Maite UBIRIA

Y ahora el sobre equivocado

Maite_Ubiria_aurpegia
Maite_Ubiria_aurpegia

Siento abotargar al sufrido lector con mis cuitas electorales. Ya en los comicios del 28 de Abril abusé de su confianza, y lo reconozco, opiné por encima de mis posibilidades.

Soy consciente de que no puedo exagerar el peso específico de mi voto, y, por supuesto, la vida ya me ha demostrada muchas veces de que quienes vivimos con un pie a cada lado de la muga, al final, lloramos y reímos en tierra de nadie.

Al grano. Este sábado he recibido por fin el sobre con la documentación para votar en las elecciones europeas. Suspiro de alivio.. es 18 de mayo y tengo hasta el 21 para remitir el sufragio a la junta electoral. Abro el abultado sobre que, como al resto de «vascos en el extranjero», vivamos en tierra patria bajo administración francesa o en Uruguay, nos llega vía aérea, y… ¡Horror!

En las instrucciones de voto se me explica, con claridad, que debo introducir la papeleta azul en un sobre azul. Azul de Europa. Pequeño problema: no me han mandado un sobre azul, sino uno blanco.

Pipi-pipi… el whatsapp echa humo. No soy la única. Si no les da pereza leer mi precedente artículo, «vascas por el mundo», ya les dí en él los números de los residentes por estos lares.

La alarma se extiende y hay quien ya ha alertado a la junta electoral. Un funcionario reconoce que ha habido «un error» y se quita el marrón diciéndole a esta persona que mandarán los sobres buenos «lo antes posible».

Este hendaiarra de adopción, evidentemente, no se fía, ya ha empezado a menear el cotarro para conseguir sobres azules. Nunca deberían menospreciar a la gente, menos en tierras de contrabando. Quien consigue angulas, conseguirá sobres.

Pero esa no es la cuestión, el tema es que la Unión Europea encomienda a los estados organicen unas elecciones dirigidas a que los ciudadanos europeos (sí, sí, en este escrutinio no somos electores ni franceses, ni belgas, ni españoles.. sino estrictamente europeos) elijan a sus representantes en el Parlamento Europeo. Ese es el marco técnico-legal de este escrutinio.

Por eso no haré sangre sobre la competencia de la junta electoral, menos sobre sus trabajadoras a las que, –como a las de Correos–, les tocará gestionar este berenjenal.

No me cebaré, tampoco, con el Consulado español en Baiona, al que acudiré a votar en urna –el plazo es más largo para esta modalidad– si finalmente logro el sobre azul. Siempre me han tratado con corrección y atendido a mis solicitudes con eficacia.

Esa no es la cuestión. Aquí lo gordo es que la Unión Europea ha encargado a uno de sus miembros que gestione este escrutinio y lo ha vuelto a hacer rematadamente mal.

Y eso, porque en una decisión política antidemocrática PP-PSOE, con el apoyo de la extinta Convergència, decidieron en 2011 que los electores que vivimos «fuera de territorio español» debemos rogar (o sea mendigar) el voto, y luego rezar a todos los santos para que el sobre en el que viaja nuestro derecho a sufragio llegue a tiempo. Y, a poder ser, con el sobre bueno.

Que tome nota, esta vez, otra vez, Europa: España no está a la altura.