Adrián ZELAIA - EKAI CENTER
ARRASATE

El modelo cooperativo no está en peligro

El drama humano y social que supone en una empresa industrial una situación como la planteada en este momento en Fagor Electrodomésticos nos exige a todos un esfuerzo de serenidad a la hora de analizar la información disponible sobre lo que está ocurriendo.

En principio, con el fin de situar el problema, es importante clarificar que, incluso en el peor de los supuestos, un hipotético cierre de Fagor Electrodomésticos no tendría por qué amenazar el sistema cooperativo vasco.

Ello es así, desde un punto de vista económico, como consecuencia del propio modelo organizativo de la Corporación Mondragon. Aunque los términos «Corporación» -y, sobre todo, «Grupo»- se utilizan de forma habitual en el contexto cooperativo, casi siempre se trata de agrupaciones de empresas en las que cada una de ellas conserva su independencia y que, a través de contratos multilaterales, acuerdan poner en común determinadas funciones o recursos, crear fondos de inversión, etc.

Esto significa que no existe una responsabilidad global conjunta por las deudas asumidas. Este hecho limita radicalmente el riesgo de que la crisis de una cooperativa ponga en cuestión el futuro de las demás.

En este sentido, es preciso tener en cuenta que, por muy grande que sea la importancia simbólica de Fagor Electrodomésticos para la Experiencia Cooperativa de Mondragón, lo cierto es que el peso relativo de esta cooperativa ha venido descendiendo de forma permanente y, en la misma medida, ha disminuido también el riesgo de que una crisis de Fagor Electrodomésticos pueda afectar estratégicamente al conjunto del Grupo.

Por otro lado, esta crisis tampoco cuestiona el modelo cooperativo desde una perspectiva conceptual. Ello parece evidente si tenemos en cuenta que las razones de la crisis de esta cooperativa no tienen relación significativa con el modelo cooperativo sino, fundamentalmente, con el acierto o no de determinados modelos de gestión y decisiones estratégicas. Al contrario, algunas de las decisiones claves que ahora se cuestionan, como la adquisición de grandes empresas en otros entornos geográficos, se adoptaron llevando al límite la interpretación de lo que es o no coherente con el sistema cooperativo y son decisiones que, por razones conceptuales, no hubiesen sido admitidas durante, digamos, los primeros treinta años de la experiencia. Por lo tanto, salvo sorpresas, la crisis de Fagor Electrodomésticos no va a poner en peligro el cooperativismo vasco, ni como fuerza económica ni como sistema organizativo propio.