Agustín GOIKOETXEA

La nueva adjudicataria de Vista Alegre despide a la mitad de los trabajadores

La adjudicataria de Vista Alegre, la empresa Toreo, Arte y Cultura BMF SL, ha comenzado su gestión despidiendo a dos de los cuatro trabajadores fijos de la plaza de toros de Bilbo. Se trata del jefe de mantenimiento y de una administrativa con una dilatada vinculación laboral con el coso.

Integrantes de la Junta Administrativa y empresa arrendataria, en la firma del contrato.
Integrantes de la Junta Administrativa y empresa arrendataria, en la firma del contrato.

El 1 de octubre arrancó el contrato de arrendamiento que la Junta Administrativa de Vista Alegre ha suscrito con la empresa taurina creada por la familia Chopera y el grupo mexicano Bal. Tras un controvertido concurso, en el que varias firmas interpusieron recurso, los propietarios de la plaza de toros –Consistorio bilbaino y Casa de Misericordia– acordaron adjudicar a Toro, Arte y Cultura BMF la gestión del coso por 15 años, con otros 5 de prórroga.

A cambio, quienes han gestionado la plaza durante muchos años junto con la firma del magnate mexicano Alberto Bailleres se han comprometido a abonar 250.000 euros por año y a realizar una remodelación de las vetustas instalaciones por 2,4 millones de euros en seis meses. Han anunciado también 15 corridas de toros al año y convenios con Last Tour y Get In para realizar conciertos.

Atraer nuevas actividades al equipamiento es una de las metas que persiguen los arrendatarios al igual que sus propietarios después de que, año tras año, se repitan los números rojos en las cuentas.

La tauromaquia, cada vez más cuestionada por la ciudadanía en Bilbo, no es capaz de hacer rentable Vista Alegre. En la pasada Aste Nagusia, las cifras de asistencia han sido pésimas, tal y como han reconocido los propios defensores de las corridas.

Al hacerse efectiva la firma del contrato, los nuevos gestores comunicaron que, en «próximas fechas», iban a realizar una presentación pública sobre «su ambiciosa y extensa oferta de gestión y rehabilitación» de la plaza con el objetivo de «engrandecer y mejorar la categoría taurina de Vista Alegre y dinamizar e intensificar su uso durante todo el año».

Lo cierto es que la primera decisión conocida de los arrendatarios ha sido el despido de dos de los cuatro trabajadores fijos. Se trata del responsable de mantenimiento y de otra empleada que se dedicaba desde hace 20 años a desarrollo de negocio y relaciones públicas, teniendo a su cargo la organización de las visitas al museo taurino. Este espacio ha sido potenciado los últimos años por los responsables de la plaza, siendo numerosas las excursiones de estudiantes franceses que acuden.

Toda la vida

Si la relación laboral de esta persona con Vista Alegre ha sido prolongada, lo es más la del otro afectado, jefe de mantenimiento desde 2005. Se trata de Kerman Etxebarria, nieto e hijo de trabajadores de la plaza. Su abuelo, sin ir más lejos, entró como conserje en 1929 y luego en 1957 lo hizo su padre. En 2001, el ahora despedido entró en la plantilla aunque llevaba desde los 13 años ayudando a su progenitor.

Su vida siempre ha estado vinculada a la plaza, hasta nació a escasos metros de ella en una clínica que ahora es el Hotel Vista Alegre. Etxebarria confiesa que recibió la noticia de su despido «de sopetón». «No me lo esperaba», reconoce. El martes, 15 de octubre, fue citado a una reunión, en la que estuvieron presentes Pablo y Manuel Chopera, junto a Antonio Barrera y un abogado, que le informaron de la extinción del contrato por «criterios empresariales».

Recuerda cómo hace escasos diez días, coincidiendo con el apartado del Festival del Club Taurino de Bilbao que se celebró el 4 de octubre, se encontró en el callejón con Pablo Chopera, que hizo mención a la nueva gestión de la plaza para acabar diciendo: «Contamos contigo». «Parecía que todo iba a seguir normal, como hasta ahora», explica.

Kerman Etxebarria continúa sorprendido. Su vida se ha desarrollado en los corrales, tendidos y patio de caballos de Vista Alegre; es más, su familia reside en la vivienda que hay en la propia plaza. Según indica, continuará residiendo en el que ha sido su hogar, ya que el arrendamiento de la instalación no incluye esa vivienda, propiedad de la Junta Administrativa. «Va a ser una situación rara. Voy a seguir viviendo en la plaza pero no voy a trabajar en ella», expone.