Dabid Lazkanoiturburu

China y las protestas en Hong Kong, entre las amenazas y la contención ante otro Tiannanmen

China airea, a través de sus medios de comunicación, la amenaza de una intervención contundente, incluso del Ejército, para acabar con las cada vez más desafiantes protestas  en Hong Kong, que comienza a equiparar con el «terrorismo».  Expertos sostienen que los riesgos sobre la economía y la imagen del gigante asiático estarían frenando a Pekín para arriesgarse a otro «Tiannanmen»  en la antigua colonia  británica. Pero su enfado y nerviosismo crecen.

 Un policía cae por el impacto de un portamaletas en pleno forcejeo con los jóvenes que bloqueaban la terminal. (MANAN VATSYAYANA /AFP)
Un policía cae por el impacto de un portamaletas en pleno forcejeo con los jóvenes que bloqueaban la terminal. (MANAN VATSYAYANA /AFP)

«Los que juegan con fuego morirán por el fuego«, advirtió hace una semana un alto responsable del Gobierno chino. Hoy, el portavoz de la Oficina de Negocios de Hong Kong y Macao del Gobierno chino, ha condenado «con la mayor firmeza actos casi terroristas». Xu Luying reaccionaba así a las informaciones que hablaban de dos chinos agredidos «por espías« el martes por manifestantes en el aeropuerto, uno de ellos identificado como reportero del diario oficial chino “The Global Times”.

Tras el creciente desafío de los jóvenes opositores, que han forzado al octavo aeropuerto más transitado del mundo a cancelar sus vuelos durante dos días, sube el tono de la prensa china

La agencia «Nueva China» ha denunciado a los «radicales violentos que llevan a Hong Kong al abismo» y ha rechazado cualquier tipo de concesión. «Sería insultante y difamante para con las fuerzas policiales de Hong Kong, que velan por la patria».

La televisión CCTV ha denunciado «actos de una violencia extrema equiparables a un asesinato  (…) Estos elementos hongkoneses que siembran el caos  son agua fétida que será destruida por el torrente de la historia».

Los medios estatales han difundido  viídeos mostrando blindados de transporte de tropas dirigiéndose a Shenzhen, metrópoli situada a las puertas de Hong Kong.

Hu Xijin, redactor jefe el diario panchino «Global Times», difusor de uno de esos vídeos, ha amenazado con que «si esos elementos violentos de Hong Kong no entienden lo que supone esa concentración de la policía militar, sus actos serán autodestructivos».

«Si no se alejan del precipicio y siguen llevándonos a este punto crítico la potencia del Estado podría venir a Hong Kong en cualquier momento y arrasar a ese puñado de matones».

El Ejército chino cuenta con una guarnición de miles de soldados en Hong Kong pero solo pueden intervenir si lo pide el gobierno local.

Con el recuerdo de la matanza de Tiannanmen contra las demandas estudiantiles en junio de 1989, y en pleno 30 aniversario, expertos como Ben Bland, del instituto australiano Lowy, asegura que, con la amenaza de una intervención militar, Pekín trata de asustar a los manifestantes «pero teniendo en cuenta el riesgo sobre el terreno y para la reputación económica de China, enviar al Ejército sería muy peligroso».

Coincide con él Wu'er Kaixi, antiguo dirigente estudiantil exiliado en Taiwán. «Al Gobierno chino le mueve el interés y el interés personal de sus dirigentes está ligado a la estabilidad económica en Hong Kong (…) Creo que aprendieron la lección de que el precio por recurrir al Ejército es muy alto».

Y es que una intervención militar en Hong Kong tendría un efecto desastroso en Taiwán, isla a la que Pekín trata de integrar ofreciéndole un modelo temporal similar al de «Un país, dos sistemas» vigente en la antigua colonia británica.

Represión policial
Desde 1989, el Ejército chino ha perfeccionado sus «técnicas de mantenimiento del orden», lo que le podría permitir intervenir de una forma menos expeditiva.

«La represión de Tiannanmen fue una gran lección para el PCCh», el Partido Comunista Chino en el poder, destaca el politólogo Wu Qiang, antiguo profesor de la Universidad Tsinghua en Pekín.

Tras la tragedia, los países occidentales impusieron un embargo sobre las ventas de armas a China, pero no prohibió «muchos intercambios» entre las fuerzas policiales china y europeas y de EEUU, duchas en la represión «calculada» de manifestaciones políticas y pacíficas.

Wu Qiang señala que las policías chinas han recibido adiestramiento en estas técnicas a partir de la experiencia policial occidental pero alerta de que «estaría por ver cómo la policía y los manifestantes reaccionarían en condiciones reales (...) No tienen experiencia real en condiciones como las europeas y siguen en fase de aprendizaje».

Uniformes hongkoneses
Si China renunciara finalmente a recurrir abiertamente al Ejército, podría sin embargo desplegar subrepticiamente soldados y policias del continente, aventura el sinólogo Willy Lang, de la Universidad china de Hong Kong». En su hipótesis, «llevarían uniformes de la Policía de Hong Kong para simular que no sería un despliegue oficial».

En un comunicado, la Policía hongkonesa ha desmentido categóricamente las «informaciones» según las cuales refuerzos llegados desde el continente se encontrarían ya en sus filas.
Lo que no ha desmentido es que ha sacado de su retiro al subcomisario jefe Alan Lau, quien logró sofocar la «Revuelta de los Paraguas» en 2014.
Algunas fuentes vinculan su regreso con las acusaciones de un incremento de la represión policial el pasado fin de semana.

Por de pronto, la propia Policía hongkonesa hizo público el pasado martes un vídeo con imágenes de un ejercicio «antidisturbios» en la citada metrópoli de Shenzhen, a las puertas de Hong Kong, en el que participaron al menos 12.000 uniformados. Su objetivo, amedrentar a los opositores hongkoneses.
Pero no solo a ellos. «Se trata sobre todo de impedir que la situación que atraviesa Hong Kong pueda propagarse a la China continental», asegura el profesor Wu Qiang.

«Lo que verdaderamente teme el poder chino son las posibles ramificaciones en la misma China», coincide el también sinólogo Jean-Pierre Cabestan, de la Universidad baptista de Hong Kong. Este último analista es bastante más pesimista que los anteriores y advierte de que «frente a semejante desafío al Partido único», sus dirigentes «se sienten amenazados y mucho más tentados a utilizar la represión».