Natxo MATXIN

La lucha entre Federación y la patronal de los clubes enturbia el inicio del campeonato liguero

El Barcelona se perfila como principal candidato a revalidar título; Real Madrid y Atlético, al acecho de los posibles tropezones culés.

El Barcelona parte como principal favorito para revalidar el título. (Jeff KOWALSKY/AFP PHOTO)
El Barcelona parte como principal favorito para revalidar el título. (Jeff KOWALSKY/AFP PHOTO)

Hay mucho dinero en juego y eso se nota. La encarnizada lucha entre RFEF y LFP por la polémica en torno a los horarios de los partidos ya está marcando la agenda del inicio liguero de la temporada 2019-2020.

En el campo de batalla, dos púgiles de sobrada experiencia sobre el cuadrilátero, Luis Rubiales y Javier Tebas, cruzan guantes para intentar hacerse con el control del fútbol estatal o, al menos, llevarse el mejor trozo de la jugosa tarta televisiva.

Al otro lado, arrinconadas, las aficiones, a las que ya no se les tiene en cuenta ni siquiera en aquellos clubes que son de su propiedad, léase Athletic, Osasuna, Barcelona y Real Madrid.

Consideradas ahora mismo como mero elemento decorativo para rellenar unas gradas que den bien en pantalla, no nos olvidemos que de ellas depende el valor social –y también publicitario, que es lo único que parece importar– de los clubes y su repercusión mediática.

En el vértice de esa burbuja que, como la inmobiliaria, tarde o temprano acabará estallando, se da inicio a un campeonato en el que los equipos poderosos van a seguir copando favoritismo, por lógica y por capacidad económica para incorporar a sus filas a estrellas emergentes. Barcelona, Real Madrid y Atlético parten como posibles candidatos al título, cualquier otro desenlace sería un auténtico sorpresón.

Son los culés los que vuelven a copar la gran mayoría de las apuestas. Ocho títulos en las últimas once campañas –coincidiendo con la era Messi– son suficiente aval como para pensar que los de Ernesto Valverde desean seguir recortando la escasa diferencia de siete entorchados que tiene ahora mismo respecto al Real Madrid.

Si a ello le unimos que la entidad presidida por Josep Maria Bartomeu parece no tener fondo económico –no lo indica así la realidad por los problemas a la hora de cuadrar balances antes del 30 de junio– a la hora de tirar la casa por la ventana para realizar cuantiosas incorporaciones, la supremacía azulgrana se antoja como previsible.

La que parece inminente llegada de Neymar no haría sino completar la pléyade de estrellas de un equipo en el no va a haber mucho sitio para quienes se ponen el buzo de trabajo, todo un problema a resolver por el técnico de Viandar de la Vera, que ya sabe lo que sucede cuando los suyos se miden a un rival físicamente potente.

Una vez más, el desequilibrio culé en favor del juego ofensivo puede pasarle factura, al menos en el ámbito europeo.

Zidane, con trabajo por delante

El Real Madrid, por su parte, vuelve a confiar las riendas del vestuario a su fetiche continental, Zinedine Zidane, a quien, a tenor de lo que se ha podido ver en pretemporada, le queda mucho trabajo por delante para repetir pasados éxitos.

La fórmula de captar jóvenes talentos en edad temprana no ha dado de momento sus réditos y la vieja guardia pretoriana parece lo suficientemente acomodada como para no volver a guerrear en aquellos escenarios que no sean de su agrado.

Casualidad o no, la partida del centurión Ronaldo generó desasosiego en la tropa merengue, que no puede permitirse encadenar otro año seguido en blanco.

El problema para la entidad de Concha Espina es que en el mercado apenas quedan galácticos de su agrado –la ilusionante llegada de Hazard se ha ido desvaneciendo conforme avanzaba la fase de preparación– y que puedan provocar el resurgir de la ilusión de su hinchada.

Quizás arrebatarle a Neymar a su eterno enemigo pudiera ser un golpe de mano efectivo, pero el brasileño no cuenta con el beneplácito de Zidane –sigue insistiendo en Pogba, que cuesta 160 kilos– y tampoco es cuestión para el presidente, Florentino Pérez, de ponerse a malas con su entrenador apenas cinco meses después de su regreso.

En cuanto al tercer aspirante, el Atlético ha sufrido una importante renovación de su plantilla, que no parece haberle afectado en lo que a resultados se refiere, al menos por lo que se ha visto en pretemporada.

Prácticamente se ha marchado su columna vertebral –Godín, Rodri, Griezmann...– y a Simeone –novena temporada consecutiva en el club colchonero– le va a tocar poner en marcha un nuevo proyecto casi desde cero.

Por detrás de estos tres conjuntos, Valencia y Sevilla se perfilan como principales opositores a hacerse con la cuarta plaza que da derecho a jugar Champions, mientras que otro amplio grupo peleará por hacerse con una posición de Europa League.

Los recién ascendidos, así como Leganés, Getafe –deberá compaginar torneo europeo y liga–, Valladolid y Levante, parecen predestinados a pelear por una salvación que supone el todo o la nada, a la vista de las diferencias económicas existentes entre Primera y Segunda.

Nuevas normas arbitrales

Como todos los años, el torneo liguero también traerá importantes novedades en lo que al reglamento arbitral se refiere.

Para empezar, en los lanzamientos de las faltas no podrán incrustarse jugadores atacantes en la barrera, al considerar que se generan jugadas antideportivas y pérdidas de tiempo. Tampoco será válido cualquier gol que se consiga con la mano, independientemente de que esta sea considerada voluntaria o no.

Además, en los penaltis, los porteros solo estarán obligados a poner un único pie sobrea línea de gol, aunque el otro no podrá estar por detrás de dicha línea.

Asimismo, salvo en los casos en los que el árbitro indique lo contrario, los futbolistas sustituidos deberán salir del campo por la línea más cercana del rectángulo de juego, algo que se aplicará para evitar las tradicionales pérdidas de tiempo.

Cuando el balón golpee al árbitro y dicho rebote favorezca al equipo que no tenía la pelota se pitará un bote neutral.

Por otra parte, no será necesario esperar a que el esférico salga del área para tocarla cuando saca el portero y las tarjetas amarillas en las celebraciones de los goles se mantendrán, aun en el caso de que dicha diana sea finalmente anulada.