La revuelta del Komandante que llegó desde Mosku
El 17 de diciembre del pasado año Iñigo Muguruza habría cumplido 60 años. Ese mismo día fue el que su hermano Fermin eligió para iniciar una nueva gira, y celebrar de esta forma el cumpleaños del menor de la familia. Un tour en el que se repasan 40 años de fructífera carrera, y que tendrá su parada más masiva el próximo 14 de junio en el estadio de Anoeta, donde cerca de 30.000 personas podrán disfrutar del akelarre antifascista, organizado por Muguruza.

Tras recorrer gran parte de la península, Canarias y Sudamérica, y antes de marcharse a Japón, la armada musical montada para la ocasión por el mediano de los Muguruza descargará su arsenal en Donostia donde, además, contarán con la compañía de bandas hermanas como Stepi Selektah, Niña Coyote eta Chico Tornado, DAM y Des-kontrol.
Será, como decimos, una de las paradas más importantes en una ruta en la que miles de fans están pudiendo disfrutar de temas de todas las épocas del artista irundarra. Porque, en una carrera de cuatro décadas, hay de todo. Están los y las que se engancharon con Kortatu, los que lo descubrieron con Negu Gorriak, las que lo han conocido ya como realizador de documentales y películas de animación, los que simplemente lo conocen por su carácter siempre combativo y por su militancia en mil causas… Lo que está claro es que Fermin Muguruza es una de las personalidades más reconocidas de Euskal Herria, gracias al duro trabajo que a lo largo de los años ha realizado en todos los proyectos en los que se ha embarcado.
Y es que, si algo le caracteriza, es su constancia en su empeño por recorrer siempre nuevos caminos y explorar diferentes formas de transmitir su mensaje a lo largo de los años. Un espíritu inquieto que le ha llevado a colaborar con artistas y músicos de todas las partes del mundo, dejando su sello personal allá por donde ha ido.
KORTATU
Cuenta la leyenda que la historia musical de Fermin comienza en el barrio de Mosku a principios de los años 80, cuando, tras ver el ya mítico concierto de The Clash en Donostia, él y su hermano deciden poner en marcha, junto al batería Mattin Sorzabalbere, que luego sería sustituido por Treku Armendariz, el que llegaría a ser el grupo referente de aquella generación: unos jóvenes Kortatu que, tras compartir disco con otras bandas prometedoras como Cicatriz, Jotakie y Kontuz Hi!, al que aportaron “Nicaragua Sandinista”, “El último ska de Manolo Rastaman” y “Mierda de ciudad”, publican su primer trabajo en 1985.
Un disco en el que ya se perciben las señas de identidad del grupo: diversión y rabia a partes iguales. Ritmos jamaicanos y punk salvaje para emular a sus queridísimos The Clash (versión de “Jimmy Jazz” incluida) con una propuesta totalmente innovadora en Euskal Herria, pero que inmediatamente caló en una juventud insatisfecha, aburrida y con un futuro más que incierto, que encontraba en las canciones de los de Irun la respuesta a lo que estaba pasando en una sociedad herida de muerte, que veía cómo la promesa de la denominada Transición a la democracia tras cuarenta años de dictadura, no se reflejaba en los estratos más bajos.
Con este panorama social, las canciones de Kortatu se convirtieron en la banda sonora de toda una generación, y compartieron escenario con bandas con las que también tenían en común la rabia y esa visión crítica del entorno en el que les tocó vivir: Cicatriz, Eskorbuto, RIP, MCD, Hertzainak, Vómito… grupos que dieron lugar a la tan manida etiqueta de Rock Radikal Vasco, que los propios Kortatu lideraron de alguna forma, pero que también finalizaron cuando se separaron, para formar posteriormente Negu Gorriak.
La historia de la banda fue tan breve como intensa, ya que en tan solo cinco años de carrera publicaron tres discos, varios maxi singles, un recopilatorio y el directo “Azken guda dantza”, en el que documentaban su última actuación en directo en Iruñea el 1 de octubre de 1988. A pesar de la fugacidad de la banda, en la trayectoria de Kortatu ya se ve una evolución, no solo en lo musical, sino también en el aspecto vital y en la temática de las letras, pasando del carácter festivo de sus primeras composiciones a la profundidad de los temas de su último álbum de estudio, “Kolpez Kolpe”, donde por cierto, su apuesta por el euskara ya es definitiva, y se mantendrá en todos los proyectos posteriores de los hermanos Muguruza.
