Xole Aramendi
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Olatz Gorrotxategi: «Me apetecía contar la historia del ’rock radical vasco’ en un musical»

Olatz Gorrotxategi estrena este sábado ‘Mierda de ciudad’, un western musical sobre el auge y la caída del llamado ‘rock radical vasco’. Al igual que en su anterior obra, la autora vuelve a investigar en el teatro-documento y la memoria histórica.

La autora y la directora de la obra, Olatz Gorrotxategi.
La autora y la directora de la obra, Olatz Gorrotxategi. (NAIZ)

«La obra trata sobre el llamado ‘rock radical vasco’ y el contexto social y de luchas políticas que se dieron entre 1979 y el 1992, año en que se produjo el desalojo del gaztetxe de Bilbo. Es la época en la que surgen los grupos del rock radical vasco», indica Olatz Gorrotxategi (Bilbo, 1982), autora y directora de la obra.

Se trata de un montaje escénico en el que tienen cabida el teatro, el teatro de objetos, la videocreación y la música –incluido un artista foley que hace sonido en directo–.

TEASER MIERDA DE CIUDAD. La historia del Rock Radical Vasco. from Olatz Gorrotxategi on Vimeo.

 

La obra está ubicada en Euskal Herria pero tiene aires de western. El Pirineo se convierte por momentos en las montañas rocosas, la llanada alavesa en las grandes llanuras o la ría del Nervión en el río Mississipi. «Intentamos recrear ese imaginario western por medio de analogías. No es purista, tiene reminiscencias, pero la historia versa sobre Euskal Herria», explica Gorrotxategi.

Sobre el escenario tres actores –Aritza Rodríguez, Olatz Gorrotxategi y Marta Álvarez del Valle– junto a tres artistas colaterales. El montaje cuenta con la música en directo de Joseba B. Lenoir, quien interpreta temas que son parte de varias generaciones, como RIP, Kortatu, Eskorbuto, Las Vulpes... entre otros.

La adaptación de algunos temas por parte del músico de Bera contribuye a crear el ambiente del oeste americano. «Interpreta algunas canciones originales y realiza adaptaciones de otras aportándoles tintes de western, de duelo», señala.

Los muñecos tienen un protagonismo especial. «Con ellos creamos las maquetas y se ven en directo en la gran pantalla mientras los manipulamos. Los actores creamos la escena tanto a través del texto dicho como a través de las maquetas. Marta Álvarez trabaja en teatro de objetos y títeres y lleva el peso de la creación de maquetas. Sobre esa base íbamos añadiendo al músico, al artista foley y al artista audiovisual», dice.

Gorrotxategi se vale de muñecos Comansi. Indios y vaqueros. «La colonización cultural de los jóvenes en los 80 lo hemos reflejado con una analogía, la del oeste americano. Los indios son la salvaguarde del folclore y la tradición y los colonos que llegan, los vaqueros. No son invasores, sino colonos que traen una cultura nueva. Llegan a un hogar nuevo que está sin colonizar, donde todo está por hacer, buscando un futuro mejor. Queriendo otro mundo», explica.

Crítica al término

Al preguntarle por la razón del uso del término ‘Rock Radical Vasco’, denostado por los propios músicos y grupos que la protagonizaron, afirma que lo hacen desde una mirada crítica. «Lo juzgamos en escena. Ponemos en antecedentes al público. La etiqueta surgió en 1983 y explicamos el contexto histórico anterior: Gladys del Estal, las once de Basauri… y en el 83 contamos cómo José María Blasco –mánager de la Polla Records– y Marino Goñi –creador de Soinua–, quedan en un bar para ponerle la etiqueta a la música que se empieza a hacer aquí porque dicen que era rock, era radical y era vasco, aunque los músicos incluidas en ellas repudiaran las etiquetas. La era del marketing llega a los movimientos de resistencia; es la referencia que hacemos».

Argumenta su utilización señalando que «con el paso del tiempo es muy complicado encontrar una palabra para que la gente entienda de lo que estamos hablando. Es un debate que tuvimos en el equipo y consideramos que está generalizada la etiqueta, aunque para nosotras era importante ser críticas con ella. No deja de ser marketing, algo que va en contra de lo que promovían los grupos», agrega.

Gorrotxategi se muestra satisfecha con la obra, aunque han debido sortear las dificultades originadas por el covid. «El equipo es súper currela, hay muy buena química y todos están a favor del proyecto, no me puedo quejar. Pero nos ha pillado en covid. Somos seis en escena, es inevitable. Los procesos creativos son super caprichosos, cuesta llegar y siempre tienes el tiempo en contra. Y en una situación así se complica mucho más. Pero como todos remamos a favor una cosa compensa la otra», dice.

Había trabajado con todos los integrantes del equipo, excepto el artista foley. «Está siendo muy fácil trabajar con él. El equipo es maravilloso. Yo he creado la base y el resto de integrantes, gracias a sus aportaciones, hicieron que el proyecto creciera».

Al preguntarle por la aportación de Lenoir, con quien había trabajado en la obra ‘Lurrun minez’, afirma que le gusta mucho «su imaginario, el lugar desde el que trabaja. Lo hace desde una abstracción muy bonita y artística. Es un artista muy talentoso con una gran capacidad de adaptación».   

La creación artística de Gorrotxategi pivota sobre el teatro y la memoria histórica, al igual que este. «El proceso de escritura se remonta a 2017 movida por mi interés por el teatro-documento –mis anteriores trabajos han sido obras escénicas documentales y documentados– y por la música de mi adolescencia.  Sigue siendo una parte importante de mi vida y de mis gustos musicales y que me definen en parte. Es la música identitaria de mi generación o de la gente que ha estado en mi ambiente. Me apetecía contar la historia y que fuera un musical, no al uso, con gente bailando coreografías», dice.

El elenco de actores tiene entre 40-47 años y la reflexión que subyace en este trabajo es «la toma de conciencia de la pérdida de juventud y de pérdida de códigos, de cultura juvenil, de fenómenos que no entiendes. Pensabas que ibas a ser subversiva toda la vida, y aunque tú lo sigas siendo, de repente ves que los códigos de los jóvenes de hoy en día son otros. Te haces mayor y dejas de entender algunas cosas. Es también dejar espacio a los que vienen detrás de ti, asumir tu derrota y la llegada de colonos nuevos. Esa es la reflexión de la obra», subraya la autora.