Mikel Insausti

‘Los miembros de la familia’: Cuando la hermandad conlleva horfandad

La cinta ha sido seleccionada para la sección Panorama de la Berlinale. (NAIZ)
La cinta ha sido seleccionada para la sección Panorama de la Berlinale. (NAIZ)

LOS MIEMBROS DE LA FAMILIA
Argentina. 2019. 86’                                       
Dir. y Guion: Mateo Bendesky. Prod.: Mateo Bendesky, Agustina Costa Varsi y Diego Dubcovsky. Int.: Tomas Wicz, Laila Maltz, Ofelia Feranández, Alejandro Russek, Sergio Boris, Edgardo Castro, Javier Abril Rotger. Fot.: Roman Kasseroller. Mús.: Santiago Palenque. Mont.: Ana Godoy. Dir. Art.: Mirella Hojman. Vest.: Analia Bernabe.

 

¿Cuántas películas vistas en festivales internacionales tratan sobre personajes solitarios que sufren la perdida materna, y que en su duelo deben cargar con las cenizas de la fallecida para arrojarlas al mar y así cumplir con su última voluntad? Son muchas, demasiadas, pero por suerte Mateo Bendesky es muy consciente de ello, e intenta subvertir los tópicos del cine de autor con un humor que más que argentino parece uruguayo, porque por su gestualidad pausada y ausencia deliberada de diálogos recuerda al estilo del país vecino, mucho menos discursivo como es sabido. Una comicidad subyacente que se tiñe de negro, empezando porque la pareja de hermanos que ha quedado huérfana no tiene en su poder los restos de la madre, debido a que murió en accidentadas circunstancias, y hasta la casa de su infancia sigue precintada por la policía. Lo único que les queda es su mano ortopédica, objeto personal que se aprestan a lanzar al agua, dentro de un ritual que simbóliza el hecho de hacerse mayores soltándose de la mano de su progenitora.

El chico (Tomas Wicz) y la chica (Laila Maltz) quedan atrapados en una ciudad balneario de la costa, habiendo de prolongar su estancia por más tiempo del que tenían previsto para llevar a cabo las exequias fúnebre, debido a un paro en el transporte público. Como quiera que no había una relación fluida entre ambos, ahora han de compartir momentos e intentar comunicarse. Sus respectivas dudas existenciales de la adolescencia se verán acrecentadas por la soledad y el desamparo familiar, refugiándose ella en el esoterismo y las terapias alternativas, mientras que él se deja llevar por experiencias oníricas, además de soltar músculos practicando Ju Jitsu, actividad que le procura una amistad casual con un monitor de fitness con seguidores en Instagram. En el fondo con tales practicas trata de esconder su fragilidad interna.