La rueda de prensa del técnico del Cádiz, Álvaro Cervera, que ha planteado problemas a todos los equipos con los que ha jugado menos al Atlético y a la Real y que ha llegado a ganar al Real Madrid en el Bernabéu, dejó en evidencia la dificultad de enfrentarse a un equipo que compite y juega al fútbol cada vez mejor en un proceso de mejora constante en el que es clave Imanol, que ha logrado que su equipo trabaje cada entrenamiento o dispute cada partido como si fuera el último.

Esta Real no solo tiene similitudes en los números con el equipo campeón –el balance actual de siete victorias, dos empates y una derrota es calcado al del inicio de la temporada del primer título–, también en el banquillo. Alberto Ormaetxea fue como Imanol lateral antes que entrenador de la Real y los dos han sabido poner un sello inconfundible al equipo, con una versión mejorada ahora.

Los resultados de la Real con Imanol son impresionantes. Cuando cogió el equipo en la temporada 2017-18 en el decimoquinto puesto con 33 puntos 29 partidos, en los últimos nueve sumó 16 con cinco victorias, un empate y tres derrotas. La Real acabó empatada con el undécimo. La campaña siguiente asumió la dirección del equipo en la misma posición, decimoquinta, con 19 puntos en 17 partidos y acabó novena tras jugarse en el último partido una plaza europea con el Espanyol tras sumar 31 puntos en sus 21 partidos. La pasada temporada, la primera que pudo planificar desde el principio, clasificó a la Real para la final de Copa tras ganar todos los partidos, siete, y para la Europa League al sumar 56 puntos en 38 jornadas. En este inicio liguero sigue la mejoría con 23 puntos en diez partidos y con un juego excepcional.

Imanol ha conseguido que su equipo compita siempre como lo hacía el Sanse antes de su primer paso por el banquillo de la Real. En sus últimos ocho partidos con el filial antes de sustituir a Eusebio ganó seis y empató dos con un solo gol encajado. Y lo conseguía, como ahora en la Real, con el dominio de la posesión y del juego porque la mejor manera de defender es tener el balón en campo rival con un equilibrio entre el ataque y la defensa.

Esas son las mayores virtudes de la Real actual, que domina el juego, somete a los contrarios, recupera rápido el balón cuando lo pierde en campo rival y con ese equilibrio cada vez concede menos ocasiones y recibe muy pocos goles. Tiene además mucha calidad y recursos ofensivos que hacen que su juego no sea tan previsible como lo llegó a ser con Eusebio al final. La Real tiene ahora más variantes en su juego, no es lo mismo que juegue Portu y, como Oyarzabal, tienda al centro para dejar las bandas a sus laterales, que tener a Januzaj más abierto. Además el equipo tiene más velocidad en las transiciones. La Real sabe interpretar en función de lo que propone el rival lo que debe hacer en cada partido y se ha convertido en un equipo más difícil de desactivar porque no vale con cerrarle los espacios.

La marcha de Odegaard y su sustitución por Silva es además lo mejor que le ha podido pasar porque esa posición, el tercer escalón en el centro del campo, es la clave para desequilibrar a las defensas rivales. Tras el confinamiento la Real acusó mucho el bajón de juego del noruego por sus problemas de rodilla y el canario no solo tiene más calidad y está mejor físicamente, muestra más hambre y es muy competitivo. A sus 34 años es el que mejor asimila jugar dos partidos a la semana. Si ya con Odegaard el equipo disfrutaba con su fútbol, Silva le ha dado un punto más de talento.

La Real entra ahora en una semana clave porque el jueves una victoria en el campo del AZ Alkmaar casi le aseguraría el pase a los dieciseisavos de final de la Europa League y le permitiría centrarse en la Liga. La Real empieza el domingo ante el Villarreal una segunda mitad de la primera vuelta en la que se enfrentará a cuatro de los cinco equipos que le superaron el año pasado en la Liga, todos menos el Real Madrid.