NEGU GORRIAK
Tras esta primera experiencia, Fermin e Iñigo se toman un par de años de descanso musical, en los que Iñigo participa como brigadista en la Nicaragua Sandinista y Fermin trabaja constituyendo el núcleo creador de Egin Irratia como responsable del apartado musical, antes de volver a reventar la escena del rock euskaldun con la creación de Negu Gorriak, esta vez junto a Kaki Arkarazo, quien ya había participado en los últimos trabajos de Kortatu, como productor y como guitarrista. Este nuevo proyecto tenía una vocación claramente política, pero sobre todo revolucionaria en el aspecto musical, ya que, al igual que hicieron anteriormente con Kortatu, Negu Gorriak también supuso un antes y un después en la música en Euskal Herria con la fusión del punk, el hardcore o el hip hop, a los que sumaban su querencia por los ritmos latinos. Un cóctel sonoro incendiario que, a su vez, también los puso en el escaparate del rock estatal.
El quinteto, completado con la incorporación a la banda de Mikel “Anestesia” al bajo y Mikel “BAP!” a la batería, publicó cuatro discos de estudio y dejó para la posteridad himnos como “Gora Herria”, “Itxoiten”, “Kolorebizia”, “Radio Rahim”, “Amodiozko kanta” o “Ustelkeria”, tema incluido en “Gure Jarrera”, y por el que fueron denunciados por el teniente coronel de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo, iniciándose de esta forma un periplo judicial conocido por todo el mundo, y del que Negu Gorriak salieron victoriosos. Seguramente fue uno de los momentos más duros de la banda, y que les sirvió para ver la fidelidad de su público, en unos tiempos en que las cosas estaban cambiando en Euskal Herria en muchos aspectos.
Así pues, es innegable que en Euskal Herria los 90 fueron de Negu Gorriak, pero, como pasara con Kortatu, a pesar del éxito de crítica y público, en cuanto vieron que ya no tenían nada que aportar, decidieron cortar por lo sano para buscar nuevos estímulos y caminos musicales. Negu Gorriak fue clave para todos los miembros de la banda, ya que durante los años que duró el grupo, pudieron tomar contacto con la realidad de diferentes grupos revolucionarios de Europa y América Latina, así como trabar amistad con diferentes bandas y colectivos como Banda Bassotti, Todos Tus Muertos, Tijuana No o Mano Negra. Entre los grandes logros de la banda, también es importante destacar la creación de Esan Ozenki Records, una clara apuesta por la autogestión, en un momento en el que la mal llamada “industria musical” estaba empezando a ver las orejas al lobo de la hecatombe que llegaría años después. Todavía hoy abruma ver el catálogo de un sello con el que todas las bandas y artistas de Euskal Herria querían trabajar: EH Sukarra, Anari, Lin Ton Taun, Selektah Kolektiboa, Ama Say, PiLT, Etsaiak… además de grupos estatales o internacionales como Hechos Contra el Decoro, Banda Bassotti o Garaje H, entre otros.
Precisamente uno de los grupos más importantes de aquellos 90 surgidos en Euskal Herria, y que también publicaron en Esan Ozenki Records, fue DUT, con quienes Fermin Muguruza grabó uno de los álbumes más importantes de la década: “Ireki ateak”, demostrando, una vez más, su inquietud musical y su pasión por la fusión sonora.
EMPIEZA EL CAMINO EN SOLITARIO
Se trata de una inquietud que se hizo más evidente cuando comenzó con su carrera en solitario. El primer paso de este proyecto individual es el disco “Brigadistak Sound System”, en el que Muguruza parece querer inmortalizar cada uno de los momentos vividos en su periplo alrededor del mundo, y lo que se va encontrando por el camino. Así, nos encontramos un auténtico catálogo de sonidos de todo tipo, desde el reggae hasta el rock, pasando por el ragga o la salsa. Un disco itinerante que huye del inmovilismo y que, de hecho, no está grabado en un solo estudio, sino que hay canciones grabadas en Barcelona, Roma, Los Ángeles o La Habana, y cuenta con gran cantidad de colaboraciones como las de Manu Chao, Angelo Moore, Hechos contra el Decoro o Amparanoia. Se acentúa en esta nueva fase esa conciencia internacionalista, no solo en lo musical, sino también en lo vital, intentando acercarse a todas las causas que él cree justas sucedan donde sucedan, desde Kurdistán hasta Palestina, pasando por Chiapas o por las poblaciones mapuches de Sudamérica. Una conciencia que le ha perseguido a lo largo de toda su vida, y que llega hasta la actualidad, casi como algo enfermizo. Reflejo de este carácter combativo son las palabras del propio Muguruza en una entrevista concedida a Pablo Cabeza en GARA en 2017: «No puedo olvidar en ningún momento que, mientras respondo esta entrevista, hay gente en muchos lugares del mundo por la que he estado y no he estado, que está sufriendo lo indecible. Es algo que no me permite descansar. Y, además, tengo un pacto con el diablo, por lo tanto, cada vez que me tomo un respiro, se asoma en una esquina y me hace un guiño».
