BERTA GARCIA
CONSUMO

Urte berri on!

F eliz inicio de año para los lectores. ¡Que se cumplan todas vuestras metas! Estrenamos año y sicológicamente supone empezar ligeros de cargas, como si hubiéramos echado por la borda el lastre de los aconteceres pasados. Eso sí, con la cartera vacía por los excesos navideños. Y aunque nos queda el último asalto –la noche mágica de Reyes–, ya sabemos que donde hay cariño, el tamaño no importa y la carta puede ser breve.

La cuesta de enero es un buen momento para programar nuestros potenciales gastos tocando con los pies en la tierra. Un peligro que salta a las primeras de cambio es el uso de las tarjetas bancarias, de fácil manejo, pero que dan dolor de cabeza. Una buena idea es poner límites a las compras con una tarjeta prepago, ya que no solo se evitará superar el presupuesto, sino que además se consigue protección ante posibles robos o fraudes al realizar compras online.

El capítulo de consumos de luz-gas supone un buen pellizco anual, casi tanto como la cesta de la compra, así que debemos sopesar si mantenemos o reducimos la potencia contratada, y más si contamos con el gas para la calefacción. Por lo general, el término fijo mensual es el más alto y es el que hay que reducir.

La alimentación es vital, pero es en la que cometemos más errores cuando llenamos el carrito. De basarla en abundancia de legumbres y verduras, hemos pasado al predominio de proteínas animales y azúcares, lo que explica, en parte, la remontada de la obesidad infantil que nos rodea. Junto a los trastornos de la salud, van los del bolsillo, ya que pocas familias se libran de que alguno de sus miembros recurra al gimnasio, al dietista o a los libros de autoayuda para adelgazar, cuando lo sencillo y barato está en seguir la dieta de nuestras amamas.

Ni qué decir de la ropa y complementos, un apartado que nos trae de cabeza por la dichosa moda. Un buen ejercicio de contrición es abrir con frecuencia los armarios y constatar lo sobrados que vamos. Un arreglito oportuno hace maravillas y a tirar un año más, que la prenda lo vale y no digamos el bolsillo y el medioambiente.