que crean el espectáculo y que cumplen unos objetivos mucho más allá del deporte, pues es más que un espectáculo, es el bálsamo de Fierabrás del que se beneficia el Sistema, por ello Hacienda Pública no sólo les dispensa un trato de favor incumpliendo flagrantemente con el mandato constitucional de la igualdad de todos ante la ley. Las deudas fiscales y sociales del futbol son indignantes, si se compara con el trato que recibe el contribuyente normal ante una deuda con las instituciones. Los futbolistas protestan en reivindicación de sus derechos, aunque éstos sean los que amparan a sus figuras emblemáticas.

Otra cosa sería que se prohibieran salarios y emolumentos superiores a un determinado nivel, pero tendría que aplicarse no sólo a los deportistas de élite, también a los políticos, directivos de bancos, jueces y demás privilegiados. Mientras tanto, hay que reprochar la actitud sumisa de los jueces ante la presión intolerable de los clubs que no respetan los derechos de quienes son los protagonistas del «panem et circenses».

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