Para presentar su nuevo proyecto en vivo, Muguruza monta Fermin Muguruza Dub Manifest, con la que presentará los temas de este primer álbum por todo el mundo y con la que graba su segundo trabajo, “FM 99.00 Dub Manifest”, con un toque más festivo en temas como el que da título al disco o “Big Beñat”, que se convertiría en la canción oficial de la edición de 2001 de Korrika. Este álbum, además, mantiene el espíritu internacionalista de su predecesor, profundizando de paso en la música electrónica, y sumando nuevos elementos a la ya de por sí extensa paleta de sonidos y colores de la música de Fermin Muguruza.
Pero, como la cabra que siempre tira al monte, Fermín vuelve a los ritmos jamaicanos que son los que predominan en “In-Komunikazioa”, donde también muestra su querencia por los sonidos de raíz negra del soul y el funk, sin dejar de lado tampoco en esta ocasión el componente social de las letras de unas canciones en las que se ve a un Muguruza más reflexivo que nunca, en un disco que tuvo su “cara B” con “Komunikazioa”, subtitulado “Irun meets Bristol”, en el que se alió con Martin Mantxo, que vivía en la ciudad británica, para dar una vuelta a los temas de “Inkomunikazioa”, profundizando en el drum n´bass, el techno o el dub.
En esta gira, Muguruza cuenta con una de las mejores bandas que ha tenido a lo largo de toda su carrera, la FM Kontrabanda, con componentes de Malarians, Selektah Kolektiboa, Hechos Contra el Decoro, Dr. Calypso y cómplices habituales como Xabi Solano o Sorkun. Como testimonio de lo que hacían en vivo cuando se juntaban, ha quedado el directo que dieron en la sala Apolo de Barcelona, en un momento en el que programar a Fermin Muguruza era casi un acto de rebeldía, por la censura que en aquellos momentos estaba sufriendo el de Irun, y que también afectó a la gira “Jai Alai Katumbi Express”, que realizó junto a Manu Chao y que recorrió todo el Estado y gran parte de Europa durante el 2003.
Tras terminar la gira con la Kontrabanda, Muguruza muestra su intención de bajar el ritmo de conciertos tras varias giras interminables que le habían llevado por todo el mundo durante los últimos años, harto además de la situación en la que se encontraba por las constantes denuncias y cancelaciones de conciertos, situación que ha arrastrado hasta esta última gira que está haciendo, donde los de siempre han intentado, sin éxito, boicotear varias actuaciones.
UNA NUEVA PASIÓN
De esta forma, Fermin continúa investigando y buscando nuevos caminos y encuentra una nueva pasión como es la realización audiovisual que, a la vez, le sirve para documentar su trabajo musical, como en el caso de “Nola? Irun meets New Orleans”, donde narra la importancia que la música tuvo en una sociedad como la de Nueva Orleans, para superar el golpe asestado por el huracán Katrina, a la vez que denuncia la corrupción y la utilización que las altas esferas de la ciudad hicieron de la tragedia. Muguruza también documenta en imágenes su experiencia grabando con músicos jamaicanos en “Euskal Herria Jamaika Clash”, donde pudo cumplir su sueño de trabajar con muchos de sus ídolos.
Además, el músico y realizador audiovisual en estos años también dirigió y escribió junto a Eider Rodriguez el documental sobre la banda Zuloak, y dirigió “Checkpoint rock”, película en la que, junto a Javier Corcuera, relata a través de la música cómo es la vida en el punto del mundo donde se están perpetrando las mayores destrucciones humanitarias del siglo XXI, con el genocidio salvaje llevado a cabo por Israel. Tampoco podemos olvidarnos de “No More Tour”, realizado junto a Daniel Gómez, y en el que muestra la dureza y la belleza de la música, narrando cómo fue la titánica gira en la que, junto a su banda, recorrieron el mundo entero dando 55 conciertos en cinco meses. Un testimonio en el que encontramos al Fermin más transparente, dejando el micro abierto a quien quiera hablar sobre su persona (incluido él mismo), y en el que se muestra como un auténtico currante de la música, «un trabajador de la cultura», como él mismo se definía en el libro “Fiesta y rebeldía” (Liburuak, 2024), escrito por Javier “Jerry” Corral. El músico, en una entrevista para GARA, se manifestaba así sobre lo que aquella gira mastodóntica suponía para él en aquel momento: «‘No More Tour’ es una expresión que alude a la necesidad de seguir creando y superándome a mí mismo».
