Xandra  Romero
Nutricionista

Efecto del mundo moderno sobre el estado nutricional de los adolescentes

Pasamos por la vida creyendo que todo lo que tenemos y disfrutamos es ‘gratis’, sin embargo, hemos olvidado aquello que rezaba el famoso superhéroe de Marvel: «Un gran poder conlleva una gran responsabilidad». Y es justo de esto último, de nuestra responsabilidad, de lo que no hemos hecho gala durante los años de progreso y, de estas lluvias, estos lodos.

Hablamos de cómo el crecimiento sin control de la industria alimentaria y de las redes sociales (rrss), nos han dejado una población infanto-juvenil donde, por un lado, en el Estado español, un tercio de los menores padecen sobrepeso y obesidad y, en concreto, la suma supera el 40% para los niños de entre 6 y 9 años según el informe Aladino. Por otro lado, el incremento y mal uso de redes sociales está revelando estar íntimamente relacionado con el incremento (un 20% más en niños y jóvenes desde la pandemia) de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Recordemos que los TCA están entre las tres enfermedades crónicas más frecuentes entre los adolescentes.

Los menores, como consumidores voraces de la industria alimentaria y las rrss que son, se presentan como población vulnerable frente a la publicidad y los estereotipos de imagen corporal. Y es que estas dos condiciones están interrelacionadas, ya que la mayor insatisfacción con el peso se asocia con el sobrepeso y la obesidad, lo que lleva a un 11% de los adolescentes a realizar conductas de riesgo susceptibles de acabar cumpliendo criterios para el diagnóstico de un TCA.

Para solucionar, en parte, esta falta de responsabilidad con la que hemos operado todo este tiempo, el Ministerio español de Consumo prohibirá la publicidad de alimentos y bebidas insanos entre la población infanto-juvenil. Así, un real decreto regulará la emisión publicitaria de alimentos y bebidas ‘no saludables’ dirigidas a menores de 16 años.

De este modo, la normativa afectará a cinco categorías de productos, como la confitería de chocolate y azúcar, barritas energéticas y coberturas dulces y postres, seguido por el grupo que incluye pasteles, galletas dulces y demás productos de pastelería. Finalmente, tampoco se podrán anunciar otras tres categorías que conforman los zumos, las bebidas energéticas y los helados.

Estas intervenciones han sido previamente aplicadas con éxito en otros países y se pretende que contribuyan a concienciar a la población creando entornos de alimentación saludable. Sin embargo, aún queda mucho camino que recorrer en el otro sentido, y es que recientemente han salido a la luz unos informes internos de la compañía Facebook (dueños además, de Instagram) que muestran que la compañía sabe que Instagram es tóxico para muchos adolescentes. En este sentido, la compañía parece estar al tanto de que «un 32% de chicas dicen que, cuando se sienten mal con su cuerpo, Instagram les hace sentir peor». Asimismo, el 40% de las chicas que se veían poco atractivas empezaron a sentirse así en la red, según una investigación basada en dichos documentos.

Por último, según un artículo publicado en base a esos textos relata, por ejemplo, que en 2019, en una reunión interna de la compañía, se reconoció que Instagram «empeora la relación con su cuerpo en uno de cada tres adolescentes».

Nuestros adolescentes están, por tanto, sometidos a la agresiva publicidad de la industria alimentaria, destinada en esta población a consumir más alimentos poco saludables y, al mismo tiempo, las rrss, recordándoles a cada minuto que, si no cumplen los cánones de belleza, no valen nada en el mundo actual. Como para que no enfermen…