El PNV no puede hacer como si no fuese con él

Ayer compareció como testigo en el juicio del caso Gürtel el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, que siguiendo el guión previsto se limitó a manifestar de una u otra manera que desconocía las cuestiones económicas sobre las que le preguntaban. Tal vez pretendía hacer creer que el presupuesto de una campaña es un tema menor cuando es en realidad uno de los factores fundamentales en una contienda electoral. Tanto es así que el uso ilícito de fondos –como hizo el PP con total impunidad en numerosas campañas– cuestiona la limpieza electoral y la legitimidad del resultado. En cualquier caso, no es que la democracia española se caracterice ni por su calidad ni por la limpieza de sus procedimientos. Ayer, sin ir más lejos, dentro de la estrategia de amedrentamiento contra la Generalitat por la organización del referéndum del 1-O, enviaron a la Guardia Civil a interrogar a dos altos cargos del Gobierno catalán.

Todo el espectro político pidió la dimisión de Rajoy, que hizo caso omiso y continuó con los actos de contraprogramación destinados a ocultar la primera declaración de un presidente del Gobierno en activo en un juzgado. Quizás lo más vergonzoso fue precisamente que el Gobierno de Urkullu se prestara a seguirle el juego anunciando una reunión en agosto con la vicepresidenta para concretar unos encuentros en otoño en los que al parecer trataran temas de autogobierno. Es de suponer que coincidirán de manera fortuita con los preparativos y la campaña del referéndum catalán. De esta manera, el Gobierno de Lakua y el PNV, han pasado a convertirse en el único partido que da cobertura al Ejecutivo de Rajoy y a un Partido Popular cada vez más hundido en el fango de la corrupción.

Según la lógica del PNV que el PP esté más debilitado es positivo para la «agenda vasca» porque baja el precio de sus demandas. El precio de ligarse al PP contra la voluntad de la mayoría social vasca quizás no sea tan barato.

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