Ramón Sola

Pierden el tiempo

Antes de la foto de Colón fue la de Altsasu. Cuando Rivera se marche mañana de Errenteria, ahí seguirán Mendoza y su labor. Casado acabará apuntillando al PP vasco. A Abascal siempre le quedará Covadonga, pero no Amurrio. Vienen, siempre vienen, pero pierden el tiempo.

Ramón_Sola_aurpegia
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En estos tiempos en que las campañas se guían por una demoscopia incesante y una segmentación exhaustiva, cualquier experto electoral desaconsejaría al trifachito invertir tiempo y dinero en tierras vascas. Ciudadanos no la ha olido hasta ahora en juntas ni capitales vascas, el PP lleva el mismo camino y Vox es un estrambote ridículo. Pero la cabra de la Legión siempre tira al monte vasco. La tentación ha vuelto a ser demasiado poderosa para Rivera, Casado y Abascal. Están aquí.

Cómo jugar frente a ello es un complejo debate para las izquierdas, los abertzales, las gentes de bien. «No pasarán» es un mensaje poderoso, pero también una realidad palpable ya, hoy más que nunca: ocupan, reprimen, oprimen, encarcelan, ilegalizan, recortan, excluyen, discriminan... pero pasar, nunca han pasado, hoy son minoría aplastante en tierras vascas, un cuerpo extraño. Y mira que lo han intentado: antes que la foto de Colón fue la del trifachito en Altsasu al son de las campanadas; antes que Rivera, Rosa Díez; antes que Casado, Aznar; antes que el Abascal hijo, el Abascal padre. O Ynestrillas.

Que no se enteran lo deja claro la elección de Ciudadanos para el acto de mañana: Errenteria hoy no es icono de conflicto y sufrimiento, sino de avances en la convivencia y la reconciliación. Y mañana lo será aún más.

Puede que su estrategia dé rentas debajo del Ebro, pero al norte solo tiran piedras contra sus tejados. Miremos Nafarroa: hubo un tiempo en que a UPN le bastaba el bifachito y ahora ni siquiera con un cuatrifachito le acaban de salir las cuentas. «Son cuatro y un tambor», decía un gobernador civil español sobre los abertzales de Iruñea. Ahora los cuatro son UPN, PP, Cs y Vox, a la espera de que el PSN quiera hacer de tambor.

Aunque esté todo perdido, siempre queda molestar, pensarán quizás esos cuatro jinetes en busca de apocalipsis. Pero no provoca quien quiere, sino quien puede.