Dabid Lazkanoiturburu

Kamala Harris: una fiscal dura que reivindica un calculado «progresismo de centro»

Con fama de política calculadora, y fiscal con una reputación de «dura» que repele a parte del electorado negro y latino, la senadora Kamala Harris genera sentimientos encontrados tanto en su California natal como en el conjunto del país. «Kamala poli» para unas, «reformista en lo posible y en el momento posible» para otros.

 La senadora Kamala Harris. (Saul LOEB-AFP)
La senadora Kamala Harris. (Saul LOEB-AFP)

Graduada en Ciencias Políticas y Economía en Howard University, una de las universidades negras por excelencia, Harris, 55 años, hija de padre jamaicano y madre india y nacida en la contestataria ciudad de Oakland, se especializó en la lucha contra el crimen.

Fiscal del distrito de San Francisco de 2003 a 2010, fue nombrada fiscal general para toda California y sus 40 millones de habitantes, cargo que abandonó tras su elección al Congreso en 2016.

En el cargo se ganó la inteligente aunque éticamente dudosa fama de no encarar los temas más polémicos hasta que no viera que eran políticamente viables.

Un rasgo de su personalidad que pervive. Así, mientras en 2004 se oponía a la flexibilización de las penas de prisión, durante las primarias demócratas de los últimos meses abogó por reformar los aspectos más duros del sistema punitivo-penitenciario.

Igualmente, mientras en 2010 estalló en carcajadas a una pregunta sobre la legalización del cannabis, una cuestión muy emblemática en Callifornia, acabó por hacerla suya en 2018.

Justo es reconocer que no era la única renuente en esos temas por aquella época, pero Harris no deja precisamente un legado de «fiscal progresista», pese a que ella misma se presente así.

El ala progresista del partido Demócrata no ha cesado sus ataques contra Harris desde que dejó claras sus ambiciones, especialmente con el aumento del debate y las protestas contra la brutalidad policial, al considerar que en su tiempo de fiscal fue especialmente dura en su persecución de crímenes menores, que afectan especialmente a la minoría negra.

«De manera repetida, mientras se le exhortaba a implicarse en la reforma de la justicia criminal, (...) Harris se opuso o se mantuvo en silencio», resume Lara Bazelon, jurista y antigua responsable de una ONG californiana que lucha contra los errores judiciales. «Se situaba muy a menudo en el lado malo de la historia», sentencia.

Una de sus decisiones más polémicas fue cuando, siendo fiscal de San Francisco, decidió perseguir a los progenitores de alumnos que faltaban mucho a la escuela, la mayoría de hogares pobres negros o latinos.  «Yo creo que es un crimen que un niño no tenga educación», se justificaba entonces.

Violencia policial

En 2015, la entonces fiscal general se abstuvo de tomar posición sobre una propuesta de ley que tenía como objetivo convertir en sistemáticas las investigaciones en caso de uso de fuerza mortal por parte de la Policía. Casos que afectan de manera desproporcionada a los negros, aunque también a los latinos (6% y 35% de la población californiana respectivamente). Muchos no le perdonan aquella «tibieza».

Tampoco es que Harris se haya significado por su contundencia tras la muerte por asfixia a manos (a rodilla) de la policía de Minneapolis del negro George Floyd, que desencadenó una ola de protestas por todo el país que no cesa casi dos meses después.

Calculadora, la senadora se subió finalmente al carro de la denuncia general y denunció el racismo sintético» en EEUU y que «la brutalidad policial es un asunto de vida o muerte para las personas negras en este país».

«Kamala es un poli» es uno de los ataques más repetidos contra ella tanto por activistas de izquierda como la extrema derecha, que quiere incendiar el debate político en las redes sociales.

Harris no ha renegado de su pasado e hizo gala durante su campaña a las primarias de su perfil de mano dura con el crimen, con el que llevó las condenas de culpabilidad a máximos durante su época como fiscal, pero también a que muchos negros pasaran largos años en prisión por crímenes que hoy no son ni considerados faltas.

Reformismo

Justo es reconocer, sin embargo, que la aspirante lideró asimismo iniciativas bien acogidas por los reformadores, como el programa que ofrecía exculpar a los «delincuentes primerizos» a cambio de que recibieran formación profesional, o la imposición de cursos a la policía californiana contra la discriminación y las detenciones por el color de la piel.  

Pero su medida más saludada fue sin duda la creación de un portal de internet que abría al público el acceso de datos judiciales, en particular sobre la violencia policial durante los arrestos. Melina Abdullah, cofundadora de Black Lives Matter en Los Angeles, recuerda y elogia esa medida.

Los expertos auguran que las críticas desde la izquierda demócrata por su «nulo progresismo» beneficiarán al perfil de «centro» que Harris siempre ha defendido, porque coincidirán con las críticas desde la derecha extrema, que ya le están acusando de ser «izquierdista» y «radical».

La senadora, que se lanzó a las primarias demócratas con un mensaje «centrista», vio eclipsada su candidatura por la irrupción del también «moderado» Pete Buttigieg.

Ambos se hicieron a un lado y apoyaron a Joe Biden para frenar las aspiraciones del senador socialista Bernie Sanders. Con su nombramiento como candidata a la vicepresidencia, Harris ve recompensado con creces su gesto. No en vano le sitúa como potencial aspirante demócrata a la Casa Blanca en 2024.