Logro de un ejemplo de tenacidad y dignidad

En un auto contra el que no cabe recurso, la Audiencia Provincial de Bizkaia ha elevado a seis los ertzainas imputados por la muerte de Iñigo Cabacas. A los tres mandos responsables de las tres furgonetas antidisturbios que acudieron al callejón de la calle María Díaz de Haro aquel fatídico 5 de abril de 2002, que recurrieron su procesamiento y que han visto rechazada su petición, se les unen ahora tres ertzainas que dispararon en el lugar y en el momento precisos. Según el auto judicial, una de las pelotas disparadas por ellos pudo causar perfectamente la muerte del joven basauritarra y deja claro que deben ser juzgados por una flagrante infracción de las más elementales reglas de prudencia y proporcionalidad.

No ha sido fácil para la familia Cabacas-Liceranzu llegar hasta aquí. Puede imaginarse que para ellos esta noticia será un logro agridulce. Lo han tenido casi todo en contra. Una Fiscalía posicionada en todo momento en contra de sus peticiones, un pacto de silencio corporativo de los ertzainas avalado por una Justicia que se ha negado, en contra de la evidencia a imputar al mando que ordenó «entrar con todo» a aquel callejón y una negativa del PNV a depurar responsabilidades en la cadena de mando del cuerpo policial que dirige. Una actitud llevada al extremo de echar sal en la herida y burlarse de su familia y allegados con la designación bochornosa como jefe supremo de la Ertzaintza del «nagusi» que elaboró el dispositivo policial y que se encontraba en persona en la zona donde sus subordinados mataron de un pelotazo a Iñigo Cabacas.

Tras una larga travesía contra poderosos estamentos e intereses que pretendían hacer, una vez más, que el olvido y la impunidad impusieran su ley y su relato, el esfuerzo la tenacidad y la dignidad mostrada por los Cabacas-Liceranzu, sus amigos y una gran masa social concienciada y movilizada ha conseguido que la verdad, la justicia y la reparación no hayan quedado sepultadas para siempre.

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