Ramón SOLA
MESA REDONDA SOBRE PAZ Y CONVIVENCIA

Egibar hace autocrítica por la tortura en un debate necesario

El diálogo sobre pacificación que no ha existido estos cuatro años en el Parlamento de Gasteiz sí es realidad fuera, al menos en campaña. Y además depara muchas coincidencias y genera pasos adelante. Lo mostraron ayer Egibar (PNV), Arzuaga (EH Bildu), Romero (PSE) e Iturria (Podemos).

Si a los estudiantes que ayer acudieron a la mesa redonda organizada por Baketik con representantes políticos para hablar de pacificación alguien les cuenta al final que esas mismas fuerzas han sido incapaces de hacer lo mismo en el Parlamento en estos cuatro años, hubieran concluido que no hay quien entienda la política. Faltó el PP, eso sí, argumentando problemas de agenda, pero se sentaron juntos Joseba Egibar (PNV), Rafaela Romero (PSE), Julen Arzuaga (EH Bildu) y Juantxo Iturria (Podemos). Y lo relevante es que sus posiciones coincidieron casi por completo en lo sustancial, ya fuera sobre memoria, víctimas, tortura o presos.

En ese ambiente tan inusitadamente constructivo, que habrá que ver si se mantiene fuera de campaña electoral, hubo claros pasos adelante. Por ejemplo el de Egibar en torno a la tortura. Pareció quitarse un peso de encima cuando declaró sin que nadie se lo pidiera, al hilo del informe oficial presentado a finales de junio por el equipo de Paco Etxeberria: «Reconozco que como persona y como responsable político no he respondido en esos momentos como tenía que hacerlo». Añadió que «he estado callado» mientras tenía otra posición de denuncia activa sobre la violencia de ETA. Se trata de la autocrítica más clara que se ha escuchado nunca de boca de un alto dirigente del PNV en este terreno, toda vez que Lakua ha decidido posponer su posicionamiento institucional sobre la tortura hasta que el citado informe esté completo.

También Romero, en una intervención previa, apuntó en la misma dirección, aunque sin concretar tanto: «Nadie está libre de culpa sobre lo que ha pasado, cada uno tendría la suya. También estuvo mal mirar para otro lado…» Y Arzuaga, en el ejercicio que propuso de «ponernos cada uno ante el espejo», lamentó que ante la confrontación armada «no fuimos capaces de salir de esa espiral y de neutralizar esa tragedia».

«Hace falta tiempo»

La reflexión sobre los desacuerdos que han impedido que la Ponencia de Paz trabajara estos cuatro años –primero por el veto del PP, luego por la deserción del PSE y finalmente por la inacción del PNV– dio pie a nuevas confesiones. Egibar apuntó que EH Bildu «tenía razón» cuando planteó una corrección en la definición del llamado «suelo ético», usado como excusa para el bloqueo, «pero para entonces todos estábamos ya tan bloqueados que parecía que teníamos un desencuentro sideral». Arzuaga concedió, por su parte, que «a veces igual estamos de acuerdo en el contexto y no somos capaces de pasarlo al texto, hay palabras muy cargadas».

Para avanzar aquí Egibar reiteró que «hace falta tiempo, cada uno somos rehén de nuestro pasado». Y al hilo de ello introdujo otro apunte interesante y desdramatizador respecto al momento del debate de ETB-2 en que Iñigo Urkullu exigió una y otra vez a Miren Larrion que le respondiera a «si matar estuvo mal». «Estamos pidiendo un imposible por ahora –valoró el cabeza de lista del PNV por Gipuzkoa–. Era 2003 cuando Felipe González y demás fueron a la cárcel de Guadalajara [a respaldar a condenados por los GAL], y aquello fue 16 años más tarde de que se acabaran los GAL. Hace falta tiempo».

Tanto Romero como Iturria destacaron, casi con un punto de vergüenza, que resulta muy poco comprensible que las víctimas de ambos lados hayan avanzado más que los políticos. «Me niego a creer que no podamos hacer un combate conjunto como lo han hecho ellas», señaló la expresidenta de las Juntas de Gipuzkoa. «Han sido las víctimas las que han dado los pasos más importantes de estos cinco años», constató el juntero de Podemos.

Presos, con matices

El debate de Baketik había sido abierto por Egibar con otra reflexión interesante: «El pasado nos atenaza, porque no vemos todos de la misma manera lo que ha sucedido. El futuro a algunos les preocupa, porque no tenían previstos estos escenarios. Y, por eso, se bloquea el presente». Y en ese presente, el problema más acuciante, el sufrimiento que persiste, es el de los presos y sus familiares.

Ninguno lo negó pero, otra sorpresa más, fue Rafaela Romero la que puso más énfasis en denunciarlo: «Hay que proceder al acercamiento. No se puede seguir sin tratar este asunto. Una nueva política penitenciaria es posible con el ordenamiento jurídico tal y como está. Y con los presos enfermos, lo mismo. Hay una fuerza que tiene que colaborar [por el PP]. ¡Es que llevamos así cinco años, vale ya!».

Julen Arzuaga fue al motivo de fondo: «A los presos y a los familiares les utiliza como objeto político», dijo señalando a Madrid, y planteó un cambio de paradigma que pase a considerarlos «como sujeto, como sujeto de derechos». Egibar también defendió el acercamiento, pero introdujo el matiz de reclamar a la izquierda abertzale «que dé una explicación sensata y real a esos 400 presos. Tiene que explicarles por qué esa estrategia se ha acabado».