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Sospechas sobre la utilización de francotiradores por parte de la Policía en las favelas de Rio

Las últimas cinco muertes en una de las favelas de Rio de Janeiro han levantado las sospechas sobre posibles francotiradores de la Policía, abonado por el discurso de las nuevas autoridades brasileñas.

Una mujer baña a su hijo ante una patrulla militar en la favela de Manguinhos. (Carl SOUZA / AFP)
Una mujer baña a su hijo ante una patrulla militar en la favela de Manguinhos. (Carl SOUZA / AFP)

Cinco habitantes de las favelas de Rio podrían haber sido ejecutados por francotiradores de élite de la Policía, según una investigación que siguen varias  ONG brasileñas. Estos cinco casos, registrados entre octubre y enero, reavivan la inquietud de los defensores de derechos humanos porque el discurso del presidente de extrema derecha, Jair Bolsonaro, y del gobernador de Rio, Wilson Witsel, esté alentando las ejecuciones sumarias.

Carlos Lontra, de 27 años fue alcanzado mortalmente por una bala el pasado 25 de enero, cerca de una plaza de la favela de Manguinhos, al norte de Rio. Cuatro días después fue abatido Romulo Silva, de 37 años, en el mismo lugar cuando circulaban en moto. Y el mismo día un joven de 22 años fue alcanzado por un disparo de forma similar, pero sobrevivió.

«Los vecinos dicen que las víctimas no suponían una amenaza cuando fueron abatidos. Estas denuncias son extremadamente graves porque, si son probadas, se trata de actos totalmente ilegales por parte de la Policía», señaló la directora de Human Rights Watch en Brasil, Maria Laura Canineu.

Los tiroteos son corrientes en las favelas pero en los cinco casos de Manguinhos los testigos coinciden en que se trató de disparos aislados provenientes de un puesto de policía situada a 250 metros del lugar donde fueron alcanzadas las víctimas. «No había ninguna operación policial ni intercambio de disparos», aseguró Pedro Strozenberg, observador independiente de la Defensoria Publica, un organismo público de defensa de los ciudadanos que ha acompañado a los expertos enviados por las autoridades.
Estas denuncias llegan después de que el pasado 8 de febrero 13 personas murieran en una operación en otra favela cerca del centro de Rio,  también con sospechas de ejecuciones sumarias.

Durante su campaña electoral, el gobernador de Rio, Wilson Witzel, defendió el uso de tiradores de élite para abatir a distancia a personas armadas, incluso aunque no supusieran un riesgo inmediato. Para Pedro Strozenberg, los sucesos de Manguinhos «materializan las declaraciones que parecían abstractas durante la campaña electoral. Es preocupante porque hay indicios de que los disparos provenían de un puesto de policía para alcanzar a los vecinos que pasaban por un lugar preciso de forma aleatoria». Canineu considera «prematuro establecer una relación entre las declaraciones del gobernador y el caso de  Manguinhos, «pero está claro que su discurso apoya una línea dura en materia de seguridad para transformar Rio en un terreno propicio para los excesos».

Según cifras oficiales, 1.530 personas murieron el año pasado en intervenciones policiales en Rio, un récord desde que se empezaron a registrar estadísticas en 2003.