25N, el problema de todas y de todos

GARA recoge hoy, 25 de noviembre –junto a diferente reportajes y artículos de opinión en su edición y en el suplemento Gaur8– tres testimonios espeluznantes de víctimas de violencia machista: los dos forzosamente anónimos de las páginas 10-11 y el de la prisionera Sara Majarenas relatando por vez primera, en la página de la derecha, cómo vivió la agresión a su hija Izar. Sus historias ponen los pelos de punta, pero tanto o más tremebundo es constatar que solamente en la CAV hay actualmente constatada una amenaza latente para 4.500 mujeres. En pleno siglo XXI y en esta parte del mundo, ser mujer sigue constituyendo un plus de riesgo para la propia supervivencia. Y tal y como están mostrando las campañas de revelación de situaciones de acoso sexual, antes obviadas cuando no justificadas, esa es la punta del iceberg de una desigualdad incesante. El machismo emerge ahí como un problema de todas, pero también de todos en la medida en que está ahí su raíz. Una situación insoportable como sociedad.

El 25N luce en el calendario como fecha de movilización reciente y creciente. Qué duda cabe que la sensibilización ha aumentado mucho estos años, dando visibilidad a una violencia antes oculta pese a su carácter masivo y sistemático, aunque haya factores muy preocupantes como la reproducción de estereotipos machistas entre los jóvenes.

La concienciación era un paso imprescindible, sí, pero no resulta suficiente. Hacen falta resultados y eso conlleva otra apelación a todo el tejido social, a una batalla frontal en la que nadie se puede inhibir: desde las instituciones que siguen sin dar al tema tratamiento de problema de Estado a las estructuras de poder que perpetúan un esquema de desigualdad y también a las personas. Este 25N es un buen día para ponerse ante el espejo y reflexionar sobre qué puede aportar cada cual para acabar con esta lacra enquistada que no es un fenómeno atmosférico sino humano. O, más exactamente, inhumano.

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