Julen Orbegozo

Siete días y siete apuntes de campaña

En las campañas electorales los partidos y las personas candidatas concentran en pocos días todo su arsenal comunicativo. No solo se pelea por un puñado de votos en torno a un target u objetivo específico; se pelea porque el relato y la identidad de cada marca política evolucione según los objetivos políticos fijados.

Casado se hace un selfie con seguidoras en Valencia. (José JORDÁN | AFP)
Casado se hace un selfie con seguidoras en Valencia. (José JORDÁN | AFP)

Estrategias, mensajes, redes, debates, encuestas, eslóganes, spots, agendas, marcos, mítines, discursos… una campaña electoral se puede analizar desde cientos de perspectivas. En este caso, hemos seleccionado siete imágenes para ofrecer una perspectiva «compol» de la campaña oficial «express» rumbo al 10N.

1- Celaá y Sánchez: electoralismo permanente

La campaña comenzó con un expediente sancionador a Pedro Sánchez y a Isabel Celaá (portavoz del Gobierno) de la Junta Electoral Central por hacer uso electoralista de las instituciones.

Poco importa el hecho concreto, porque los de Sánchez ya nos han ofrecido varios ejemplos que demuestran que viven en un bucle electoral altamente adictivo. Inyectan anabolizantes a su comunicación hasta no darse cuenta de que se mueven en una rotonda sin salida de campaña permanente. De acuerdo a Bluementhal (1980) y Lilleker (2007), la campaña permanente se refiere al «uso de los recursos de gobiernos para construir y mantener soporte popular» y sostienen que el Gobierno «es un instrumento diseñado para sostener la popularidad». Del uso, al abuso y al electoralismo permanente.

2- Errejón, la campaña negra y la desmovilización

«Campaña negra», «contracampaña», «campaña negativa», «campaña de contraste»… varía el nombre, pero generalmente se propagan sin una firma clara, se sustentan en argumentos no veraces, intentan conectar con determinados climas de desafección y emplean la «autocomunicación» de las masas, tal y como dijo Castells (2009) para su propagación.

Seguro que Iñigo Errejón pasó mucho tiempo diseñando su campaña, sus golpes de efecto electorales, y el primer golpe lo recibió él. Gurús conservadores de la comunicación política (compol) diseñaron una campaña negra utilizando su nombre. Objetivo: desmovilizar a la izquierda. Resultado: la izquierda se percató de que la clave estaba en postergar reproches y movilizar a los suyos.

3- Tezanos y el superávit de encuestas

Tezanos, el directo del CIS, va por libre, es un «outsider». Todavía cree en el efecto Bandwagon («subirse al carro»). O sea, en cada encuesta que publica dibuja un vencedor, siempre el mismo: el PSOE. Confía en que así más gente se sume al supuesto «caballo ganador», porque está demostrado que tendemos a seguir a las multitudes sin examinar los motivos por los que lo hacemos.

Lo cierto es que ningún partido quiere perder el carro. Quizás haga bien Tezanos en magnificar lo que a él le interesa, porque el «caso Ciudadanos» demuestra que cuando la gente empieza a saltar de tu barco, lo hace en masa.

4- Rivera, el perro y el adoquín

Albert Rivera es un maestro para las futuras personas que se dediquen al asesoramiento político: hay que fijarse en él para saber que un buen político consigue notoriedad sin dar la nota. Se comenta que la anécdota del perro Lucas no estaba planificada, ni el anuncio de embarazo de Arrimadas estaba en el cronograma, y que las fotos de los boquerones en Cadiz y la de los camarones en Málaga fueron su idea y totalmente espontáneas.

Lo que pasa es que Rivera es el mayor exponente ibérico de lo que podemos denominar política hiperbólica: la exageración del espectáculo, por ejemplo.

5- Vox y Esteban cooperando

¿Competimos o colaboramos? Esa es la pregunta implícita que se debieron hacer el representante de Vox y Aitor Esteban durante el debate a siete de la Academia de la Televisión. Iván Espinosa de los Monteros amenaza al PNV con su ilegalización, Esteban le niega el saludo… y ambos obtienen un beneficio de esa puesta en escena.

Es la Teoría de Juegos de John Nash, entre otros, aplicada a la política: somos diferentes actores y nos enfrentamos a diversos problemas. ¿Competimos o cooperamos? Es evidente que el PNV y Vox no pelean por el mismo electorado y por ello no tienen problema en sacar beneficio de una confrontación mutua apelando a lo emocional y con altas dosis electoralistas. Hay otros actores que tienen más en común con el PNV, como EH Bildu, pero, sin embargo, en campaña, los convierten en competidores y no en colaboradores.

6- Nosotras… y Vox

Vox ha sido una pieza fundamental para elaborar marcos y relatos políticos durante esta campaña. Es evidente: cuanto mayor es la amenaza del fascismo en el Estado español, mayores son las opciones de las fuerzas soberanistas para movilizar a su electorado. Más si cabe cuando, desgraciadamente, el fachismo amenaza físicamente a militantes de la izquierda abertzale.

En todos los relatos políticos de peso (pongamos como ejemplo Catalunya) hay un «nosotras» (o «nosotros») y un «ellos». Necesitamos un antagonista para ser y existir. El caso peculiar de esta campaña es que fuerzas como el PNV o el PSOE se hayan sumado a construir su mensaje desde ese «nosotros» frente a Vox.

7- Debates y espectáculo

Los debates electorales son, quizás, el síntoma de lo que le pasa al sistema político. Las reglas de juego y el terreno lo ponen los medios de comunicación; y el público paga la entrada. Los y las políticas no ponen demasiadas condiciones porque sobreviven con un objetivo: llegar al gran público.

Los debates son un ejemplo de cómo se convierte un producto que debería ser político (inherente a las democracias) en un producto meramente televisivo, y de cómo la masificación en términos de audiencia (digital y análogica) conlleva una patente banalización.  

La clave está en encontrar la tecla para que el gran público consuma política sin sentirse consumida por ella.