Agustín Goikoetxea
Bilbo

Una orden de comisaría desató la carga que mató a Cabacas

La carga policial en la que resultó herido de muerte el joven Iñigo Cabacas Liceranzu fue ordenada por el mando de la Ertzaintza de la comisaría de Deustua, a pesar de que los agentes desplazados al callejón de María Díaz de Haro insistieron a sus superiores que la tranquilidad reinaba en el lugar, según se desprende de datos aportados desde la Policía autonómica.

A punto de cumplirse un año de la muerte del joven aficionado del Athletic Iñigo Cabacas por un pelotazo de goma de la Ertzaintza que impactó en su cabeza, el Juzgado de Instrucción número 10 de Bilbo prosigue con las diligencias para esclarecer un caso que conmocionó, y lo sigue haciendo, a buena parte de la sociedad vasca. Poco ha transcendido de los avances que se están dando en la investigación, aunque lo único contrastable es que todavía no hay ninguna persona imputada y la juez Ana Torres ha empleado los últimos meses en tomar declaración a varias personas en calidad de testigo, muchos de ellos agentes de la Ertzaintza.

La principal novedad que podría resultar determinante para arrojar luz al caso es, según ha podido saber GARA, la aportación desde el seno de la Ertzaintza de una secuencia sobre los hechos que ocurrieron en la noche del 5 de abril del 2012 tras la victoria del Athletic ante el Schalke 04. En ella se reconoce que fueron los mandos del operativo emplazado en la comisaría de Deustua los que ordenaron la carga policial que se saldó con un fallecido.

Resulta curioso que un año después de aquellos hechos luctuosos se conozcan estas revelaciones, especialmente cuando los responsables del departamento que antes dirigía Rodolfo Ares, y ahora Estefanía Beltrán de Heredia, no acaban de ordenar la puesta en marcha de una investigación interna, aduciendo que el Juzgado de Instrucción número 10 de Bilbo trabaja en el esclarecimiento de lo ocurrido.

Según consta en esta nueva aportación, en escasos seis minutos se fraguó la intervención policial, con el agravante de que distintos testigos insisten en que en el callejón de María Díaz de Haro no había ningún incidente cuando se produjo la carga mortal. Antes, las patrullas de antidisturbios habían actuado para tomar el control del lugar y sus aledaños, pidiendo refuerzos al mando del operativo.

En un par de minutos, los policías autonómicos lograron controlar la situación y dieron por concluido su trabajo en ese punto del barrio bilbaino de Indautxu. En ese momento, el mando que dirigía sobre el terreno a los agentes antidisturbios informó a sus superiores que la «situación está controlada», apostillando que «no hay incidentes».

Sorpresivamente, tal y como relatan, los mandos del cuartel de Deustua les repitieron la orden que les habían dado unos minutos antes. Es decir, que entraran en el callejón -atestado de cientos de personas que festejaban la victoria de los rojiblancos en la Europa Leage-, «en la herriko» y que despejarán el lugar.

Los antidisturbios entonces actúan como les ordenan, a pesar de no apreciar el motivo para ello. La actuación en el callejón causa momentos de pánico entre los presentes. Es poco después cuando la persona que está a cargo del operativo en María Díaz de Haro contacta con sus superiores para solicitarles que manden urgentemente una ambulancia porque hay un herido.

Luego se supo que se trataba de Iñigo Cabacas Liceranzu, de 28 años de edad, la persona que recibió el impactó de una pelota de goma en la cabeza. Los propios agentes dudaron de cómo se había podido herir el joven, barajando que se hubiese podido caer por la estampida que se registró en el callejón de Indautxu. Luego aclaran que ha recibido un pelotazo.

La autopsia que se le practicó al cadáver del basauritarra confirmó días después lo defendido por la familia desde el inicio. El joven ingresó al filo de la medianoche del 5 de abril en el Hospital de Basurto con una fractura en el cráneo y una hemorragia. Estuvo en coma durante 72 horas hasta que la mañana del 9 de abril las preceptivas exploraciones médicas certificaron la muerte cerebral.

A día de hoy no se sabe nada de los agentes de la Ertzaintza a los que al principio del proceso judicial se ordenó investigar y cuya tarea fue paralizada tras elaborar un atestado y una posterior ampliación.

La Fiscalía ni pregunta ni pide pruebas ni asiste

La acusación particular, que ejerce la familia Cabacas Liceranzu, se ha convertido en una parte muy activa en la investigación que lidera la titular del Juzgado de Instrucción número 10 de Bilbo. Las peticiones de toma de declaración de testigos -decenas de ellos ertzainas- y la práctica de distintas pruebas han partido en la mayor parte de los casos de ella, ejercida por la abogada Jone Goirizelaia, además de otros ordenadas por la magistrada Ana Torres.

A pesar de que el fiscal superior del TSJPV, Juan Calparsoro, se ha prodigado en sucesivas declaraciones públicas, diciendo que el Ministerio Público iba a adoptar un papel activo en la causa -llegó a aventurar que «en meses» la investigación estaría encauzada-, lo cierto es que no ha sucedido así. La familia no oculta su preocupación por la «pasividad» de la fiscal, la segunda, después de que, sorpresivamente, se produjera un relevo.

La acusación particular lamenta que la segunda fiscal -a la que se asignó el caso en julio de 2012- no se interese por investigar, preguntar a los testigos ni pida pruebas periciales o de otro tipo y lo que es más grave, en su opinión, haya días en los que ni tan siquiera acude a la toma de declaración en el juzgado. Goirizelaia recuerda a Calparsoro que debe ser el Ministerio Público el que «impulse» la investigación para esclarecer la muerte violenta de Iñigo Cabacas Liceranzu.

La acusación sigue reclamando a testigos, por ejemplo a una joven que no ha aparecido, que se animen a colaborar.