Dabid Lazkanoiturburu

Acorralado, Boris Johnson se aferra a su último cartucho electoral

Tras perder las primeras cuatro votaciones en el Parlamento como primer ministro, y ver que el Parlamento le ha devuelto como un boomerang el golpe cuando anunció su suspensión, Johnson volverá a presentar una moción para forzar elecciones anticipadas antes de que llegue la fecha del Brexit el 31 de octubre. Confía en que los laboristas de Jeremy Corbyn acepten esta vez.

El primer ministro británico. (AFP)
El primer ministro británico. (AFP)

Tras ver cómo en doble lectura la Cámara de los Comunes aprobaba una ley que impide un Brexit a las bravas si no hay un acuerdo con la UE antes del 19 de octubre y rechazaba su propuesta de convocar elecciones anticipadas cuatro días antes, el 15 de octubre (aquí todos miran con ansiedad el calendario), el primer ministro británico, Boris Johnson, se aferra a su último cartucho y ha anunciado que presentará nuevamente el próximo lunes su propuesta de adelanto electoral.   

Espera para entonces que la Cámara de los Lores haya sancionado la ley parlamentaria que pide a la UE un nuevo aplazamiento de tres meses del Brexit en caso de no acuerdo (no deal). La Cámara alta, donde los conservadores no tienen mayoría, tiene previsto aprobar la ley hoy en segunda lectura (la primera estaba prevista ayer), tras lo que se prevé que la reina firme el documento con rango legal el próximo lunes.

El líder laborista, Jeremy Corbyn, quien lleva un año insistiendo en la exigencia de elecciones, no cayó el miércoles en la trampa (envite torero) urdida por Johnson y rechazó la moción de adelanto electoral pero insiste en su apuesta de que el electorado hable una vez que la ley que impide una salida de la UE sin acuerdo haya sido finalmente tramitada y firmada. Y ahí es donde intenta morder un acorralado Johnson, quien no tuvo reparos en provocar sin éxito al líder socialista británico acusándole de «cobarde» y «poco varonil» al no aceptar su reto.

Tras despertarse de su despendolada «siesta» del pasado miércoles en pleno debate sobre el Brexit, el líder del Partido Conservador en la Cámara de los Comunes, Jacob Rees-Mogg,ha confirmado este nuevo intento de forzar elecciones.

El anuncio ha sido confirmado por el ministro de Finanzas, Sajid Javid, quien tras calificar como «ley de rendición» la iniciativa legal para impedir una salida sin acuerdo, adelanta que «cuando consiga el consentimiento real, debemos avanzar compo país y cumplir el Brexit, por lo que necesitamos unas elecciones generales». Eso explica que, tras un intento de interponer cientos de enmiendas en los Lores, el Gobierno ha decidido no frenar su tramitación.

Porque todo es una endiablada cuestión de fechas. Johnson confía en que los laboristas, por lo menos los alineados con su líder, acepten el reto de acudir a las urnas a mediados de octubre mientras los sectores críticos y alineados con Tony Blair insisten en esperar hasta el 31 de octubre y la prórroga del Brexit para aceptar la convocatoria de elecciones.

«Boris el Breve»

Johnson trata de trasladar al seno del laborismo una crisis histórica en el seno de los tories y provocada por su «jugada maestra» de dar un golpe inédito al parlamentarismo británico.

Una crisis que se ha saldado con la expulsión de 23 diputados disidentes que han votado contra el primer ministro y que no tiene parangón ni en las crisis de Munich (pacto con Hitler) de 1938 ni en la de Suez (guerra contra el Egipto de Nasser).

La última deserción ha sido la del hermano del primer ministro, Jo Johnson, que siguió a la de la exmimnistra Caroline Spelman. La lista se completa con Philip Hammond, hasta hace poco canciller del Echiquier, el veterano de la Cámara de los Comunes, Ken Clarke, y Nicholas Soames, nieto de Churchill, de quien Johnson se declara admirador confeso.

Todo ello sin olvidar a los exprimeros ministros tories John Mayor y David Cameron. Theresa May debe estar riéndose en su asiento en la Cámara.

Su sucesor podría convertirse en «Johnson el Breve» y superar a George Canning, quien en 1827 solo duró 119 días en el cargo (lleva escasos 40 días desde el 24 de julio). Solo uno, el conde Rosebery, había perdido hasta ahora su primera votación en el Parlamento. Johnson ha perdido cuatro y, de no mediar nervios laboristas, perderá la quinta.

En ese caso, solo le quedaría presentar  una ley específica para convocar elecciones con una mayoría simple que ni siquiera tiene (entró con un diputado de más y hoy está con 44 en minoría) o, último recurso, negarse a presentar ante la reina la legislación anti-Brexit, provocando una crisis institucional que acabaría en tribunales.

La debacle total de la ya tocada credibilidad política británica.