Naiz+ Naiz+

La voz de las víctimas del muro más largo y minado del mundo

El blog Sahararen begiradak trata de difundir la realidad que viven miles de saharauis en el día a día. En este post, la colaboradora de este grupo Patricia Presencio relata su visita al hospital Centro Mártir El Sheriff, el único centro de mutilados de guerra y minas anti-persona del Sáhara Occidental.

[Más sobre el Sahara en el blog de Equipe Media | Más sobre muros del siglo XXI]

A unos 60 kilómetros de la wilaya Aaiun está el hospital Centro Mártir El Sheriff, el único centro de mutilados de guerra y minas anti-persona del Sáhara Occidental. Se encuentra cerca de Rabuni, donde se concentran la administración y política de la República Árabe Saharaui Democrática. Allí viven las víctimas del muro de la vergüenza de 2.700 kilómetros que separa el territorio saharaui ocupado por Marruecos y el territorio liberado.

Además de ser el muro más largo del mundo, también es el más minado -se estima que haya entre siete y diez millones de minas anti-personas-, lo que supone que hasta hoy en día sigan existiendo víctimas por la explosión de algunos de estos artefactos. Según afirma la organización Acción contra la Violencia Armada desde 1975 han muerto, nada más y nada menos, que 2.500 personas como víctimas de este tipo de armamentos.

En una visita del grupo de Miradas del Sáhara al Centro Mártir El Sheriff, tras ser recibidos por su director, conocimos a algunas de esas víctimas. Les pusimos voz y cara, conocimos sus historias, sus dolencias y el abandono que sienten. Y en petición a sus deseos, se intentará transmitir de forma lo más fiel, y lo más lejos posible sus nombres, apellidos y su situación y la de su pueblo.

Bachari Said Adaf (58) lleva tumbado en una cama bocabajo más de tres décadas. Hace 34 años -en 1981- estaba cuidando su manada de camellos, era nómada en el desierto, cuando de repente explotó la mina anti-persona que le dejó tretapléjico de cintura para abajo y sin poder mover la columna vertebral. Desde entonces todo cambió para el joven Bachari, a los 24 años se vio obligado a internar en el Centro Mártir El Sheriff, sin poder formar una familia por lo que son sus hermanas o primos los que viven con él en el hospital.

La situación de Bachari es irreparable. Han acudido organizaciones en su ayuda, pero todo ha sido en vano y el diagnostico siempre el mismo: no tiene recuperación, ni en el Sahara ni fuera. Bachari quiso hacer hincapié en la ayuda que reciben del pueblo vasco, y nos puso -a mi al menos- la piel de gallina al confesarnos que él sabe que esta colaboración especial de Euskal Herria es porque son dos pueblos muy cercanos y en sus propias palabras: luchan por un mismo reto.

Said Mohamed Fadel (62), permanece postrado en la cama desde 1982. Said era militar, y con 28 años mientras iba conduciendo un camión cerca del muro, éste pisó una mina anti-carro y la explosión le causó una grave fractura en la columna vertebral. Con 66 años, Said, solo puede mover la mano derecha -y a duras penas- y un poco el cuello, pero a la hora de hablar es sereno, como si su cabeza conservara todos aquellos recuerdos, y la pérdida de sus compañeros en el accidente que le cambió la vida.

Al igual que Bachari, Said era joven cuando se convirtió en víctima de mina, por eso es su familia, hermanas y primos los que viven con él. Una mina destrozó el sueño de Said de formar una familia y vivir con niños y niñas correteando por su hogar. Su hogar, desde 1982 es el hospital en el que vive al no poder hacer nada por si mismo.

Mohamed Salem Lachgar, la víctima más recientes de las que se hospedaban durante la visita en el hospital. Mohamed se dedicaba a repartir víveres por los territorios liberados del Sahara Occidental, fue en el año 2006, en un trayecto habitual de trabajo, cuando su coche pasó por encima de una mina anticarro. Mohamed perdió las dos piernas y se vio obligado a cambiar su modo de vida.

Mohamed no se encontraba en los alrededores del muro de la vergüenza, si no que fue una mina arrastrada por la lluvia y el viento con la que se topó. Hace casi nueve años fue Mohamed, mañana será otro nómada como Bachari cuidando de sus camellos o un militar como Said, o quizá un niño o una niña jugando en la puerta de su casa. Porque Bachari, Said y Mohamed, son tres entre 2,500 millones a los que una mina cambió su vida.

>>> Más entradas similares en el blog de Sahararen begiradak