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Grecia se prepara para dejar atrás ocho años de rescate, pero la supervisión seguirá

La Troika se prepara para abandonar Grecia, que espera dejar atrás este jueves la era de los rescates y confía en que el Eurogrupo cierre la cuarta evaluación del programa, acuerde el mecanismo de supervisión y, sobre todo, apruebe el alivio de la deuda. El reto sobre el terreno, que el crecimiento económico llegado tras la larga recesión se haga notar en la sociedad, lastrada por el desempleo y la precariedad.

Alexis Tsipras, primer ministro griego. (Aris MESSINIS/AFP)
Alexis Tsipras, primer ministro griego. (Aris MESSINIS/AFP)

La era de los rescates en Grecia puede terminar este jueves si los ministros de Economía y Finanzas del Eurogrupo cierran la cuarta y última evaluación del programa y pactan medidas para aliviar la deuda de ese país.

Atrás quedan años de vaivenes políticos y económicos, con cambios de gobierno, caídas de importantes personalidades políticas, de históricos partidos condenados casi a la desaparición y fuertes recortes de prestaciones y derechos.

Grecia fue el primer país de la eurozona en ser rescatado por la crisis financiera y en algunos momentos durante estos años incluso se especuló con su salida del euro, por el temor de los líderes europeos al contagio.

El Gobierno de Alexis Tsipras cree que el acuerdo con la Antigua República Yugoslava de Macedonia (ARYM) sellado el pasado domingo para poner fin a la larga disputa sobre el nombre de este país, servirá de catalizador en las negociaciones.

Desde el Ejecutivo aseguran que no ha habido ningún tipo de trato (desbloqueo griego al acceso de ARYM a la OTAN y al comienzo de negociaciones con la Unión Europea) pero sostienen que la firma del acuerdo demuestra que Grecia es un país que «resuelve en lugar de crear problemas».

El principal escollo en estos momentos parece constituirlo nuevamente Alemania, cuya coalición de Gobierno está inmersa en problemas internos y que afronta en otoño elecciones regionales en Baviera.

Alivio de la deuda

En el debate sobre el alivio de la deuda Alemania es reacia a permitir la extensión de los vencimientos de los préstamos griegos por un periodo de hasta 15 años, como plantean Grecia, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo.

Lo que ya está claro es que a Grecia no le quedará otro remedio que aceptar una supervisión después del rescate más frecuente que los otros países que se acogieron a un programa de rescate, y en lugar de dos supervisiones anuales, deberá aceptar que los controles sean trimestrales.

El portavoz del Gobierno, Dimitris Tzanakopulos, ha recalcado que en ningún caso el acuerdo incluirá medidas adicionales para el periodo posterior al rescate.

Grecia quiere ante todo evitar salir de este rescate para meterse en uno «light», y por ello el Gobierno de Tsipras, quien el próximo año afronta elecciones generales, ha puesto especial énfasis en que la salida será «limpia», sin una línea de crédito preventiva.

Por ello, los entre 11.000 y 12.000 millones de euros que previsiblemente conformarán el último desembolso servirán para elaborar un colchón de efectivo de unos 20.000 millones de euros.

El objetivo de este efectivo es tener suficientes reservas para afrontar todos los pagos de deuda hasta finales del próximo año, sin depender de una financiación a través de los mercados financieros que en la actualidad son extremadamente volátiles.

Una vez cerrado el rescate, Tsipras se ha propuesto ponerle una cara más social a su gestión de Gobierno, consciente de que buena parte de la popularidad que le llevó a ganar los comicios en 2015 se ve lastrada por las medidas que ha adoptado a pesar de que en el referéndum de julio de 2015 la ciudadanía dijera un «no» claro a la Troika.

En las encuestas la oposición conservadora mantiene sobre Syriza una ventaja de en torno a diez puntos, más un reflejo del descontento de la población con las promesas incumplidas del partido de Tsipras que del apoyo al partido que firmó el rescate anterior.

En la gira por Grecia que ha hecho en las últimas semanas para explicar su «plan de crecimiento», Tsipras ha prometido que bajará impuestos, elevará las ayudas sociales y subirá el salario mínimo, situado actualmente en los 586 euros.

Al mismo tiempo, ha recalcado que mantendrá todos los compromisos fiscales y reformas acordados con los acreedores, y que no solo cumplirá, sino superará el objetivo para el superávit primario fijado en un 3,5% anual.

El plan prevé que todo lo que supere esta meta se destinará a paliar el impacto de las medidas de austeridad aplicadas a lo largo de los ocho últimos años, en los que país perdió el 25% de su PIB.

Tsipras confía en que esta mezcla de políticas devuelva credibilidad al país, atraiga inversiones y reactive así el crecimiento. 

Desempleo y precariedad

No cabe duda de que uno de los principales retos del Ejecutivo griego en esta tesitura posterior a los años de recesión, en la que la economía del país crece, será aliviar tanto el desempleo como la precariedad. A pesar de que las cifras del paro han mejorado siete puntos en los últimos tres años, se mantiene en un 20%, un 55% en el caso de los más jóvenes.

Muchos de los que trabajan tienen que conformar con el salario mínimo que tras los recortes se ha quedado en 586 euros al mes. Una cifra que parece un privilegio para todos los que trabajan a tiempo parcial. Grecia es el primer país de la Unión Europea con más empleo a tiempo parcial involuntario, un 70,2%. Le siguen Chipre (67,4%), Italia (62,5%) y el Estado español (61,1%).