KOLDO LANDALUZE
DONOSTIA

La ciberguerra, cuando la realidad supera la ficción

Las grandes potencias mundiales destinan cifras millonarias para crear verdaderos arsenales cibernéticos. Este nuevo modelo de guerra silenciosa ha adquirido especial relevancia tras conocerse el ataque, vía malware, de EEUU contra la central nuclear de Irán mediante su virus Stuxnet.

Obama, durante su primer discurso de su nuevo mandato en un acto en Las Vegas. (Jim WATSON/AFP)
Obama, durante su primer discurso de su nuevo mandato en un acto en Las Vegas. (Jim WATSON/AFP)

La denominada ciberguerra ya ha dejado de ser un mero artificio de ficción literaria o cinematográfica. Términos como Stuxnet y Flame se han hecho habituales en internet tras convertirse en ejemplos evidentes de malwares o virus creados para atacar y desestabilizar sistemas operativos de otros países. Tal fue el caso de Stuxnet, un malware creado por Estados Unidos para infiltrarse y atacar la central nuclear de Irán.

Según relata el ‘New York Times’, el Presidente de Estados Unidos contaría ya con el marco de actuación que le respaldaría en el caso de lanzar ciberataques preventivos. EEUU es uno de los países que más recursos está dedicando a esta ciber-escalada bélica, de hecho, es algo que supuestamente ya han utilizado contra Irán y su programa nuclear.

Teniendo en cuenta que los recursos para la ciberguerra, al igual que los recursos para otras operaciones secretas, están repartidos en distintas agencias además de en las fuerzas armadas, el equipo de Seguridad Nacional de EEUU ha llevado a cabo una reordenación de los recursos así como un reparto de competencias para discernir quién puede intervenir -fuerzas armadas, CIA, etc- y dónde -zonas de guerra u operaciones encubiertas-. El objetivo de esta reordenación de recursos responde al hecho de una mejor organización y optimización de los recursos, evitando que ocurran situaciones de «vacío de responsabilidades» y poniendo las medidas oportunas para evitar eso que el propio Secretario de Defensa, Leon Panetta, denominó «un posible ciber-Pearl Harbor».

Según ‘New York Times’, el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional serían los encargados de monitorizar cualquier indicio de ataque y los encargados de la primera línea de defensa de las redes de comunicación comerciales así como de los sistemas e infraestructuras críticas.

En el caso que un ataque supere cierto umbral o que se hayan recogido pruebas que muestren el indicio de un ataque inminente, el Presidente de EEUU estaría facultado para dar la orden al Departamento de Defensa, es decir, al cibercomando estadounidense (USCYBERCOM) para que ponga en marcha su arsenal -compuesto de malware o vírus informáticos- y de inicio a un ciberataque.