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Río de Janeiro

La crítica social y política inundan el Sambódromo de Río de Janeiro

Los desfiles del carnaval de Río de Janeiro arrancaron el domingo con todo su esplendor, pese a la supresión de subvenciones de una fiesta que para el alcalde evangélico de la ciudad huele a azufre, y con una fuerte crítica política y social.

Integrantes de la escuela de samba Grande Rio en el Sambódromo. (Carl DE SOUZA/AFP)
Integrantes de la escuela de samba Grande Rio en el Sambódromo. (Carl DE SOUZA/AFP)

Un Brasil con justicia social, equidad, tolerancia y respeto fue el grito que en la madrugada de este lunes clamaron al unísono las escuelas de samba del Grupo Especial, la principal atracción del Carnaval de Río de Janeiro.

La historia de un Jesús bondadoso y solidario, como se le conoce, pero que nace negro, con sangre indígena y cuerpo de mujer en el Brasil actual, sintetizó la marcada crítica que hubo contra la discriminación, el racismo y la intolerancia religiosa en el primer día de desfiles del Sambódromo.

La importancia de preservar el medio ambiente, cuidar la cultura y las tradiciones de los pueblos indígenas y enaltecer a las mujeres completaron las historias narradas en la mayor fiesta al aire libre del planeta.

Este año las escuelas de samba han subido el tono, en un Brasil donde la fiesta más grande del mundo está bajo la mira de las iglesias neopentecostales, sumamente influyentes en el Gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro.

«Es un carnaval con muchas protestas para que el mundo vea lo que está sucediendo aquí», subraya a AFP Camila Rocha, lista para entrar en la pista de 700 metros del Sambódromo con la escuela Estácio de Sá, que consagra su desfile de este año a representar la historia de la piedra.

Sin financiación

Es la primera vez que las escuelas -cara visible del carnaval de Rio mundo afuera- han desfilado sin subvención de la Alcaldía.

Desde que asumió las riendas de la ciudad en 2016, el obispo evangélico Marcelo Crivella dejó claro que no simpatizaba con el carnaval y promovió un corte progresivo del financiamiento público a estos grupos, que pasaron de recibir dos millones de reales (unos 630.000 dólares al cambio promedio de ese año) cada uno en 2017 a no contar con ningún apoyo este año.

Esto las obligó a reinventarse y parte de ese proceso fue la aparición de directores creativos más jóvenes, que están haciendo «un carnaval que es arte, que es una fiesta, pero también es un carnaval político, comprometido», remarca Luiz Antonio Simas, historiador y autor de varios libros sobre carnaval.

Portela homenajeó a los indígenas tupinambá, que vivían en la región de Rio antes de la colonización portuguesa.

«Nuestra aldea no tiene partido ni facción, no tiene obispo ni se rinde ante ningún capitán», canta la tradicional escuela, en unos versos que pueden interpretarse como un recado a Bolsonaro, un excapitán del Ejército, cuya política ambiental es considerada una amenaza para las tribus de Brasil.

Otros grupos dirigieron sus críticas directamente a la clase política, como Uniao da Ilha, que cuestionó las promesas incumplidas en materia de salud, empleo, educación y vivienda; y Sao Clemente, que abrirá los desfiles de hoy con referencias a las «noticias falsas» y otros episodios de la campaña electoral y el primer año de Gobierno de Bolsonaro.

En la noche de este lunes comenzará la segunda parte del desfile de escuelas del Grupo Especial, donde seis agremiaciones llevarán sus historias.

Los resultados finales se darán a conocer el miércoles de ceniza, cuando concluye el carnaval y se conoce la nueva escuela campeona de Río de Janeiro.