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Detroit

Los huelguistas de General Motors, preparados para un largo combate


Ante la inmensa planta de montaje que General Motors tiene en Detroit, en el inicio de la segunda semana de huelga, los trabajadores se muestran decididos a continuar con esta lucha y se muestran satisfechos del apoyo que han recibido de figuras como Elizabeth Warren, candidata en las primarias demócratas para la elección presidencial.

Militantes de United Auto Workers (UAW) protestan en el exterior de la planta de GM en Detroit-Hamtramck. (Jeff KOWALSKY | AFP)
Militantes de United Auto Workers (UAW) protestan en el exterior de la planta de GM en Detroit-Hamtramck. (Jeff KOWALSKY | AFP)

Yolanda Passement es la secretaria de la sección local del potente sindicato del sector del automóvil, la UAW (United Auto Workers). Comenta que su padre, que también trabajó en GM, «nos previno de que hay que estar preparados porque no nunca se sabe qué suerte nos puede reservar la empresa en los años en que deben renovarse los convenios», subraya.

Cerca de 50.000 trabajadoras y trabajadores del gran fabricante de automóviles –que agrupa las marcas Chevrolet, GMC, Buick y Cadillac– están en huelga desde el 16 de setiembre. Esta es la primera gran movilización en GM desde 2007.

Moriha Ross se manifiesta acompañada de su hija de nueve años, sorda y con parálisis cerebral. «Nos hemos asegurado de tener todas nuestras recetas al día», explica. Incluso aunque el sindicato se haya comprometido a cubrir los gastos del seguro médico durante la huelga, «esta situación afecta a nuestra capacidad para ir al médico», subraya. «Afortunadamente, no tenemos cita esta semana». Después de haber empezado en GM como temporal, Ross se convirtió en trabajadora a tiempo completo en 2015.

Incomprensión

Además de aumentos salariales y beneficios sociales, la UAW reclama mejoras en la situación de los empleados que fueron contratados después del histórico rescate financiero de GM por la Administración Obama en 2009. También quiere que el gigante de Detroit reactive cuatro fábricas que permanecen paradas desde noviembre de 2018.

Por su parte, la dirección de la compañía afirma que ha ofrecido más de 7.000 millones de dólares en nuevas inversiones en las fábricas estadounidenses, propuesta destinada a crear 5.400 empleos adicionales y a subir los salarios.

«No entiendo por qué GM hace esto. El dinero que pierden cada día con el cierre de las plantas habría permitido cubrir todo lo que pedimos», destaca Coianne Avant mientras desfila junto a la valla de la fábrica. Según los expertos, la huelga podría llegar a costarle a la compañía hasta 100 millones de dólares al día.

Avant no trabaja en esta fábrica de Détroit-Hamtramck, donde la actividad se redujo a primeros de año y está previsto un cierre en enero próximo. Ha sido trasladada a la planta de Flint, también en Michigan. Cada día debe realizar un viaje de ida y vuelta de 160 kilómetros.

«Llevo 20 años en General Motors y se trata de mi novena fábrica –relata–. Felizmente, estaba en una planta que proponía muchas horas suplementarias y, por ello, he podido ahorrar. Pero sigue siendo difícil, vivo justo de un salario a otro».

«Combate por el alma de EEUU»

Esta movilización social supone un momento «histórico», según afirma Jason Fatella, trabajador de Fiat Chrysler que ha venido hasta aquí para apoyar a sus colegas de GM. Su patrón también tiene que negociar un convenio con la UAW. «Solo pedimos medidas justas», señala.

También como expresión de solidaridad, Elizabeth Warren llegó el domingo para mantener un encuentro con los huelguistas. Sus simpatizantes repartieron donuts a las cerca de 250 personas que estaban aquí, pero ella no tomó la palabra en público. No obstante, en declaraciones a la prensa resaltó que, tras su rescate por el Estado, GM «ganó miles de millones de dólares». «Necesitamos un presidente en la Casa Blanca que luche por las reivindicaciones de los sindicatos», indicó.

Electo por un distrito de Michigan en la Cámara de Representantes, el demócrata Andy Levin también acudió a apoyar a los manifestantes. Defendiendo los empleos y los trabajadores de la clase media, afirmó, el sindicato UAW está «luchando por el alma de Estados Unidos».