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EL castigo: como utilizarla 'BIEN'

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Antes de que nadie se tire de los pelos ante el título y el artículo, debemos dejar clara nuestra posición, como la del autor de este artículo ante el castigo: NO somos partidarias de su uso, ni si quiera con fines educativos.


Pero debemos reconocer, que tod@s, y si no que “el que esté libre de pecado que…”, hemos usado alguna vez el castigo con nuestros hijos, amigos, familiares… aunque lo desconociéramos.

El principal problema es que no sabemos

utilizarlo como método educativo. Ya que si desprecio el castigo como método educativo, no tengo calificativos para el uso de los castigos sin tales fines.

 

TIPOS DE CASTIGOS

Básicamente y por no complicaros, existen dos tipos generales de castigo:

-          El castigo positivo, que es utilizado para disminuir una determinada conducta que no es adecuada, a través de obtener una consecuencia desagradable cada vez que se realice dicha conducta. Ej.: el típico grito o azote.

-          El castigo negativo (o costo de respuesta), pretende disminuir la aparición de la conducta indeseada eliminando cosas que le gustan cada vez que realice dicha conducta. Ej.: “te quedas sin ver los dibujos…”


Sin incluir las malas prácticas como el castigo físico o el castigo psicológico, básicamente, utilizamos este tipo de técnicas muy frecuentemente para educar a los peques.

 

CÓMO UTILIZAR EFICAZMENTE EL CASTIGO

 

Como os decía nada más empezar el artículo, no soy partidario de su uso, ya que defiendo el uso de otras técnicas para modificar conductas no deseadas antes que el castigo, como ya os mostraba algunos ejemplos en el artículo ¿Cómo modifico la conducta de mi hijo?

Pero lo que está claro es que todos lo usamos, y sin embargo, en muchas ocasiones lo usamos mal y pierde su eficacia.

 

¿Qué características debe tener un castigo para que sea eficaz?

 

-          Intensidad del castigo: ni mucho ni poco. No podemos castigarle desproporcionadamente, porque lo único que hacemos enseñarle un abuso en la relación de poder entre padres e hijos y porque sería injusto. Tampoco nos podemos quedar cortos, ya que no tendría la eficacia deseada. El castigo debe ser proporcionado en su intensidad, en relación a la conducta indeseada.

 

-          Las conductas a corregir: debemos de tener claro que conductas deben corregirse. Hay que darse cuenta del momento evolutivo en el que se encuentra tu hijo. No podemos exigirles cosas que a su edad no puede aun comprender o realizar. Y teniendo en cuenta siempre que son niños, y debemos de flexibilizar un poco las exigencias.

 

-          La inmediatez de la aplicación: el castigo, positivo o negativo, debe ser inmediato a la conducta indeseada. A medida que transcurra más tiempo, va perdiendo su eficacia, según demuestran todas las investigaciones en psicología.

 

-          El aviso: no está demás avisar una vez de las consecuencias que puede traer una determinada conducta indeseada. Consecuencias por la conducta misma, pero también por el castigo que se le aplicaría. El problema es que muchas veces queremos educar basándonos en la amenaza, y esto no sirve. Ej.: no podemos decirle a un niño en el parque, que deje de tirar arena a los demás o si no nos vamos a casa (además de explicarle que se mete en los ojos), y no irnos cuando lo hace la segunda vez. Si nos dedicamos a amenazar simplemente, no nos hará caso, ya que ha comprobado que sus conductas no tienen consecuencias, más allá de la simple amenaza. Y esta una situación muy frecuente. No consiste en ser estrictos con los niños, hay que tener flexibilidad, pero ante el ejemplo que os he puesto u otros más graves, hay que eliminar dichas conductas.

 

-          Tipo de castigo: el estímulo que se va a utilizar, tanto aplicándolo como retirándolo, debe tener un significado y una importancia para el niño. Decirle que si se porta mal estará castigado sin hacer los deberes, no tendría mucha lógica, pero si utilizamos algo que el valores, sí. Y no se trata de fastidiarle, se trata de corregir la conducta indeseada, no perdáis nunca esta perspectiva. Por otro lado también hay que tener cuidado con lo que se elige, ya que se puede volver en nuestra contra. Antes era muy común el “castigado y te vas a la cama”, el problema es cuando empezamos a descubrir que el niño duerme mal, o que no le gusta entrar en su cuarto… La aversión por el castigo se generaliza y trae consigo sus consecuencias.

 

CONSEJOS ANTE EL CASTIGO


Lo más adecuado siempre es utilizar cualquier tipo de castigo combinado con un refuerzo positivo de la conducta deseada. Me explico, se le castiga, sí, pero a la vez hay que enseñarle cuál es la conducta correcta. Si no solo le enseñamos qué es lo que no debe de hacer, pero no le enseñamos lo que debe hacer. Es un consejo fundamental.

Buscar siempre otras alternativas al castigo, como la extinción, el modelado, la sobrecorrección, etc. En breve os informaré de estos métodos de modificación de conductas con más detenimiento.

 

Y por favor, evitar el castigo físico o el psicológico:

-          No enseña

-          Son formas de maltrato infantil

-          Solo enseñas que esa forma de actuar es valedera para conseguir lo que quieres

-          Puedes servir de modelo para que tu hijo en el futuro actúe de igual forma

-          Algunos estudios revelan que hay cierta relación entre esta forma de actuar y posibles problemas conductuales, delincuencia, consumo de drogas, etc.

 

RECOMENDACIÓN

 

Si queréis informaros bien del tema, aquí os dejo una recomendación de un libro que os habla perfectamente del tema. No dejéis de documentaros bien si sentís curiosidad.

 

 

Fuente: www.psicoglobalia.com/