Joseba Salbador
Donostia

Desvelan el milenario secreto de las sorgiñak

Nadie ha puesto nunca en duda que las sorgiñak eran sacerdotisas dotadas de poderes extraordinarios. El historiador Gorka Garmendia cree haber descubierto su secreto: eran las encargadas de cuidar del mundo de los vivos, y también el de los muertos, de ahí las ceremonias que realizaban en los prados donde se encontraban los enterramientos prehistóricos.

Gorka Garmendia y Joseba Urretabizkaia, autores del libro, junto al director de Itsas Museoa de Donostia, Xabier Alberdi (derecha).
Gorka Garmendia y Joseba Urretabizkaia, autores del libro, junto al director de Itsas Museoa de Donostia, Xabier Alberdi (derecha).

Las investigaciones de Gorka Garmendia Aizpurua se han llevado a cabo principalmente en el valle navarro de Araitz, ubicado en las faldas de la sierra de Aralar limítrofe con Gipuzkoa, y están basadas en el estudio de los archivos históricos sobre los procesos de brujería del siglo XVI, en la toponimia de la zona y, sobre todo, en la tradición oral transmitida durante miles de años, generación tras generación.

Precisamente, las investigaciones han visto la luz en un libro publicado por la editorial Xibarit del fotógrafo tolosarra Joseba Urretabizkaia, que trabaja en la recuperación de los testimonios de una generación, «la de los gentiles», que a su juicio «es la última».

El libro, cuyo título es «BA, el equilibrio entre dos mundos» y que ya está a la venta en la librería Hontza de Donostia, se presenta como una novela histórica, basada como no podía ser de otra forma en hechos reales, e ilustrada con fotografías de esos lugares sagrados, donde los autores se han encontrado con más de una sorpresa.

Según la teoría de Gorka Garmendia, antes de las invasiones indoeuropeas, la sociedad vasca se regía por el matriarcado, que implicaba la autoridad de la mujer en la familia, en la política, en la economía y en la sucesión (matrilinealismo). Así, cuando llegaban a la edad adulta –que en aquella época podían ser los 14 años– recibían la propiedad de la casa familiar y el consiguiente cuidado del mundo de los vivos, pero al mismo tiempo, también se encargaban de cuidar del mundo de los muertos, algo que se transmitía solo entre mujeres y donde no tenían cabida los hombres. De ahí su carácter secreto.

Fue precisamente esta circunstancia la que desencadenó todas las leyendas sobre brujería y la que motivó la actuación de la Inquisición. Consecuencia de ello, en febrero de 1595 fueron arrestadas en el valle de Araitz trece jóvenes y trasladadas a una cárcel de Iruñea, donde siete de ellas fallecieron antes de llegar al tribunal inquisitorial de Logroño debido a las pésimas condiciones en las que estaban encerradas.

Pero lo que realmente subyacía detrás de la brujería no era más que su conocimiento del mundo de los muertos, de un más allá al que accedían desplazándose a los prados que albergaban los túmulos o enterramientos prehistóricos. En el caso del valle de Araitz, los testimonios recogidos indican que estas mujeres se reunían en Urrizola, en el municipio de Intza, para desplazarse seguidamente al campo de Akelarrea, ubicado en el término municipal de Alli, y que los autores del estudio han localizado gracias al testimonio de los habitantes de algunos caseríos, descendientes directos de las mujeres enjuiciadas. Según explicó ayer Gorka Garmendia, «hemos podido encontrar esas rutas y al desplazarnos al lugar hemos comprobado que, efectivamente, es un sitio sagrado donde hay vestigios de dólmenes y enterramientos desde el año 900 a.C. hasta el 3.500 a.C.».

Uno de los vestigios de ello podría ser el culto a los muertos que se realiza aún en algunas iglesias, como la de Amezketa, donde las mujeres son las encargadas de cuidar e iluminar las sepulturas de sus antepasados. «Solo las mujeres tenían el derecho a hablar con los muertos, ellas eran las dueñas del mundo interior y las que podían pedir a los muertos que ayudaran a los vivos», señala Gorka Garmendia.