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Donostia

Las denunciantes del tatuador de Donostia narran ante el tribunal los acosos sufridos

La primera sesión del juicio contra el tatuador ha tenido lugar este miércoles en el Juzgado de lo Penal número 2 de Donostia. La sesión ha comenzado con el testimonio de las doce mujeres denunciantes, dos de las cuales ejercen acusación particular, y con el acusado tras un biombo para que no hubiera contacto visual entre ambas partes.

Primera sesión del juicio contra el tatuador denunciado por abusos sexuales. (Juan Carlos RUIZ / FOKU)
Primera sesión del juicio contra el tatuador denunciado por abusos sexuales. (Juan Carlos RUIZ / FOKU)

La primera en declarar ha sido la chica que colgó un mensaje Twitter denunciando haber sido acosada sexualmente por el acusado en su estudio de tatuaje de la calle Iñigo, en enero de 2018.

La joven ha relatado que acudió con unas amigas para tatuarse en el brazo, pero que no tenía claro qué motivo escoger. Según ha indicado, sus amigas se quedaron fuera de la habitación, donde el acusado le tatuó tumbada boca abajo en una camilla, sin saber lo que le «estaba haciendo».

La chica ha señalado que «la cosa empezó a subir de tono» y el acusado le pidió que le enseñara el ombligo, tras lo cual este le «metió la mano por dentro de la ropa». Después, puso a la chica la plantilla del tatuaje y le indicó que se tumbara, «con connotación sexual». Una vez tumbada, le dijo que se acercara a él en la camilla y, aunque la mujer lo hizo, el hombre la «agarró de la cadera», le pasó la mano «por el culo frotando» y la «llevó con fuerza» hacia él.

La joven ha explicado que entonces se «bloqueó» y se quedó «totalmente paralizada» y «temblando», para añadir que, mientras le aplicaba el instrumental de tatuar sobre la piel, notó que «frotó su pene» contra su mano, lo que le llevó a retirarla y a tener el resto del tiempo el brazo levantado. «Al principio creí que lo había mal interpretado, pero luego me sentí intimidada en mi integridad sexual», ha confesado.

Además, ha señalado que tras pagar e irse del local con sus amigas a un bar, porque «necesitaba tranquilizarse», al llegar a casa decidió contar su experiencia en un mensaje en Twitter «para que a otra gente no le pasara lo mismo».

«Fue muy desagradable»

Otra víctima ha relatado que en verano de 2016 acudió a realizarse un ‘cover’ en el brazo –cubrir un tatuaje no deseado con otro nuevo– a la casa del tatuador en Bidebieta, cuando todavía no tenía local, y ya en la primera sesión el acusado le pidió que se quitara la camiseta. «No me pareció necesario, pero su mujer, que estaba allí me dijo que era normal, que lo hacían todas las chicas», ha afirmado.

Además, ha indicado que en la última de cuatro sesiones, tras algunas preguntas «incómodas» como «si tenía novio o no», mientras le tatuaba le dijo que «le estaba excitando» y le puso «el pene en la mano, con la aguja puesta sobre la piel. Le dije que estaba loco, que me soltara, grité pero siguió».

«Fue muy desagradable», ha relatado, para añadir que «se abalanzó» e intentó besarla, pero ella cerró la boca. «Le empujé, se bajó los pantalones y se empezó a masturbar, porque decía que no podía aguantar, que tenía que hacer algo». La mujer ha indicado que cogió sus cosas y se fue corriendo.

Según ha indicado, no denunció entonces porque se sintió «hasta estúpida», pero el mensaje en internet le «animó a contarlo».

Conmocionada y entre sollozos ha apuntado que el tatuaje que le retocó el procesado le ha causado «mucho dolor», porque era para recordar a su hijo, pero cada vez que lo miraba «veía un pene» y no a su pequeño, que tiene ahora ocho años. Le da «miedo» que el acusado «se pueda acercar a él», porque «le ha visto, sabe cómo se llama y a qué colegio va».

Continúa este jueves

El resto de víctimas ha relatado episodios similares. Una de ellas, expareja de un compañero de piso del acusado, ha contado que en 2014 se fue a vivir a ese piso y un día que su novio estaba fuera, al ir a coger un vaso de agua a la cocina el imputado se le abalanzó encima «con los pantalones y los calzoncillos bajados. Me acorraló contra la encimera de la cocina, intentando que le tocara el pene. Le empujé. Poco después salió del cuarto su mujer, y se subió los pantalones».

El juicio continuará este jueves, cuando está previsto que declare el acusado. La Fiscalía pide para él 21 años y cuatro meses de prisión por tres delitos de agresión sexual, siete de abusos, tres de acoso y uno de coacciones.