Alcanzar la cima más importante del alpinismo

Los montañeros vascos Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza acaban de realizar una gesta alpina y vivencial de un incalculable valor humano. Tras ver truncada por la climatología adversa sus intentos de hacer cumbre por rutas no convencionales del Gasherbrum I y II, se toparon con una expedición comercial que tras hacer cumbre por la vía normal en el G-II llegó al campo base, dejándose a 7.100 metros de altura a un montañero en dificultades, deshidratado, con síntomas de congelación y que decía cosas inconexas. Horas después del duro y complicado descenso, los tres montañeros vascos volvieron a subir de tirón en doce horas y tras hidratarlo, alimentarlo y darle medicamentos consiguieron salvar la vida de su colega italiano y descenderlo hasta el campo base. Como ellos mismos la han definido, esta ha sido «su cima más importante: la vida».

Esta maravillosa historia condensa la memoria del montañismo, sus valores y experiencias profundamente humanas. Pero también muestra la otra cara, aquella en donde la competición y el mercado está cada vez más presente, aunque sea de manera inconsciente. Un montañismo este que prima hacer las cumbres más altas, en un tiempo récord, con la máxima edad, con más número de ascensiones por encima de una determinada altitud... Que antepone un currículum que mostrar y con el cual compararse a los demás, a la ética en la práctica del montañismo y la pérdida de riqueza en experiencias y vivencias.

Iñurrategi, Vallejo y Zabalza han demostrado que otro montañismo es posible. Aquel que defiende sus valores tradicionales y consustanciales, en el que no se trata de ser el más rápido o el más grande, sino de ser uno mismo, de soñar y estar convencido de conquistar la felicidad. Siendo honestos y responsables frente a quienes entienden la montaña como una mercancía susceptible de comprar y vender, de comercializar, agrediendo así una cultura y unos valores profundamente humanos.

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