Javier Orcajada Del Castillo

Libertad conquistada y libertad otorgada

El Sistema siempre ha sido muy cauto a la hora de definir la libertad, pues está difundido que es una exigencia cada vez más valorada por la ciudadanía. Por eso en los mítines electorales los políticos alardean de promover la libertad. Pero la que ofrecen es otorgada: es la retórica del preámbulo de la Constitución o de las polémicas en las tertulias sobre temas intrascendentes que apasionan a la plebe y al escucharlas se siente libre. Libre para votar entre partidos que se ciñen a los límites de la Constitución vigilada por militares y proclamada por quienes aceptaron la Transición. Es la clase libertad asfixiante que nos han reiterado hasta la saciedad en la escuela controlada por maestros adoctrinadores o curas a los que se les encargó del control mental de los alumnos. Y en los medios dirigidos por profesionales bien cebados en los abrevaderos del poder. En cambio, los creadores de opinión se preocupan de potenciar la auténtica libertad: es la que se conquista a diario en los puestos de trabajo, en las aulas de la universidad por profesores o intelectuales críticos que la proclaman con el correspondiente riesgo de ser controlados e investigados por la policía política que tienen como responsabilidad que «la libertad no se convierta en libertinaje». Son los apóstoles de la máxima: «el límites de tu libertad está donde empieza la mía». Son las consignas que limitan realmente la libertad y que los expertos en control de las masas cuidan como el principal factor para estabilizar el régimen de libertades otorgadas y que no se desborde. La expresión máxima de esta clase de libertad otorgada es la que se ejerce en las elecciones periódicas en las que los candidatos de los partidos son subvencionados generosamente con fondos públicos para los que aceptan el sistema, pero ponen toda clase de limitaciones a los que legítimamente tratan de cambiar las leyes en busca de la libertad que los poderes del Sistema niegan sirviéndose de los medios más abyectos, tal como se está comprobando en la crisis que está provocando la convocatoria del referéndum en Catalunya, que el estado impide por considerarlo ilegal, para decidir si la población desea constituir un nuevo estado y salir de España. Es la libertad que el pueblo catalán quiere conquistar y la conseguirá si persiste sin desmayo en el intento, pero que saben bien que ese preciado valor de la libertad para decidir tiene que superar el duro proceso de superar los tremendos impedimentos que está poniendo el Estado español en defensa de la sagrada integridad de la patria. Lo que se consiga en Catalunya como consecuencia del proceso el 1-O será indicador de la libertad conquistada para todos los pueblos del Estado.

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