Fermin Muguruza, sin embargo, no dejó de lado su faceta musical en estos años, es más, intensificó más si cabe su labor creativa e investigadora, realizando canciones para bandas sonoras y colaborando con diferentes artistas de géneros diversos, como en “Asthmatic Lion Sound Systema”, las “Black is Beltza ASM Sessions” junto a Chalart 58 o “B Map 1917+100” junto al colectivo The Suicide of Western Culture, uno de los trabajos más bestias de su carrera, según reconocía él mismo en una entrevista en GARA: «Es el disco más duro que he hecho desde ‘Ireki ateak’ con DUT hace veinte años; es un disco mío con TSOWC, pero una pieza clave, de mucho calibre, dentro de todo lo que he hecho en mi vida. Por eso digo que es un ‘El estado de las cosas’ o un ‘Gure Jarrera’ en el año 2017, que, a su manera, también fueron conceptuales».
«BLACK IS BELTZA»
A partir de ahí, ha centrado sus últimos años a otro de esos grandes proyectos de vida en los que, como ya es habitual en todo lo que hace, se ha involucrado de lleno: “Black is Beltza”, que empezó como cómic y que, posteriormente, fue llevado al cine en la película de animación del mismo título. Un film en el que, a través de los ojos de Manex, se relatan los grandes hechos históricos sucedidos en el mundo durante la segunda mitad del siglo XX, y que tuvo su continuación con “Ainhoa”, la historia de la hija de Manex, y en la que sigue ahondando en los grandes acontecimientos del siglo pasado, incidiendo especialmente en los años 80, en una especie de autobiografía que, a su vez, le sirve para homenajear a su hermano pequeño Iñigo, cuya pérdida fue demoledora. Una etapa en la que el trabajo fue intenso, pero plenamente satisfactorio, tal y como nos contaba en el estreno de “Ainhoa”: «Hacer una película de animación es como un viaje a Ítaca, llegas exhausto. Cuando estrenamos ‘Black is Beltza’, no teníamos muy claro que fuera a haber una segunda parte pero, después de aquella experiencia, tenía detrás a todo un equipo de trabajo empujando para hacerla, y además me apetecía contar la historia de Ainhoa, la hija de los protagonistas de ‘Black is Beltza’ y ubicarla en 1988, que fue un año muy importante para mí, pues fue cuando publicamos con Kortatu el ‘Azken Guda Dantza’. Todo ese proceso coincidió con un episodio muy doloroso, como fue la muerte de mi hermano, que me dejó destrozado, pero también me sirvió de motivación para hacer esta película como una especie de homenaje a él».
Muguruza también se mostraba en aquellos momentos encantado por el grupo de trabajo que había conseguido formar para un proyecto tan ambicioso: «Me presentan como director, pero en animación, al final, el director es quien coordina el trabajo de un equipo. Es lo que siempre he defendido: la comunidad, cuidarnos unos a otros y que, entre todos, rompamos las cadenas».
El último gran proyecto audiovisual de Muguruza hasta el momento ha sido la película “Bidasoa”, presentada en 2023 y en la que se denuncia el control policial y cierre de algunos pasos de la frontera pirenaico-atlántica natural del Bidasoa que impuso el Estado francés en el verano de 2018 para evitar la entrada de los migrantes en tránsito hacia el resto de países europeos, y que tantas vidas ha costado… y sigue costando.
CUATRO DÉCADAS DE RESISTENCIA Y LUCHA
Y así, casi sin darse cuenta, se percata de que, aunque hayan pasado muy rápido, ha llegado a los 40 años de carrera, en los que ha conocido incontables lugares, personas, músicos, salas de conciertos, festivales y, sobre todo, ha conocido reivindicaciones de todo tipo, que siempre han actuado como motor para ponerle en marcha y seguir por el camino de la lucha, buscando caminos poco transitados previamente, y poniendo el corazón en cada paso que daba.
¿Y qué mejor manera de celebrarlo que junto a su gente? Esa gente que lleva cuatro décadas a su lado y que, como era de esperar, ha respondido inmediatamente a la llamada del “Komandante”, ya desde que salió la noticia de la gira conmemorativa, y se agotaron de inmediato las entradas para el concierto de Miribilla, lo que le impulsó a hacer una segunda cita, una tercera, una cuarta… y finalmente una gira en la que, durante todo el año, Muguruza recorrerá tres continentes, haciendo lo que mejor sabe: dando una vuelta a todos esos himnos que ya forman parte de la historia musical de un país y que, de una u otra forma, tanto nos han influido a tantos y tantas en nuestra evolución vital y, en muchos casos, incluso en nuestra educación política y nuestra visión del mundo.
Porque, si algo ha demostrado Fermin Muguruza a lo largo de estas cuatro décadas, es que la música y la cultura no entienden de fronteras y pueden ser la mejor arma para luchar contra la injusticia. Por eso, en estos tiempos tan oscuros en los que el futuro se presenta como un gran reto, es casi una obligación sumarse a este akelarre antifascista que nos propone el de Irun, esta vez en Anoeta.
¡A sus órdenes, Komandante!