TERESA MOLERES
SORBURUA

Cero riego o casi cero

El hecho de instalar un macizo floral sabiendo de antemano que apenas hay que regarlo resulta una bendición en los jardines y lugares secos. La naturaleza, en nuestra ayuda, ha previsto variedad de plantas adaptadas a cada situación. Podemos comenzar por escoger las que no necesiten aporte de materia orgánica. Son las llamadas plantas sobrias, porque prefieren terrenos con poco humus, como el cardo de hojas de acanto (Onopordum), bianual y que se resiembra espontáneamente, o Echinops rito, el cardo de bolas azuladas que vive en un suelo calcáreo, pobre y seco.

La amapola de California también prospera en suelos áridos y se resiembra alegremente en los lugares más insólitos. Se da en colores blancos o rojo intenso. A su vez, la valeriana roja también se resiembra sola y puede aparecer encima de cualquier muro seco. Los fertilizantes acortan su vida.

Otras plantas aprecian el compost maduro mezclado con la tierra de plantación como el bambú sagrado o Nandina doméstica, que crece en suelos bien drenados y poco alcalinos. Es interesante para plantarlo en una jardinera porque no pasa de los 50 cms de altura y por sus tonos rojizos, en concreto en la espectacular variedad Firepower. La Alchemilla mollis es una vivaz perenne y agradecida que lo mismo nace en un suelo fresco que en uno arenoso, y dará el tono verde brillante al macizo. La salvia Mainacht es la única del macizo a la que le viene bien el riego sin exceso.

Entre las plantas de similares características que podemos hallar está el hinojo, que vive durante años sin problemas; las euforbias, interesantes por sus inflorescencias rojo anaranjada; iris (Iris x hybridus), cuyo follaje permanece después de la floración; el polipodio, un helecho que sale en rocas y sobre los troncos viejos y es casi inmortal; y no nos olvidemos de la gramínea cabello de ángel (Stipa tenuifolia), cuyas finas hojas siguen la menor brisa de aire. Se resiembra sola. Estas plantas necesitarán un aporte de riego durante su primer año de plantación, pero luego podemos olvidarnos de ellas. Quizás en algún momento necesiten la ayuda de un acolchado para que conserven el 50% de lluvia en el suelo y para reducir la evaporación natural. Y finalmente dejaremos sin cortar las inflorescencias secas, con la finalidad de que permanezcan decorativas hasta bien entrado el invierno.